lunes, 11 de febrero de 2013

CARTA A CUALQUIER MINISTRO QUE LEVANTO SU MANO CUANDO SE VOTO EN EL PARLAMENTO



Usted no puede decirme que miento. Tal vez no le ví pero imagino que lo hizo. Supongo que lo haya hecho. Bajo ciertos atisbos de democracia, yo se que su voto fue por convencimiento. Medidas enérgicas y sinceras, paridas por la madre necesidad exigen de personas como Usted una respuesta a tono con estos tiempos. Nosotros no tenemos otra esperanza que confiar en Usted y en personas como Usted. Los hijos de puta siempre buscan el modo de jodernos y de bloquearnos. Lo que nunca podrán bloquearnos es la idea. Nunca podrán limitarnos el pensamiento, la bondad, el amor por lo bien hecho. Es un destino que nos corresponde desde que Martí se puso al frente de los desposeídos de esta tierra y de este mundo. El mundo de los pobres. De los robados de siempre. Los injustamente acusados de incivilizados. Han pasado muchos años pero hemos decidido seguir adelante. Contra viento y marea. 

A muchos les dolerá lo infinito, lo perecedero. Intentarán castrarnos la esperanza y recibirán bayonetas y puños por respuesta. Usted estará ahí, como siempre a nuestro lado. Lo imagino. Tal vez no le vea pero supongo que lo haga. Es su deber. Como debe ser su deber exigir una respuesta y lograr que los culos se despeguen de las sillas, que quienes dirijan lo hagan desde la prédica con el ejemplo. Allí donde el Sol aprieta, es que se forja la patria y se soporta el dolor. Sin avasallar subordinados. Sin formar conciliábulos grotescos.

Tal vez un idiota nos quite el agua que debemos por sagrado y humano tomar para mantenernos vivos “pues hay que reducir los costos”, mientras por otro lado manda a construir un local de fiesta al cual nunca fue nadie, malgastando así miles de pesos. Tal vez otro nos apague las luces que nos alumbran el camino, o nos llenen de mierda y pestilencia el lugar donde descansamos. Eso será otra piedra en el camino que apartaremos. Basta con que aunemos las fuerzas, basta quizás con que Usted sepa.

Sí, usted alzó su mano. Usted estuvo de acuerdo con que los torpes, idiotas e ineptos no deben dirigirnos, ni deben dirigir nada, pero usted no puede controlarlo todo. Usted no puede saberlo todo. Es imposible. Usted no es Dios. Lo sabemos. Quienes estamos por debajo de Usted a menudo lo citamos e invocamos en nuestras prédicas, mientras pretendemos evitarlo si nos lo topamos en el camino. Tal vez sea por miedo o ignorancia acumulados. Tal vez por respeto.  Quizás nos resulte imposible llegar a su Despacho pero creo que sí, que usted debe saberlo. Usted debe conocer que mientras Usted alzaba su mano y aprobaba las palabras del Presidente de su República, ineptos eran nombrados para puestos de Gerente. Usted debe conocer que mientras muchos de nosotros nos quemábamos las pestañas en la Universidad estudiando idiomas y creíamos que podíamos llegar arriba con nuestro esfuerzo y conocimientos, otros más habilidosos nos socavaban el camino al triunfo con desidia, con oportunismo, con desfachatez sin limites y ahí están, riéndose de todos nosotros, sin haber estudiado lo correspondiente, dirigiendo, operando “a como venga”, con pérdidas, en absoluta concupiscencia  y ponzoñosa bondad hacia “qué es lo que tu quieres que yo haga?” o sea, sin mover un dedo para mejorar las cosas. Peor, robando recursos, desviándolos.

Sí, Usted como muchos otros saben que la mediocridad no puede regir nuestro destino. Usted, tal vez en representación mía y de muchos, alzó la mano con total convencimiento que su Presidente no solo tiene la razón, sino que sí, que ya es hora de ponerle freno a quienes más que echar hacia delante esta carreta, clavan el eje de las ruedas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario