De la mano del árbitro y el técnico, Cuba de regreso a casa.
La combinación de un planteamiento cobarde y
una nefasta actuación arbitral dieron al traste con los sueños de la selección
nacional cubana y la lanzaron al precipicio de la eliminación con un aplastante
1:6.
Si la actuación arbitral del central del
partido entre Cuba y Estados Unidos fue penosa la de Mark Geiger hoy sobrepasa
el calificativo de vergonzosa. El norteamericano no solo otorgó un penal
inexistente a los panameños y que terminó en el pronto empate de la Marea Roja,
sino que se tragó una expulsión clara de uno de los jugadores panameños por
agresión a Corrales, pues de accidental no tuvo nada el codazo que le
propinaran al jugador de Pinar del Río y que terminó con el mismo fuera del
terreno de juego por largos minutos con la nariz rota, tiempo en el cual cayó
el segundo gol panameño, además Geiger se tragó dos penales inexistentes a
favor de Cuba cometidos por Chenn sobre la humanidad de Ciprian, el segundo de
ellos del tamaño del estadio y el cual la producción, cómplice, demoró casi 10
minutos en repetir.
¿Qué hubiese pasado si no se hubiese pitado el
mencionado penalti y se hubiese expulsado al jugador panameño? ¿Qué hubiese
sido con Cuba ganando 1-0 y con un hombre de más? Eso no lo sabremos nunca,
porque mister Geiger nos privó de ello, pensamos que el morbo del Panamá –
México, la posible revancha mexicana sobre el equipo que los derrotó en la
primera mitad pudo más que el de un México – Cuba muy desbalanceado, había que
darle la oportunidad a los mexicanos de lavar la afrenta, además de las
ganancias que puede generar un México – Panamá con el antecedente de la primera
ronda son claramente superiores a las que pudiera generar a la que generaría el
encuentro entre los aztecas y los Leones del Caribe.
Pero árbitros y conjeturas aparte, lo cierto es
que Cuba perdió por ser mezquina, roma, sin ambición, un equipo que olvidó sus
virtudes y agrandó sus defectos gracias a un planteamiento táctico cobarde de
Walter Benítez, que a diferencia de Dely Valdés no hizo su tarea y que prefirió
la mediocridad de ceder el balón al contrario encerrarse atrás y esperar, como
ocurriera con Belice en esta Copa Oro, un jugador le arreglara el partido.
Walter tiró a la basura los videos de los dos
previos enfrentamientos entre los nuestros y los canaleros y en el juego de
constante pases y rotación de jugadores y balón, propuesto por Alexander
González le causó grandes dolores de cabeza al conjunto panameño con el que se
cayó por un estrecho margen 0-1 en la Ciudad de Panamá y se empató en La
Habana, mientras que el técnico de la Marea Roja conocedor de la debilidad
defensiva del menor de los Colomé convirtió ese lado de la cancha en un puntal
de su defensiva por donde entraron una vez sin que la defensa cubana, individualista
y sin relevos pudiera contenerlas.
Cuando se antojaba una Cuba más ofensiva, con
hombres que pudieran tener el balón y apoyar a Ariel Martínez en la creación
del juego buscando suministrar balones a nuestro delantero y mantener alejado
el balón de los predios de Molina y la zona defensiva cubana, evidentemente los
puntos flacos de la Tricolor, se optó por poblar el mediocampo con tres
contenciones, que poco podían aportar a la tenencia del balón, replegándose el
equipo sobre el área cubana, y entregándole la de gajos a un equipo inspirado,
que sabe usarla y con una delantera letal, un libreto usado ya en los dos
primeros partidos del torneo con resultados desastrosos, el desenlace de hoy…
mucho más estrepitoso.
Walter hizo propia su filosofía de dejar el
pasado en el pasado y terminó cometiendo los mismos errores, tampoco entendió
que un equipo que se desarma no se arregla agregando delanteros y si hombres en
la media que puedan asumir la tenencia del balón y la suministración del mismo
a los delanteros, pues el trabajo de los mismos es finalizar no crear.
Sus cambios tanto de jugadores como de posición
partieron aun más al equipo cubano, dejándolo sin media cancha, y
convirtiéndolo en solo dos bloques, tres arriba y el resto atrás muy mal
colocados, lo que propició la esterilidad en el ataque y el desastre en una
defensa que se vio muy mal trabajada y que siempre fue superada por el conjunto
canalero que no se llevó una goleada de escándalo a favor por el buen trabajo
de Molina bajo los tres palos.
Cuba perdió no solo porque Mark Geiger nos
apuñaleo miserablemente, sino porque nuestro técnico nos envenenó de
mediocridad y miedo, porque Cuba nunca buscó arriba, ofender al rival, los
goles para pasar de ronda porque no se puede pretender pasar a la siguiente
ronda si solo se dispara una sola vez en 90 minutos.
Panamá ganó porque así lo mereció pues más allá
de los regalos de Mister Geiger, fue el mejor de los dos y el que buscó desde
el inicio el acercarse al área rival y hacerle daño en el terreno de juego,
ganó porque el futbol suele premiar al que sueña y no con el mezquino, ganó
porque el Compañero Benítez dejó su equipo jugar a la Ruleta Rusa con la todas
las balas en el cargador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario