lunes, 9 de septiembre de 2013

La Historia del Restaurante Covadonga

Covadonga, una historia de perseverancia


por Omar George Carpi

El restaurante más famoso de Cienfuegos tuvo una cuna humilde.

En su actual emplazamiento funcionaban unos baños privados a principios del pasado siglo, cuando ni siquiera existían los clubs deportivos y las sociedades exclusivas que luego le acompañaron en la zona marítima de Punta Gorda.

La dueña del balneario era María del Llano, traída desde Asturias como mucama por la familia de Acisclo del Valle, dueño del Palacio de igual nombre aledaño a la playa.

El  cambio de estatus de María, de niñera a propietaria, ocurrió después de que en 1919 la familia Del Valle regresara a España y la dejara a cargo de sus propiedades. María Covadonga, como también se le conocía, se asoció a Emeterio Rodríguez, un compatriota que agregó la cocina al negocio de los baños ya regenteados por María. Ese fue el  inicio de una leyenda culinaria que tiene a la paella como principal protagonista.

El incipiente restaurante debió afrontar no obstante  algunas pruebas difíciles como los daños ocasionados por el huracán que devastó a Cienfuegos el 28 de septiembre de 1935. Repuestos a duras penas de la catástrofe,  los asturianos improvisaron un salón conocido entonces como “la glorieta”, una referencia que seavenía con el modesto aspecto y las reducidas dimensiones del recinto. A pesar de las limitadas condiciones para el servicio, la especialidad de la casa ya era lo suficientemente atractiva como para contar con una clientela asidua  y creciente.

La antigua doméstica se consolidó como dueña absoluta del establecimiento hacia la década de los años cuarenta del pasado siglo, cuando su socio Emeterio, cansado y enfermo, decidió venderle la parte que a él le correspondía en el negocio.

Llego un momento en que la fama del “Covadonga” no se correspondió más con el aspecto de sus instalaciones, que excepto el local del bar y su fachada, eran todas de madera, incluida la cocina y el salón para los comensales.
Fue entonces que su propietaria se decidió a transformarlo. Se modificó todo el frente y el área de elaboración. Al reformado comedor se le siguió llamando “la glorieta” por su estructura abierta, pero ahora con capacidad para cuatrocientos parroquianos.

El 5 de diciembre de 1953 quedó reinaugurado el “Covadonga” tal como hoy lo conocemos, excepto algunos detalles que el tiempo se ha encargado de matizar. Fue todo un acontecimiento al que fueron invitados los habituales clientes del restaurante, que no eran pocos.

La transformación experimentada por el establecimiento consolidó la fama de la paella de Covadonga, que junto al típico plato de camarones acaramelados, identificaban a Cienfuegos en toda Cuba, al punto de convertirse en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad. Hubo clientes de La Habana – con solvencia económica suficiente, por supuesto – que hacían un viaje de casi seiscientos kilómetros para almorzar en el “Covadonga” y regresar a la capital en el día.

Otro suceso, no precisamente gastronómico, sino histórico, dio todavía más renombre al restaurante: Fidel Castro, el líder triunfante de la Revolución Cubana, lo visitó y cenó en él, el 6 de enero de 1959, cuando pasó por Cienfuegos en su marcha hacia la capital del país, en la Caravana de la Victoria.

Paradójicamente, la privilegiada ubicación del “Covadonga” ha sido también la causa de sus ocasionales desgracias. Más de una vez se ha levantado sobre las ruinas dejadas por sucesivos huracanes que lo han asolado en un lugar tan vulnerable. Pero ahí sigue, tan perseverante como el plato que lo ha hecho famoso.

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