Los cubanos somos únicos –con y sin chovinismo. Somos alegres, cumbancheros, soldiarios… y a esto último me quiero referir con un ejemplo: basta con que alguien enferme y contará con la preocupación y el apoyo de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y hasta las personas relacionadas con esta lista, que como verá, crece progresivamente.
Basta con que alguien caiga en un hospital y allá va la avalancha de preocupaciones y visitas, algo visto como muy natural y qué importan los riesgos de meterse en una institución de Salud, qué importa la hora, ni el que está al lado… hay que “cumplir” con fulano o con la familia de fulano.
Se me iba otro ejemplo: un muerto… la funeraria se llena de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y hasta quien va a “hacer la media”. Y lo peor, pocos comparten el dolor de los cercanos al fallecido, los más hacen cuentos, se ríen, rajan del resto en el convite y uno hasta se puede enterar del lado oscuro del occiso, contado en voz baja, como si el protagonista del chisme pudiera enterarse desde su inerte posición… clásico del cubano, así somos…
Pero vuelvo al caso que me ocupa. Se anunciaron regulaciones para las visitas a los hospitales y demás centros de asistencia sanitaria, donde precise permanencia el paciente y lo creo muy lógico, adecuado, correcto y no es que sea un cubano de otro mundo –aclaro-, pero el entra y sale, la comedera y fumadera de los “flotantes” a nada contribuye, mucho menos la bulla, las expresiones de alegría o compasión que ponen los pelos de punta al resto de los ingresados.
Un hospital se convierte a cualquier hora del día en el más barriopinto cubano. Allá va todo el mundo, vestido comoquiera; se puede comprar lo que usted quiera, pues hay hasta quienes comercian en la institución –papel sanitario, café, alimentos ligeros, chucherías, en fin- y qué me dicen de los que coinciden allí luego de un tiempo sin verse… al carajo se va el enfermo: chismes, cuentos, abrazos, besos y hasta discusiones por viejas rencillas familiares…
El Ministerio de Salud Pública ha adoptado una medida imprescindible, no solo para preservar la tranquilidad de los pacientes, el buen trabajo de los profesionales y personal paramédico, sino por el bien de las propias instalaciones, algunas en deteriorado estado y que son sometidas a una carga superior…ah y la limpieza, el lugar que debiera ser santuario del orden y la higiene, se ve convertido en lo contrario luego de la avalancha permanente de los “solidarios”.
Cierto que todos queremos saber cómo anda un familiar, un amigo, un vecino, un compañero de labor, pero ya se crearán los mecanismos –de hecho existen, solo habrá que perfeccionarlos y dejarlos en mano de personas sensibles, incapaces de malas respuestas o desorientación. Y es que habrá más días para la presunta preocupación (martes, jueves, sábados y domingos), porque quedan exentos de visitas solo los lunes, miércoles y viernes.
Ahora veremos cómo reacciona la población, casi siempre dispuesta a “bajarle la muela” a quienes custodian las puertas o sonarle el escándalo cuando es un “cuadrao”, a quienes por cierto también habrá que instruir… aunque para algunos, pueda ser demasiado tarde, porque hay cada unos…
En fin, sigamos siendo alegres, cumbancheros, solidarios y más, pero evitemos recoger obsorbos en un hospital y hasta ser portadores de mayores males para los inmunodeprimidos. Otras dificultades tiene nuestro sistema sanitario, mas empecemos a contribuir con la parte que nos toca a los ajenos a procederes y diagnósticos.
Por Boris L. García Cuartero
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