miércoles, 6 de febrero de 2013

LA PUERTA DESTRUIDA EN UNA CALLE DE CIENFUEGOS.


De más está decirte que el periodista lleva al papel lo que desea, que el poeta le hace un verso a lo que sueña, que el pintor lleva al lienzo lo que quiere, y que ninguno, incluso los más aventajados artistas, han logrado reflejar todo el mundo que lo rodea con su arte; eso, es imposible. 

Y no es que no quieran o que lo obliguen otros compromisos o que sientan la presión de algún gobierno o de esa mano que a muchos de ellos les da de comer, sencillamente es que se hace imposible abarcarlo todo, y porque desgraciadamente para bien o para mal, sólo tenemos un cerebro. 
Limitados estamos a reflejar de la realidad sólo una parte, y no es que nos neguemos a decir la verdad, es que la verdad se confunde entre lo que queremos que sea, como queremos que sea y como es: esa realidad tan cerca y tan distante de nosotros. 

Por eso, lejos de criticar despiadadamente a los que por lo menos intentan transmitirnos lo que ven y como lo ven, resulta mucho más interesante el comenzar nosotros mismos a tratar de ver con nuevos ojos lo que a nuestro alrededor ocurre. 

Esa puerta destruida en una calle cualquiera de Cienfuegos, fue lo que el artista quiso reflejar en su foto. Tal vez intentando transmitirnos la idea con la imagen, de que las cosas no andan bien, de que las puertas necesitan ser cambiadas o prescindir de ellas, si al final los agujeros permiten la entrada de la luz, incluso hasta de las ratas. Eso fue lo que quiso tal vez reflejar el artista.

Pero lo cierto es que también en esa misma ciudad hay muchas puertas que no tienen esos agujeros. En esa misma ciudad hay muchas edificaciones que no presentan ese estado de destrucción y abandono de la vivienda mostrada. También en esa ciudad, otros artistas, prefieren reflejar con sus imágenes un sentimiento de recuperación, de limpieza del alma, de preocupación y de amor por ese pedazo de tierra donde viven.

Por tanto respetemos, critiquemos y amemos, pero por sobre todas las cosas, no mancillemos al artista, que al final, UNA PUERTA DESTRUIDA, SIEMPRE SE REPARA MÁS RÁPIDO QUE UN ALMA.

Escrito por Liber Y. Barrueta Martínez 

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