miércoles, 16 de enero de 2013

LA COCA COLA DEL OLVIDO


No existe modo de adivinar las voluntades en una persona sin tenerla cerca. Las mentiras caen, como pesado fardo en el pecho de quienes quieren hacer el mundo de una manera mucho mejor de la que ya existe. El que viene, va, el que pasa, o el que se queda... el que azuza, el que traga y calla, el que mira y juzga, sea quien es sea, provenga de donde provenga, solo pone en práctica lo que por fuerza y aún en dialéctica de descubrimiento, le es dado hacer.

Aceptar o rechazar amistades es una decisión que me atañe, creo... y no sé que es más duro, si obviarte, quitarte y no verte, o ver como es que haces para no verme y si ver a los otros.
No tengo complejo alguno de ser 0, al contrario, creo que siempre fuí sumado como 9 o un casi 10. Puedo recordar a Arzuaga y su "lamelito" puedo recordar a Renay y su "capo" puedo recordar a Oriol y su "larva" puedo recordar, y a menudo me gusta hacerlo, como es que cada uno de mis amigos me llama o solía llamarme. Puedo recordar y quererlos a todos esos que me conocieron después, sin preferencias por los que me dicen "Robertico" y que quizás en proporción más numerosa me conocen desde cuando jugaba a las bolas. La verdad es que no sé si para bien o para mal, he tenido la magia de agrupar buenos recuerdos y buenos grupos a mi lado.

Tampoco quiero ser el protector del mundo, tampoco quiero proteger a quienes en él habitan, aunque quisiera. Mi error, y lo reconozco, es querer pretender en ocasiones, que los demás actúen como yo quisiera que actuaran. Por desdicha, es más fácil pretenderlo que lograrlo, y aunque me suceda, al menos me guardo la satisfacción inmensa de haberlo intentado, como aquella vez que me enteré que una amiga había venido de Venezuela, y solo aplicando el sentido común y el deseo, logré conseguir su número de teléfono... y ella vivía en un caserío, del municipio de Bolondrón, en Matanzas. Hice 7 llamadas, me fueron dando un número, luego otro y luego otro, hasta que dí con ella.  No compartía con ella el 50% de mis amistades, tampoco tenía almacenado en el log de mis conversaciones en facebook su teléfono, pero lo conseguí.  Ejemplos como este... me sobran, así, pensando, tengo a Rafael Arzuaga y a Héctor Miranda, de quienes tras muchos años de no saber sobre sus vidas, logré averiguar sus números de teléfono y pude hablar con ellos. No tener batería, un telefóno que se hunde en el inodoro, y una rotura total, son solo, y permíteme decírtelo pues son las tres que empleaste, excusas baratas.

Ya la vida es otra,... la mía quizás, también cambiará. Ya la época que fuimos quedó en un rincón cálido de mi corazón, y quien sabe, cual interés movía aquellos hilos. 

Los amigos que ahora tengo no son ni mejores ni peores que tú. Tienen tus mismas obligaciones. Las tengo cuyos maridos me odian, y el solo hecho de oír mi apellido les provoca espasmos en los genitales; las tengo extrovertidas, introvertidas, mentirosas, chambeloneras y bien putas. Tambien tengo ex-alcóholicas y drogadictas. Algunas duermen poco, otras no tienen ni tiempo de dormir, pero a veces me escriben.  Los tengo borrachos, hablantines, culos rotos, mentirosos, e interesados. Te repito no son ni más ni menos que tú, pero al menos me ven las opiniones, no discriminan, si yo saludo, me saludan, si les digo algo feo o bello me responden; no me obvian y pasan al siguiente comentario. No son ni mejores ni peores, te repito, pero en algún que otro día libre que tuvieron se  tomaron un café conmigo, me llevaron a un viñedo o me llevaron a una piscina a comer chuletas de puerco a la grill. Tú por el contrario, nada de eso me has ofrecido. No has tenido ni un restrojo de tiempo para decirme: "Oye, no tengo tiempo". Mirar mis palabras en tu muro y pasarlas por alto y responderle a la "nueva amistad" que opinó detrás de mí dice muy poco de tu atención hacía mi que te dí un mundo cuando pude.

Esos que conmigo comparten, algunos, no puedo llamarlo mis amigos. Con ellos compartí o bastante o mucho o bien poco o nada en Cuba, sin embargo aquí, me dieron un TV viejo que necesitaba, cuatro platos y tres cucharas. Me dieron un colchón de medio palo con sospecha de tener garrapatas y unos trapos para la cocina. Otros me dijeron: hoy te quedas en mi casa. Tienen defectos como todos. No son perfectos, a veces hasta puedo sospechar que tambalean, pero al menos, me han dado la mano (fisicamente) o un abrazo, y esa espiritualidad, si me conoces, sabes que me llena los pulmones.  Y así los tengo, valorándolos quizás en cada una de sus acciones, criticando o discutiendo sus opiniones de muy diverso tipo, participando en sus charlas y jugando con ellos dominó al borde de la piscina en casa del Comas. Puede que no sean mis amigos, pero al menos, me han pedido permiso para pasar o me han pedido que les traiga el hielo o el Ron de la cocina.  Al menos, aunque me cobren las libras, me han llamado para decirme: Voy a Cuba.

¿En cuál de esta liga de perdedores, aguantonas, bajo costos y deprimidos - como los definiste a todos - has estado tú?

Cierto es o puede ser que nunca lleguen, debido a la poca sustancia de su materia gris a ser Universitarios. Quizás nunca se gradúen de otra cosa que de obrero asalariado, pero al menos persisten en tenerme en cuenta, para bien o para burlas, para colgarme al cuello una bufanda del Real Madrid y reírse a costa de una derrota culé. No son, y quizás no lleguen a serlo nunca, C.E.O's ... a mí en lo particular no me interesa. Los quiero como son, con virtudes y defectos y como no sé si en algún momento me clavan un puñal de palabras a mis espaldas, me preocupa y me gusta que me digan mi apellido cuando me ven. Al menos se que, insignificantemente, formo parte de sus vidas.

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