Por: El Cojito Bibijagua.
Pretendo sobrevivir a algunas de las cosas que me dicen. Nada
es regalado en este mundo, nada es perfecto y salvablemente defendible. Los
dictadores pululan en las avenidas de nuestras vidas, y siempre nos torturan
con afiladas palabras de descredito y maldad multiplicada. Existe el motivo de
sobrevivencia a la intolerancia e indiferencia, de los que se alimentan con una
crítica mediocre que recolectan en las mundanas esquinas de la comunicación.
Un día, junto con la palabrita de maricón, la amenaza se hizo evidente en la cerrada frase, que
describía cuanta idiotez acumulable iba a ser la acción de quemarme la cara, sí,
la cara; me pronosticaron quemarme la cara. Un debilucho personajillo,
cubano-canario de apellido Castro me pronosticó una agresión defensora de su decoro de disidente e independencia periodística.
Ariel de Castro, bien recuerdo su nombre, pequeño en estatura y carácter,
delgado en musculatura e ideas, elitista de la inmadurez, consagrado
complejista de la inferioridad, escudriñado meretriz de la arrogancia callada.
Comuñanga que eres, y baboso del tirano, son los gritos que siempre
escucho, ignorante e hipócrita son mis adjetivos permanentes. Confieso que no
los adquirí con la misma moneda con la que pago
los halagos inmerecidos, porque esos son gratis. Solo basta que pienses, no
importa si bien o mal, si igual o diferente, solo que pienses y que lo expreses.
Los Izquierdistas de poca monta siempre descalifican; los
derechistas de Univisión te zapatean el nombre y la paciencia; los extremistas miamenses
son la consagración de lo opuesto, ellos sin razón o con ella se oponen a todo,
a la lógica opción de respetar la palabra ajena.
Al dictador que llevamos dentro lo cosechamos cada día, el
Ego nos inunda la posibilidad de adquirir y administrar el respeto. Las sombras
y los lados oscuros son iluminados con la desfachatez de lo que correctamente
creemos que es moral y de principios.
No se trata de lo que somos y a donde vamos, solo está en
este Universo que conocemos la condición de ser un Dictador en gran o minúscula
medida. Ignorando que el bien común es el amor, el respeto, la tolerancia, la
capacidad de escuchar y callar cuando se debe, y hablar cuando se urge.
Un día como hoy, sin temor a equivocarme, voy a extirpar de
mis entrañas al Tirano que llevo dentro.
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