lunes, 4 de febrero de 2013

El bloqueo ¿realidad o mito?


El bloqueo de sucesivos gobiernos de Estados Unidos contra Cuba es como una manzana de la discordia. Para los cubanos que vivimos en la Isla, una verdad monda y lironda y no por repetida hasta la saciedad, en aras de mantener el “antimperialismo que sustenta a la Revolución”, sino por las necesidades acumuladas en muchos años, esas que con una inteligencia media, sabemos no son culpa de la ineficiencia, el inmovilismo y la falta de voluntad de algunos.
Para quienes trituran a la Revolución desde cualquier tribuna, es eso: la justificación a todos nuestros males, la manera que han encontrado unos pocos enraizados en el poder para vivir a costa de los beneficios asociados a sus responsabilidades; el bloqueo es la mejor arma para no mirar hacia otro lugar que no sea este pedazo de tierra en medio del Caribe, vilipendiado desde afuera y a la vez amado por muchos que dejaron sus fronteras para buscar una vida mejor. Pero el bloqueo existe y negarlo es como el ciego que no quiere ver.
No me detendré en cifras oficiales, no tengo intenciones de buscarle la lengua a los más acérrimos críticos, aunque a decir verdad, me da lo mismo ocho que ochenta y ocho, cada uno es dueño de pensar como mejor le parezca y de expresarlo, solo que preferiría fuera desde la cordura que, se supone, tengamos los humanos y no desde la discordia pueril y barata que algunos prefieren como arma demostrativa de sus resentimientos –y hasta puede que algunos los tengan justificados.
Pongo solo ejemplos sencillos de limitaciones que nos imponen desde el desarrollado norte continental por el solo hecho de vivir en Cuba, seas seguidor o no del sistema social de la Isla. Cuánto me gustaría poder hablar de tu a tu con amigos y hasta quienes no lo son, pero no se puede bajar Skype, porque al descubrir tu ID, enseguida te sale el cartelito prohibitivo –también me han dicho que está bloqueado por acá, debido a la desleal competencia que significa para ETECSA.
Lo mismo ocurre con las videoconferencias de Facebook, la populosa y hasta ramplona red social, en la cual lo mismo se despelleja a alguien que se insertan asuntos más profundos, de acuerdo con los intereses, la inteligencia, la educación y hasta las posibilidades de sus miembros.
Entonces, ¿quién le pone el cascabel al gato? Pudiera esgrimirse que soy de los “beneficiados en Cuba, que por mi profesión accede a internet de casa, con el objetivo de reproducir lo que me dicen que diga”,  pero en esta cuestión no me detendré, puede ser motivo de otro comentario, que no esquivo, dicho sea de paso. Lo cierto es que con cable submarino ALBA o no, la conexión es lenta, imposible en algunas horas del día, inservible para bajar o subir videos u otros materiales, muy a pesar de estar rodeados de cables a los que nos pudiéramos conectar.
Pero de nuevo aparece la prohibición. De parte y parte, que conste; y yo lo veo como si mi vecino quisiera entrar a mi casa y decirme cómo tengo que ordenar las cosas, qué debo ver en mi televisor, que debo cocinar o a quién tengo que poner como jefe de núcleo… oiga, a ningún cubano, cubano de verdad, con la sangre que nos corre por las venas, nadie puede venir a imponernos nada. La capacidad de discernir es otra cuestión y cada cual tendrá la suya o es que acaso no somos un pueblo culto, preparado, instruido, patriota.
Sigo con más ejemplos. Unas cuantas aplicaciones de Google no pueden ser instaladas en mi máquina, y se repite la historia, en cuanto aparece mi ID allá va la maldición de vivir en Cuba comunista, fidelista, raulista o como quieran llamarla a estas alturas.
¿Cuántas más aplicaciones pudiera mencionar o posibilidades que ofrece internet y que se anuncian libres? Son unas cuantas y puede que te enganches, pero al poco tiempo, viene la prohibición, solo por ser cubano residente en la Isla. Y me pregunto ¿prohibir no es bloquear, vedar, impedir, estorbar, obstaculizar o complicarnos la existencia?
¿Por qué Cuba no puede operar en dólares en el mercado internacional, porqué persiguen cuanta inversión se hace acá y asustan a sus empresarios, les prohíben acceder a proveedores o compradores con patente norteamericana, qué razón existe para enredar a otros países del mundo en la eterna cruzada contra Cuba, es que acaso todos los bienes que entren a mi país procedentes del exterior son para mantener al gobierno cubano y su pueblo qué, por qué no nos dejan vivir en paz? Y la lista de interrogantes, si me lo propongo, sería mucho más larga.
El bloqueo es una realidad para quienes viven de sus consecuencias y lo reproducen en lo interno de nuestra cotidianidad –los hay, decisores incluso y son los peores, porque frenan el avance de una sociedad y de sus gentes que merecemos un entorno mejor. El bloqueo es una realidad para quienes amanecemos guapos y fajaos todos los días, a quienes independientemente de los problemas domésticos, nos joden la vida y de qué manera.
Por Boris L. García Cuartero

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