A Leo cienfueguero 100% |
El portero del cabaret Guanaroca ve acercarse al policía y le pide a quienes están en la puerta rogándole e intentándole sobornar para que los deje entrar que despejen un momento porque tiene que hablar a solas con el oficial. Todos se hacen a un lado mientras el uniformado llega, con cara estropeada y le pregunta al portero:
- ¿Donde está?
- Allá dentro. En la primera mesa a la derecha, pegado al escenario. Está vestido con una camisa amarilla y un jeans Jordache….bueno, Usted seguro la conoce.
El oficial le hace una seña a su compañero de patrulla y ambos entran al cabaret. Dentro se escucha Ae, Ae, Ae la chambelona. El show ha comenzado hace apenas treinta minutos.
El portero mira a los lados, buscando comprensión a su actitud servil entre la multitud aglomerada a un costado de la puerta y balbucea:
- Ah, que se ha creído la loca esa tú…. Le ha dado por venir todos los sábados al cabaret. No se de donde saca dinero el maricón ese. Seguro que dando lo que ustedes saben.
- ¿Donde está?
- Allá dentro. En la primera mesa a la derecha, pegado al escenario. Está vestido con una camisa amarilla y un jeans Jordache….bueno, Usted seguro la conoce.
El oficial le hace una seña a su compañero de patrulla y ambos entran al cabaret. Dentro se escucha Ae, Ae, Ae la chambelona. El show ha comenzado hace apenas treinta minutos.
El portero mira a los lados, buscando comprensión a su actitud servil entre la multitud aglomerada a un costado de la puerta y balbucea:
- Ah, que se ha creído la loca esa tú…. Le ha dado por venir todos los sábados al cabaret. No se de donde saca dinero el maricón ese. Seguro que dando lo que ustedes saben.
Dentro del Cabaret, bajo el constante cambio de luces, los flashes de las cámaras y el provocativo meneo de caderas de las mulatonas del cuerpo de baile, la gente se divierte con la conciencia y la despreocupación de quien no tiene que levantarse temprano e ir a trabajar al otro día. Bailan, toman, tocan muslos y lo que no es muslos por debajo de las mesas. En el segundo piso una parejita se besa “a lo salvaje” desde hace 40 segundos. Ambos tienen los ojos cerrados, ocasión que aprovecha un pillo para robarles la botella de Havana Club Carta Oro que él – el besante - ha comprado para impresionar a la apetitosa y besuqueadora ninfa (la besada.)
La mayoría de los presentes bailan, se despelotan de lo lindo y Leo, ni menos ni diferente baila La Chambelona y corea Ae Ae Ae, sin sospechar siquiera que esa noche, como en tantas otras anteriores, también dormirá en la estación de la policía de la Calle San Fernando. Su único y supuesto delito: Ser maricón.
El policía se acerca a la mesa donde se encuentra Leo junto a unos amigos, todos “cheos”, lo golpea por el hombro y le dice:
- Recoge, que nos vamos.
Leo protesta:
- Coño, pero… ¿hoy también? … hoy es mi cumpleaños.
- ¿Quién te dijo a ti que los maricones cumplían años? Dale, “ajila” que te estás yendo ahora mismo
- Pero oficial… ¿por qué? ¿Qué hice yo a ver? ¿qué hice?
- Estás alterando el orden público con el baile pájaro ese. Dale, no te resistas que va a ser peor.
Leo, asustado, opta por abandonar el local ante la mirada atónita de sus compañeros de mesa y los gritos abucheadores de ciertas personas retrógradas en el recinto.
- Fuera locaaaaa. Llévatela guardiaaaa, llévatelaaaa.
Sale del cabaret meneando su trasero como si fuese un pavo real. Pasa por el lado del portero, quien para colmo es su vecino y le dice bajitico, apenas perceptible: “Pájara atapiñá. Chivatona”
Maldice su mala suerte entre dientes mientras se acerca a la patrulla. Abre la puerta del Lada, bate su mano derecha en el aire, y sin presagiar lo que se le vendría encima de golpes horas después por el gesto y la frase tan atrevidos a punto de pronunciar, grita para que todos oigan en la inmortalidad eso que ha quedado como orgullo de todos los gays en Cuba cuando son conducidos a una Unidad de la Policía.
- Cochero…. ¡a palacio!
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