lunes, 20 de mayo de 2013

…otro día cualquiera…


por Boris L. García Cuartero
Tengo esa rara sensación de no saber a dónde dirigirme, de quién me podrá dar una respuesta adecuada, o de que tendré que conformarme con que cada quien siga haciendo lo que quiera y uno bajando la cabeza, a merced de no tener para dónde virarse.
Hace unos días en el programa Impacto, de Perlavisión, dedicamos dos emisiones a las violaciones de precios; pudimos constatar que cada quien hace lo que quiere y peor aún, los inspectores o supervisores, incluso, desconocen las regulaciones que se establecen para “proteger a los clientes”… pero nada más cruel que chocar con la realidad, esa verdad monda y lironda que nos golpea cada día, y reitero, sin saber a quién dirigirse, ni quién te dará una respuesta adecuada.
Salí el domingo, como el más común de los mortales, a disfrutar de nuestro eterno verano, pude ver que en el Rápido Malecón, venden la cerveza Corona a 1.20 CUC, pero como estaba tomando de la dispensada, ni acercarme a un precio ya de por si es prohibitivo para el más común de los mortales cubanos que vivimos de un salario.
No obstante, de regreso a casa, me llegué hasta la cafetería de Imago, donde quise tomarme unas cervezas más. Primero: la puerta cerrada o con una impedimenta a entrar porque a esa hora –aproximadamente cinco y tanto de la tarde- una de las empleadas limpiaba el área cerrada de dicho lugar, y cerró, porque sencillamente había que limpiar, porque recuperaban la imagen del lugar después de un fuerte aguacero.
No estoy en contra de que así sea, porque nada más desagradable que un lugar sucio para consumir alimentos o tomarse una cerveza. Pero, ¿cerrar el lugar porque a esa hora yo tengo que limpiar? ¿y por qué no pedir a los clientes que “pasen por la orillita? No, cierro y punto, y tu espera afuera ¿es que acaso ese lugar no está para SERVIR a los clientes? Realmente –y no es pedantería mía- no es el momento de CERRAR, dejar a la gente afuera a la espera de que se termine de limpiar, hay otras maneras de pedirlo, incluso, con elegancia y si no lo comprendo, pues tengo que entrar “por la orillita”, pero no CERRAR, en un centro que brinda ¿servicios? las 24 horas del día.
Que cambian de turno, bueno, debe ser verdad, pero allá ellos de cómo lo harán, están en la OBLIGACIÓN de SERVIRME, no de hacerme el favor, como comúnmente se creen los empleados de estos lugares, así que SU limpieza no es problema mío, me tienen que dejar entrar y cuando yo lo desee, así lo veo en cualquier lugar que se preste SERVICIOS a la población.
Ni entraré en detalles de los comentarios de quien hacía la presunta limpieza, toda defensa es válida, aunque en ello vaya la impotencia y la verdad absoluta de que no pueden cerrar, porque están para prestar un servicio, y bajo cualquier circunstancia. Lo que más llamó mi atención es que en este lugar la cerveza Corona cuesta 1.30 CUC y claro que pregunté el porqué de los diez centavos por encima del precio y la respuesta fue que era el precio que le habían dicho que era. Lo pagué, no me quedó más remedio, pero me queda la inconformidad.
Según pude conocer, por ser el director del programa de televisión y escuchar lo que se dijo en Impacto, además del trabajo periodístico que precedió a la polémica, la Resolución 121 del Ministerio de Finanzas y Precios, establece la variación de precios de acuerdo con el servicio que se presta en las unidades –servicio especializado gastronómico-, pero solo para refrescos y cervezas de producción nacional.
¿La Corona se produce ahora en Cuba? ¿cómo es posible que me cobren diez centavos más en Imago? ¿será porque el local es cerrado, tiene aire acondicionado, se supone que los empleados me lleven a la mesa el pedido, cosa que no ocurre, o porque no lo exijo o porque ellos no lo hacen? ¿y si decido tomarme la dichosa cerveza en las afueras de ese local climatizado, entonces varía el precio?
En Imago no hay servicio personalizado, ni es el mejor servicio tampoco, sino todo lo contrario, en reiteradas oportunidades he tenido que reclamar lo que considero son mis derechos y sus trabajadores no lo cumplen, creo sinceramente, que es uno de los lugares –en la cafetería- donde peor servicio se brinda en Cienfuegos, he tenido que limpiar la mesa donde me voy a sentar, se demoran, jamás he visto a ninguno de ellos llevar el pedido a la mesa, en fin…
¿Hasta cuándo hemos de pagar por la ineficiencia de quienes se creen por encima del bien y del mal, cuando en realidad tienen como obligación SERVIR? ¿hasta cuándo las resoluciones en este país van a ser violadas o digamos, atemperadas, a la decisión de quienes no tienen facultad para hacerlo? Y si por prestar un “servicio especializado” estarían en las condiciones para hacerlo ¿porqué entonces no lo brindan? ¿a quién le exijo que así sea, sin ser el pesao, el tipo que tiene educación y no lo demuestra, el que se “cree cosas”, como he tenido que soportar escuchar o han escuchado otros, incapaces de reclamar un derecho, porque ya es costumbre de que nos los violen?
¿Cuántos programas de televisión he de escribir y dirigir para que se respete el derecho constitucional que tenemos todos los cubanos? ¿Para dónde me “viro” cuándo alguien se cree con el derecho de vapulearme, cobrarme de más, no darme explicaciones convincentes o cerrarme la puerta de un establecimiento, porque sin serlo, se creen con el derecho de hacer de mis derechos sus deseos?
¿A quién más me puedo dirigir de no encontrar la respuesta que busco, como el más común de los ciudadanos de este país y no como alguien conocido, porque he salido en televisión y  te ofrecen el servicio que no reciben otros, o en el peor de los casos, se desquitan su animadversión a la televisión murmurando calificativos de pesao, engreído, y hasta el más cubano de los “elogios”?

1 comentario:

  1. Otro día cualquiera, sigue así oliendole lo que tu sabes a los comunistas y tendras otros muchos dias igualitos

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