Daba gusto escuchar a Enrique Capetillo, desde su “Palco 211” o no. De hablar, y andar, pausado, “El Tillo”, como solía decirle, fallecido en el mes de agosto de 1999 a consecuencia de un padecimiento coronario, era dado a las amenas conversas.
“¿Por qué me dices ‘Tillo’?”, me inquirió, sonriente, en cierta ocasión; “Te dicen ‘Cape’, ¿tiene algo de malo que te diga ‘Tillo’?”, le respondí, también con una sonrisa. Sabía que iba a Radio Progreso, los lunes en la tarde, para grabar su sección deportiva para la revista “A primera hora”, y siempre buscaba tener un motivo para acosarle.
En no pocas ocasiones solía visitar el estudio 6, donde me desempeñaba como grabador del programa “Ritmos”, para, de esta forma, saludar al equipo de realización, sobre todo a Jesús López Gómez, maestro de locutores.
“López y yo somos amigos de corazón”, comentó sonriente, en cierta ocasión; “además de ser antiguos compañeros de trabajo, compartimos el mismo cardiólogo. Aquella ocurrencia hizo que, todos los presentes, estalláramos a carcajadas, sobre todo López Gómez que era poseedor de una muy contagiante risa.
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