Las ciencias nunca fueron mi fuerte. En la Primaria recuerdo que me era fácil la Matemática. Solía alcanzar siempre el máximo, pero una vez que choqué contra la Física y la Química en la etapa de la Secundaria ya se me trancó el dominó, a pesar de haber tenido excelentes profesores en la ESVOC.
Recuerdo a Robertico "El Mocho" que fue de lo mejorcito que tuvimos en esa etapa, si tenemos en cuenta que el otro, El NegroTabío, el J´de Cátedra, era odiado a pesar de ser un tipo encojonao´ por el único hecho de estarse jamando a Aurorita, una bella rubia, profesora de Historia, de la cual estábamos enamorados y "el pecado de ella", nos convertía en enemigos de su amante. El Gallego, de Matemáticas también, sabía muchísimo, pero no sabía explicarse, y nosotros, no sé porque motivos, comenzamos a cogerle la baja.
Barrios y Abreus, fueron nuestros profes de Química, y Avellanes, a quien hoy podemos ver de Jefe Comercial en la Terminal Astro de Cienfuegos lo fue de Física.
De la etapa del Pre no recuerdo muchos nombres, excepto el de Gema, la profe de Matemáticas en 10mo grado, una tipa tan buena gente que le fue imposible controlarnos y en ocasiones lloraba de rabia por el motivo de no querer jodernos, y nosotros solo queríamos una libertad inaudita dentro del aula.
Sin dudas de esa etapa lo mejor fue la Linda Jackson. Vaya, ... pero vaya! La Jackson fue apodada así por su modo de desplazarse frente al pizarrón a la hora de impartir la clase. Era flaca, como el Michael, ligera de movimientos como él y fea, como ella sola. Se pelaba al león, y uno intentaba concentrarse en entender aquella metralla que ella impartía pero nos era casi que imposible no reirnos, pues sus movimientos eran deliciosos. Un pasito para alante, dos para atras, o viceversa. No se si lo hacía para mantener nuestros ojos en movimiento pero ciertamente era risible y a la vez adormecedor. Realmente el marxismo nunca me entró de frente ni en 11no cuando me lo impartió la Jackson ni en el 12mo cuando me lo impartió Mario Guerra, que no caminaba como su predecesora, pero que parecía bastante poco convencido de lo que impartía, al extremo que años después, presentó papeles para irse del país.
De esa etapa, ya estaba en el Nueva Creación, recuerdo a Ramona, la profesora de Matemáticas, quien el primer día me botó de su clase, acostumbrado yo al "relajito" que teníamos en el Grupo 1 de la ESVOC y me cayó encima como una singuilla al otro día, hasta que al no tener más repertorio de lanzamientos me preguntó que de donde yo venía y cuando le dije que de la Vocacional, murmuró: Ahhh de la Vocacional y se recordó isofacto de las energías gastadas y tiempo consumido el curso anterior en querer joder al Coba, mi colega de tantas batallas en la ESVOC, y me dejó tranquilo para siempre.
Recuerdo al Barcos, el de Física, sin dudas, lo mejor de la escuela. Un hombre en la extensión de la palabra, un amigo de sus alumnos al igual que El Ruso, un mulato de no se que pueblucho de Matanzas, fan al Fútbol y también de esos que podemos decir eran de puntería.
Cajides, el de Biología, no sabía impartir las clases de otra manera que no fuera leyendo cartoncitos y caminando entre las mesas. No se porque rara coincidencia sus clases venían siempre detrás de las que nos impartía Cermeño en la Educación Física, y el Cerme, como nos mantenía corriendo hasta el último minuto, lo que mandaba luego a su colega eran unos cuerpos extremadamente cansados, que al sentir aquella trova ligera de células, fitoplasmas, amebas, tejidos y protozoos, caía irremediablemente en los brazos de Morfeo. Cajides se la pasaba despertándome hasta que un día amenazó con decírselo a mi tía, colega de él de la misma asignatura, pero en otro Pre, y me profetizó un soberano ponche en la Prueba Final. Debo reconocer que hubiese acertado, de no ser por mi tía que me repasó toda la materia del semestre unos días antes del examen, pues la verdad era que estaba más perdido que Robinson Crusoe en su balsa de madera.
En el Pre Militar de Cabaiguán, la Profe de Matemáticas, era una guajira troncúa, trigueña, criada a boniato, con unas caderas y unas nalgas que nosotros, ya sobre los veinte, en alguna ocasión supongo, la hayamos recordado en los baños. La de Español, Susana, era una temba rubia de ojos verdes y chiquitica pero con un cuerpo también extremadamente bello y fue otra que tuvo el honor de botarme un día de su clase, dice, porque lo mío ya era demasiado. Si me pongo a hacer memoria, creo que la única maestra que no me botó de un aula antes de mi etapa en la Universidad, fue Yolanda, mi maestra de 1ro a 4to grado. La verdad que nunca he podido estar quieto en un silla de cualquier aula.
En la Universidad, en mi 1er año conocí a Nara Araujo, una mujer superculta, pero que no tenía reparos en su lengua para decirte CALLATE LA BOCA QUE ESTAS HABLANDO MIERDA. Por suerte, jamás me lo dijo, pero a Stalin, nuestro compañero de aula sí, y nos daba una pena inmensa y más miedo aún intentar contestar sus preguntas. Conocí a Adelaida de Juan y no recuerdo su sonrisa, al menos nunca le vi una sonrisa plena en su rostro y tuve la dicha de sacar 5 en los tres exámenes que nos hizo.
Ninguno de ellos contó con un apoyo audio-visual decente. Incluso, en algunos casos que mencioné, fue nulo. Cuando aquello no había videos, en las escuelas, si acaso unos medianos proyectores, enormemente consumidores de corriente y extremadamente emanadores de calor, los cuales había que apagar cada cierto rato para evitar se llevara el bombillo. Ninguno de esos profesores que mencioné tomó el magisterio como opción de trampolín y eran, casi en su totalidad, absolutamente respetuosos con el estudiantado. Y se aprendía. Había que aprender. No te regalaban la nota.
No tengo muy claro como es la cosa hoy. Me han hablado del promocionismo, de los Maestros Emergentes; de que muchos llegan al aula, apagan la luz, mandan a callar y ponen a correr un video de 45 minutos. Supongo haya sus excepciones, siempre las ha habido, solo quisiera pensar que nunca, nunca, sea esa la norma a pesar del énfasis que ponen muchos en contarme "el caos" y la verdad es que el fenómeno no es exclusivo de Cuba. Aquí también los hay, lo que con otros matices y peor aún, con pistolas, pero de estas últimas no quiero hablar hoy.
Mi amigo Omar Torres, que imparte clases aquí en la Florida, en un High School, me comentaba sobre sus chicos no hace mucho. Me decía que los tenía buenos y los tenía malos, pero que por norma general todos estaban en la misma onda. Y yo, pensando que al tenerlo todo, una base material excelente, buenos profesores, material audio-visual de primera, INTERNET!, deberían hacer gala o al menos agradecerlo en nombre de quien no lo tienen, quedé decepcionado.
Están perdidos Larva, perdidos, me dijo, y yo en ese instante recordé la versión del pasillo lunar de Linda Jackson, las pequeñas notas en las manos de Cajides. Recordé a Maria Antonia Carvajal, mi profesora de Ruso en la Secundaria; recordé a Tabío y a Aurorita. Recordé a Marino, a Osvaldo, a Villivá... recordé todos aquellos que trabajaron "sin luz".
-Bendita sea "la luz" Omar, le dije, pero bien utilizada.
-Así mismo es compadre, así mismo es, me respondió entre la muerte de uno de mis cigarrillos y el último sorbo su Frapuccino.
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