Me había jurado a mí mismo, desde el Clásico anterior, no preocuparme nunca más por la pelota. Me había jurado, para no sentir ese sentimiento encontrado de querer ver perder y ganar a mi equipo a la vez, no prestarle el menor interés a los resultados, a cada juego, a cada vivencia única que nos trae la pelota. Me lo había jurado para evitarme problemas, para no ser repetitivo, para no pecar de poner el dedo sobre la llaga abierta. Pero esta vez como todas las veces no pude resistirme, soy cubano, lo siento.
No soy un comentarista deportivo, más bien analizo la mentalidad detrás del juego y trato de ponerle mucho de cubano y poco de sueco, así que sin hacerme el sueco y sin abusar de ningún recurso literario va este escrito con mi modesta opinión.
Ahora, siempre habrá, dentro y fuera de Cuba, quienes resalten el error de Gurriel, o de Norberto, del receptor, incluso los errores de Victor al frente del equipo. Siempre habrá quien cometa el repetido error de juzgar a los hombres por separado y de enjuiciar demasiado a quienes, por uno u otro motivo, han renunciado a millones para poder seguir jugando la pelota en ese glorioso EQUIPO CUBA. No olvidemos que aunque estos se queden por ideología o por lo que sea, están renunciando a una fortuna inmensa.
Entonces tenemos sobre el terreno a un equipo de hombres gigantes, tenemos al mejor equipo del mundo, tenemos un Pito que está considerado entre los mejores bateadores del mundo, tenemos un cuadro de respeto unos jardineros increíbles, una directiva conformada por otros, también muy valiosos y valorados entrenadores.
¿Qué falla entonces?
Sobre esto ya escribí una vez, lo que estamos viendo en el terreno es el resultado de un país que ha dejado de ser una NACIÓN, apliquemos el concepto al béisbol, no me adentraré en la política. Veamos eso de lo que he venido hablando con ustedes y de lo que les he venido escribiendo desde que me conocen y lo haré sin adentrarme en el politiqueo.
Sobre el terreno no estamos viendo una NACIÓN CUBANA, estamos viendo sólo el equipo de una pequeña isla llamada Cuba y no a la NACIÓN CUBA jugando a la pelota. Al final y al principio, esa división causada por factores externos al béisbol, nos debilita y no nos fortalece.
Pero veamos otros aspectos. Esos jugadores que conforman el equipo de la "ISLA", poco conocen de la evolución real de la pelota mundial, y no basta con conocer, yo puedo conocer las técnicas de la escritura, pero si no escribo todos los días, poco lograré. Los cubanos, de manera individual y no colectiva deben probarse y deben tener el derecho de jugar donde y cuando les venga en gana. Hoy por hoy y así seguirá siendo, eso se llama Grandes Ligas, y es ahí donde tienen que probarse cada uno de esos "isleños", porque es ahí donde alcanzarán el fogueo necesario y donde conocerán otros lanzadores y otros bateadores. No creo que sea la Liga Nacional el mejor ejemplo de lo que se juega en el mundo.
Volvemos con la nación. Antes de que empezara este clásico, uno de nuestros blogueros Rafaél Rofes Pérez, se tomó el trabajo de hacer un equipo cubano donde incluyó a los peloteros cubanos y de origen cubano que juegan en las grandes, hizo un equipo completo.
¿Se imaginan el calibre de un equipo cubano integrado por los dos equipos cubanos, es decir LA NACIÓN CUBANA jugando sobre el terreno?
Esto no es nuevo para mí, hace ya unos veinte años que vengo insistiendo en la necesidad de que Cuba se abra al mundo y el mundo se abrirá a Cuba, ahora en materia de béisbol, pero nada, seguimos planificando, seguimos pensando, y seguimos calculando que es lo mejor para el colectivo de la isla, mientras la nación continua creciendo fragmentada, dividida de raíz.
Ayer algunos me dijeron que preferían que Cuba perdiera, yo le dije a mi esposa que por primera vez me sentía afectado por un sentimiento contrario, sentí que las fuerzas comenzaban a flaquear, pensé que me había pasado al bando de los que enfrascados en una batalla política terminan por pasarse al otro lado y se vuelven contra el terruño.
Me fui a la cama y di vueltas en ella sin conciliar el sueño. Al final desperté convencido de que no me pasaría a ningún otro bando, yo seguiría con los míos, librando la batalla con mi equipo Cuba, con esos muchachos que sobre el terreno lo dan todo y luego llegan al barrio y recorren las calles de la ciudad a pie y sin camisa, me dije que volvería a apostar una vez más por mi isla, aunque la quisiera ver como una nación toda, donde mis ideas sean tenidas en cuenta sin considerarme un traidor, ni a mí ni a muchos otros.
Por eso opté por morir con las botas puestas en un terreno que nos quedaba grande, donde vinimos remontando de abajo, donde pesó al final la ausencia de la otra Cuba, donde los jugadores lo dieron todo, pudiendo dar ese extra que ellos desconocen motivo de las prohibiciones.
Hoy siento con dolor la derrota de mi equipo Cuba, y la alegría de no haberme equivocado, porque sabía, antes de que se iniciara el partido de que ese juego no lo perderíamos hoy, ya lo habíamos perdido antes de entrar al terreno.
RESUMEN
1- Cuba debe convertirse en una NACIÓN Grande, y para ello, deben jugar los de dentro y los de fuera.
2- Los jugadores cubanos deben tener el derecho y la libertad de salir a jugar a la liga que deseen y de cobrar por lo que valen, al final no se trata de dinero, se trata de la experiencia que se gana y de los conocimientos que se adquieren. Contreras no es, y lo ha demostrado, mejor ni peor persona por el billete que tiene en el banco.
3- Si se quiere avanzar, pues a pasar página y a entrar en el Mundo con fuerza y con ese rico talento que tenemos.
Escrito por Liber Yamil Barrueta Martínez
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