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la foto de Gene Blevins Reuters |
"Nuestros corazones están destrozados". Con estas palabras intentaba resumir Mary Fallin, la gobernadora republicana del Estado de Oklahoma, el sentir de los miles de ciudadanos que han sufrido las consecuencias de un devastador tornado en la tarde noche del lunes. Y Fallin lo decía no solo porque la tormenta se ha llevado por delante al menos 51 vidas —aunque las autoridades cuentan con que la cifra ascienda por encima de los 90—, sino porque al menos 20 de las víctimas son niños. La escuela primaria Plaza Tower, en la localidad de Moore, se convirtió prácticamente en la zona cero del desastre. Aunque no se han confirmado cifras, se calcula que había cerca de 75 niños en el recinto cuando llegó el tornado.
Las autoridades han confirmado que la misión ya no es de rescate sino que tratan de recuperar los cuerpos que pueda haber entre los escombros de la escuela. Hasta el momento se han encontrado los cadáveres de siete niños. Los servicios de rescate creen que puede haber entre 20 y 30 niños atrapados, pero que no esperan que haya más supervivientes.
James Rushing, un vecino de Moore que vive enfrente del colegio, explicaba cómo corrió al colegio justo antes de la llegada del tornado para estar con su hijo adoptivo de 5 años, Aiden. "Cerca de dos minutos después de que llegara allí, el edificio empezó a caerse en pedazos".
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