viernes, 18 de enero de 2013

Un cienfueguero por el mundo. Y un cuerpo crecido en la batalla.


Escrito por Liber Barrueta Martínez
Esta mañana alguien me escribió para saludarnos. "¿Cómo andan cienfuegueros?" Fui a la foto y me encuentro con uno de esos personajes, que en medio del más crudo de los tiempos, ese llamado Periodo Especial, nos motivaba con su figura a comernos los hierros; que nunca pasó, en mí, de ser más que un impulso.  A Carlos Gonzalez un abrazo desde Suecia. 

Yo era de esos que gustaba de meterme en el centro de las colas, disfrutaba especialmente en Santa Clara, ciudad donde fui a parar por los estudios, de alterar el orden en medio del desorden para terminar haciéndome de un buen puesto o negociando con el administrador del local, para entonces convertirme, junto a Pascual, el negro Fly y otros de la tropa, en los dueños absolutos del orden. Pasando de ser los desordenados, a los controladores, era un método infalible, que nos funcionaba en toda Santa Clara, pero en Cienfuegos no. 

Fue en una de esas colas, justamente en el antiguo Cajón de Cienfuegos, después Tropisur, donde en la batalla crucial por el batido, en medio de los empujones innecesarios, me topé de frente con Omar el de la Sierrita, Carlos Gonzalez y otro que ahora no recuerdo su nombre. "Oye aquí todo el mundo tiene su tique" Me dijo uno de ellos, no recuerdo cual, y yo tuve que hacerme de un trozo de cartón. 

Realmente, no por un problema de machismo o tal vez sí, soy enemigo de andar describiendo el cuerpo de los hombres, pero aquellos tipos eran tres piedras talladas en medidas perfectas y no se me impusieron con ninguna guapería, entre otras cosas, porque no les hizo falta, era imposible moverlos de sus sitios a menos que les diera con un palo. Después me dijeron que Omar era el rey de las pantorrillas, nadie tenía las piernas de Omar el de la Sierrita, y nadie bajaba más batido que aquella tropa que intentaba mantener esa figura en medio de tanta hambre, sí, hambre que era la que pasábamos todos. Con batido de plátano, con sopa de col, con arroz con col, con dulce de col y con lo que se encontrasen donde fuese, luchaban por mantenerse, y por lograr ese su sueño que era UNO. Alcanzar una figura perfecta en las medidas comiéndose los hierros. 

Hoy, por esas cosas del Facebook, me he vuelto a topar con Carlos, ahora vive en Argentina, tiene un Gym que está echando humo, se mantiene dándole a los metales, y les envía un saludo, un abrazo grande a todos los cienfuegueros de dentro y de fuera. 

Con su autorización, fotos de un cienfueguero más, de los tantos que andamos por el mundo. Carlos Gonzalez en su GYM  CHARLYSGYM




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