Hace unas semanas aplaudíamos la decisión de los federativos cubanos
de perdonar al vallista Orlando Ortega, sancionado meses atrás por
alterar su programa internacional de competencias.
El castigo de manera indefinida iba ya por algunas semanas y
amenazaba seriamente su presencia en el Campeonato Mundial de Moscú,
pero se le suspendió cuando faltaba muy poco para partir hacia Rusia,
con lo cual se afectó sobremanera la preparación del corredor.
De un pronóstico de medallas se pasó apenas a una inclusión en la
final, que tampoco se logró, y el propio atleta contó su decepción a la
prensa acreditada por el tiempo perdido, y su insatisfacción por haber
sido sancionado. En el viaje de regreso, Ortega decidió abandonar la
delegación en Madrid.
Hasta ahí los hechos, pero como siempre, aparecen las consecuencias.
En primer lugar, se demuestra que a veces no es suficiente con
rectificar, es mejor actuar bien desde el principio, con la mayor
justeza. En este caso siempre nos pareció demasiado severa la pena para
un atleta que al final, aunque tiene criterio propio, debe acatar las
instrucciones de su entrenador. Llegó el perdón, pero evidentemente la
herida abierta no había sanado, y lamentamos otra deserción.
No creo que la mejor actitud sea tirar la toalla cuando ocurre la
primera dificultad, porque se trata de un atleta que apenas empezaba su
carrera y tenía tiempo con creces para dar una cachetada sin manos a
quienes lo acusaron, pero en fin, esa fue su decisión.
Por parte de las autoridades, si bien quizás fueron demasiado severos
en un inicio, luego mostraron la disposición de rectificar, valorando
también la correcta actitud del deportista, y esto es muy importante.
Lo digo porque la baja puede crear un mal precedente, y tomarse como
que no vale la pena dar marcha atrás cuando se obra incorrectamente,
porque a la larga ese deportista está perdido. No y mil veces no, si
algo nos hace mejores es la capacidad de perdonar, que no debe
confundirse con blandenguería.
Las actitudes intransigentes nos han hecho perder más de un talento, y
después los hemos echado de menos. Yo al menos considero que en vez de
decir: “No los necesitamos”, debemos decir “los perdimos”, por H o por
B, pero los perdimos. Por eso los que seguimos y seguiremos aquí debemos
meditar hasta el cansancio cualquier medida, sobre todo las punitivas, y
si hay que rectificar, se rectifica, ¿por qué no?
Solo espero que esta vez no botemos el sofá, porque entonces seguirán cayendo vallas.
agradecimientos especiales a Rafael Rofes y a su blog cronodeportesonline.com
agradecimientos especiales a Rafael Rofes y a su blog cronodeportesonline.com
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