No dejan de asombrarme los comentarios racistas que encuentro de vez en vez en el Nuevo Herald, aclaro, no estoy acusando al periódico, sino a los comentaristas que dejan plasmadas sus opiniones bajo los artículos. No hace mucho, bajo uno de esos artículos, encontré más de cinco comentarios racistas, puramente racista. Uno de ellos decía que esa plaga de negros sólo hacían daño al país, otro decía que había que verlos como armaban broncas, alteraban el orden y se creían los dueños de Estados Unidos de América.
Lo contradictorio y a la vez risible, por no decir otra cosa, es que todos los que comentaban eran latinos, cubanos o descendientes de familiares nacidos en la zona donde más mezclas no pudo existir.
Lo contradictorio es lo poco que nuestra propia gente se da a respetar y lo rápido que se convierten en perros fieles, no sólo de una cultura rara, sino de los vicios y apegos a un pasado racista y perverso.
No había ni un comentario de ningún norteamericano, no encuentro esa misma reacción, ni siquiera la he visto, en amigos blancos y norteamericanos con los que he tenido la posibilidad de conversar y de estudiar.
Resulta aberrante, por no decir otra palabra, que por lo general, venga de latinos, de cubanos y de mezclados, este rechazo y ataque a una cultura que estaba mucho antes de que ellos pusieran un pie en los Estados Unidos de América.
Yo, en honor a la verdad, no quiero responder con palabras, yo creo que el talento, la cultura, el deporte y el arte desarrollado por estos AFROAMERICANOS se impone.
Los dejo con este vídeo de la calle. Bailando bajo la lluvía, los hacen muy bien.
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