Covadonga, una historia de perseverancia
por Omar George Carpi
El restaurante más famoso de Cienfuegos tuvo una cuna humilde.
El restaurante más famoso de Cienfuegos tuvo una cuna humilde.
En su actual emplazamiento funcionaban unos baños privados a
principios del pasado siglo, cuando ni siquiera existían los clubs
deportivos y las sociedades exclusivas que luego le acompañaron en la
zona marítima de Punta Gorda.
La dueña del balneario era María del Llano, traída desde Asturias
como mucama por la familia de Acisclo del Valle, dueño del Palacio de
igual nombre aledaño a la playa.
El cambio de estatus de María, de niñera a propietaria, ocurrió
después de que en 1919 la familia Del Valle regresara a España y la
dejara a cargo de sus propiedades. María Covadonga, como también se le conocía, se asoció a Emeterio
Rodríguez, un compatriota que agregó la cocina al negocio de los baños
ya regenteados por María. Ese fue el inicio de una leyenda culinaria
que tiene a la paella como principal protagonista.
El incipiente restaurante debió afrontar no obstante algunas pruebas
difíciles como los daños ocasionados por el huracán que devastó a
Cienfuegos el 28 de septiembre de 1935. Repuestos a duras penas de la catástrofe, los asturianos
improvisaron un salón conocido entonces como “la glorieta”, una
referencia que seavenía con el modesto aspecto y las reducidas
dimensiones del recinto. A pesar de las limitadas condiciones para el
servicio, la especialidad de la casa ya era lo suficientemente atractiva
como para contar con una clientela asidua y creciente.
La antigua doméstica se consolidó como dueña absoluta del
establecimiento hacia la década de los años cuarenta del pasado siglo,
cuando su socio Emeterio, cansado y enfermo, decidió venderle la parte
que a él le correspondía en el negocio.
Llego un momento en que la fama del “Covadonga” no se correspondió
más con el aspecto de sus instalaciones, que excepto el local del bar y
su fachada, eran todas de madera, incluida la cocina y el salón para los
comensales.
Fue entonces que su propietaria se decidió a transformarlo. Se
modificó todo el frente y el área de elaboración. Al reformado comedor
se le siguió llamando “la glorieta” por su estructura abierta, pero
ahora con capacidad para cuatrocientos parroquianos.
El 5 de diciembre de 1953 quedó reinaugurado el “Covadonga” tal como
hoy lo conocemos, excepto algunos detalles que el tiempo se ha encargado
de matizar. Fue todo un acontecimiento al que fueron invitados los
habituales clientes del restaurante, que no eran pocos.
La transformación experimentada por el establecimiento consolidó la
fama de la paella de Covadonga, que junto al típico plato de camarones
acaramelados, identificaban a Cienfuegos en toda Cuba, al punto de
convertirse en uno de los principales atractivos turísticos de la
ciudad. Hubo clientes de La Habana – con solvencia económica
suficiente, por supuesto – que hacían un viaje de casi seiscientos
kilómetros para almorzar en el “Covadonga” y regresar a la capital en el
día.
Otro
suceso, no precisamente gastronómico, sino histórico, dio todavía más
renombre al restaurante: Fidel Castro, el líder triunfante de la
Revolución Cubana, lo visitó y cenó en él, el 6 de enero de 1959, cuando
pasó por Cienfuegos en su marcha hacia la capital del país, en la
Caravana de la Victoria.
Paradójicamente, la privilegiada ubicación del “Covadonga” ha sido
también la causa de sus ocasionales desgracias. Más de una vez se ha
levantado sobre las ruinas dejadas por sucesivos huracanes que lo han
asolado en un lugar tan vulnerable. Pero ahí sigue, tan perseverante
como el plato que lo ha hecho famoso.
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