Por Guillermo Morales Catá subido por Roberto Ariel Lamelo Piñón
Las redes sociales exponen en las
últimas semanas mensajes de satisfacción y júbilo porque países como
Brasil amenazaron con endurecer sus criterios para la entrada de
españoles a aquel país; los mismos requisitos que el Gobierno español
intentaba poner a los ciudadanos brasileños que desean entrar a España.
Pero diría más, he leído mensajes de rencor e incluso odio hacia los
españoles por el endurecimiento de las normativas de determinados
países para aquellos ciudadanos de España que desean hacer turismo o
emigrar al llamado “Tercer Mundo”. Y solo me cabe una pregunta ¿por qué
reaccionamos así?
Por supuesto que entiendo que muchos de
nosotros, probablemente la gran mayoría, la hemos pasado muy mal desde
el momento en que decidimos abandonar nuestros países de origen e
intentar rehacer nuestras vidas en Europa. Muchos hemos logrado hacernos
con “los papeles” y muchos otros ni eso. Algunos hemos podido trabajar
en la época de las “vacas gordas” e incluso, ahora en la época de las
“vacas flacas”. Si bien es cierto que la actual situación económica de
España afecta con más dureza a los inmigrantes que a los españoles.
El odio y el rencor, la revancha, no lleva a ninguna parte.
Muchos inmigrantes han tenido que dejar
atrás sus estudios de médicos, ingenieros o periodistas para terminar
trabajando en la construcción o como empleados de hogar. No todo ha sido
como nos hubiera gustado. Muchos han trabajado horas interminables y
han sido usados como papel higiénico por empresarios y empleadores
inescrupulosos e incluso, hemos sido tema de campaña para los políticos
que intentan endilgarnos todos los males del país porque “alguien” tiene
que cargar con los platos rotos.
Hemos estado criminalizados muchas veces
por los medios de comunicación y nos hemos visto obligados, a veces, a
caminar con miedo con pies de gatos para evitar una identificación
policial que nos podría costar una expulsión o en el mejor de los casos,
una multa de 500 euros por “no tener papeles”. Dejamos, en tantas
ocasiones, de ser inmigrantes para convertirnos en “números” o en
“ilegales” aún sin haber robado, matado, violado o traficado con drogas.
Pero, por mal que lo hubiéramos pasado,
hagamos balance si hemos ganado o perdido más. En mi caso personal, he
ganado mucho, muchísimo. España me ha dado la oportunidad de realizarme
como persona. ¿Podía en Cuba, yo, poner los pies en un hotel? ¿Podía en
Cuba, yo, visitar las playas que los “guiris” pueden visitar? ¿Podía en
Cuba yo salir a la calle y diferir del discurso oficial? ¿Qué pasa en
Cuba si uno no está de acuerdo con Fidel o Raúl Castro?
¿Qué tipo de educación reciben mis hijos
en Cuba? ¿Educación o “adoctrinamiento”? ¿Han tenido mis hijos aquí la
obligatoriedad de llevar su mano al pecho o a la frente, cada mañana,
para dar gracias “a lo que son” a Che Guevara? ¿Se han visto mis hijos
obligados en España a “adorar” a mártires que no le dan de comer?
Uníamos los cinco dedos y cantábamos aquel himno que para nada hacia un
llamamiento a los valores humanistas del la persona. “Que morir por la
Patria es vivir”, decía una estrofa. En Cuba, nuestros hijos se ven
obligados a cantar un himno que no tenía sentido y que nos invitaba a
morir por una Patria. Pero si a fin de cuentas ninguno de los niños
tendríamos la obligación de ser “camicazes”. ¿Morir por qué? ¿Y por
cuál Patria? ¿Contra cuáles enemigos? ¿En cuál guerra? ¿Qué guerra?
¿Quiénes son los invasores? ¿Dónde están?….
¿Han crecido mis hijos en una sociedad
que teme constantemente “la invasión del enemigo” que nunca llega? ¿No
han tenido acaso mis hijos derecho a una asistencia sanitaria de primer
mundo?
Hoy mis hijos han tenido, aquí, en
Europa; en esta Europa “capitalista”, “cruel”, “enemiga”, “degradada,
“perversa” y “pervertida”, la opción de ir a un colegio público
gratuito, a uno privado o a uno “concertado” (donde el gobierno
subvenciona la mitad del coste de los estudios). Claro que, en ninguno
de ellos han tenido que repetir “Rajoy Ordene” o “Seremos como los
héroes de la Guerra Civil”. Y por fortuna, tampoco “Viva Franco”.
La democracia con la que soñaba no ha
sido perfecta pero se acerca bastante: en la opción de tener opciones,
sin líderes, sin mártires que nos torturen toda la vida, que nos guíen
el camino, que nos marquen para siempre. Pero, ya se sabe, “pioneros
por el Comunismo” y no hay opción. “Seremos como el Che” y no hay
opción de ser como otro u otros. O como nadie.
Quizás mis hijos hoy no entiendan. Pero,
muy probablemente no serán locos guerrilleros que abandonarán a sus
hijos en busca de otras guerras. Tampoco llevarán una boina con una
estrella en la frente.
No quiero estrellas en la frente “que
iluminen el Continente de la América Latina”. Si acaso una, una
minúscula estrella que de luz al pensamiento, al entendimiento, a la
razón, a la defensa de una sociedad cívica, plural, diversa, donde
todos tengan espacio y libertad de creer en Che Guevara o en Mambrú. O
en lo que se venga en ganas. En creerse la historia de que los niños
vienen en cigüeñas o que los reyes magos existen. O simplemente no
creer en nada.
Tampoco serán mis hijos aventureros
inventándose guerras en África o en Bolivia. Ni serán asmáticos
enfermizos. Ni rencorosos vestidos de verde olivo con un pelotón al
mando fusilando en La Cabaña a quienes no lo darían todo por la
Revolución. Al menos las huellas de las balas que guardan las mazmorras
de La Cabaña, de tantos asesinados, no habrán salido de ellos, de mis
hijos.
Ni mucho menos serán seguidores de
aquellos “trabajos voluntarios” que se inventó Guevara. No amigos míos,
no. Cuando crezcan serán camareros o periodistas. Me da igual. Pero
trabajarán a cambio de un dinero que les permita cubrir sus necesidades
básicas. Y no harán trabajo voluntario porque el voluntarismo,
lamentablemente, no paga hipotecas.
Pagarán una cuota a Green Peace o
apadrinarán a un niño de África y no para limpiar sus conciencias. Esa
será su filosofía, o quizás no, tal vez otra u otra. O Ninguna. Eso lo
decidirán ellos. Otros ya no decidirán por ellos. Al menos estos
“pioneros” no serán como el Che…
¿Porqué nos obligaban a aquello? ¿Porqué
tendríamos que ser como aquel hombre? Y aunque pasan los años no dejo
de tener pesadillas del pasado. En mis sueños me persiguen héroes que
son villanos, villanos reconvertidos en héroes, himnos, frases, slongans
de batallas. Tal vez ella, sin morir por nada ni por nadie, descansarán
por las nochez en paz.
Aquí no he sido torturado ni juzgado diferente por los jueces por ser inmigrante.
Hoy pongo en una balanza las cosas
buenas y las malas. Por mis hijos, por los tuyos, por todos los que nos
hemos venido y por lo mucho que hemos recibido de esta sociedad que
compartió y comparte con nosotros, los inmigrantes, para mi valió la
pena.
Leer artículo relacionado que se contrapone a este. Desde este enlace aquí en nuestro sitio Sacando Cuentas con Catá
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Lo que entiendo del articulo es que no es una critica al Himno de Bayamo, que por cirto mi voto por aquello corajudos que con un machete se lanzaron a luchar contra el regimen que los oprimia. Por eso Perucho dijo: hay que tener un canto que nos inspire cuando a mas de mil millas por horas sobre ese gran animal estemos empuñando el machete. Creo, en mi humilde opinion, que lo que se esta queriendo decir es que a costa de ese Himno el gobierno cubano ha manipulado por generaciones a todo un pueblo. La gran diferencia entre Latinoamerica (en donde estamos nosotros) y el primer mundo es que nos pasamos la vida mirando hacia la historia, ojo, esta es importantisima, pero no puede regir nuestra sociedad. En cambio,el primer mundo, disfruta su historia pero no la venera y mucho menos vive de ella, mas bien se enfoca en lo que tiene que alcanzar y no en lo que ha alcanzado. Pongo un ejemplo, que en verdad me impresiono mucho. El pasado 4 de Julio fui por primera vez a una celebracion del dia de la independencia de Estados Unidos, junto a mi familia y amigos nos sentamos en suelo de un campo de golf y cuando observe todo lo que tenia a mi alrrededor eran puros gringos junto a sus familias disfrutanto de su historia. Yo me hice una pregunta; a cuantos de estas personas les dijeron en sus trabajos que tenian que participar VOLUNTARIAMENTE pero que si no iban ya sabemos lo que les podia pasar, incluso una vez en el lugar tendrian que ver al secretario del sindi... para tomar su asistencia??? Comprendi que la historia esta para aprender de ella, no para colocarla en un pedestal y adorarla como solemos hacer en nuestra sociedades SUBDESARROLLADAS. En conclusion mis queridos compatriotas cubanos, es hora de cantar en hinmo, pero no como se hace en la actualidad, que nadie sube ni un 1 dB, es hora de buscar nuevas metas y dejar de repetir como papagallos lo que alguien dijo un dia, es hora de mirar lo que tenemos delante de nuestros ojos y no vivir mas de lo que hicieron nuestros Mambises, que por cierto apaludo a los bambises de estos tiempos igual que los del 1868 o 1895.
ResponderEliminarBueno, ¿y desde cuándo Guillermo Morales Catá tiene hijos? ¿No se definía él mismo como una mujer de útero seco? ¿Y cómo podía diferir del discurso oficial si durante mucho tiempo él fue periodista oficial de Fidel y Raúl Castro, con brazos tirados al hombro y chistes de por medio?
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