martes, 12 de febrero de 2013

Els Castells.


Por: El Cojito Bibijagua.
Le dije a mi amigo Sergi que los quería ver, planificamos entonces la ida, la llegada y el regreso. Los Castillos Humanos; que gente más rara son, se quieren, se quieren, se quieren. Se amontonan, se reúnen y entre pilas y pilas de hombres, mujeres y niños levantan una micro sociedad, dorada con el sudor y el esfuerzo individual.

Que gente rara.

Me quedé, creo que desde ese momento en la ventana apasionante de esa Catalunya rara, nacionalista, independentista, con su bandera estrellada, La Estelada. Me contó mi amigo que se inspiraron en la cubana, para forjar ese equilátero azul con las franjas aragonesas, ella sola, nacionalista y republicana, invita a una charla.

Vicenç Albert Balleste vivió en Cuba, y le gustó aquella bandera anexionista del venezolano Narciso e independentista de los mambises manigueros, indudablemente se quedó con la parte independentista y machetera, que los hombres descalzos a caballo teñían con sangre, la tricolor de la estrella solitaria.

Que gente más rara, dios mio.   

Estaba la plaza llena de gente, de gente rara. Rodeados de Esteladas, la muchedumbre catalana bebía entre sorbos de cervezas, una alegría y armonía única, mezclados estaban a la espera de un llanto amenazante del tisú de Valls.

No se fueron.  Se quedaron agarrados en una manera de vivir con rareza alucinante, la escalada de una niña al cielo, a lo más alto, al infinito.
Casi grito y subo con ella, me empujaban algunos sentimientos, a unirme a un castillo humano, sobrehumano, sobrecatalán, de alientos fundidos, espardeñas apretadas y cuellos estirados.

Que gente.

Es posible que en pleno siglo veintiuno, nos enseñen que una sociedad es como el castell de hombres, mujeres, niños, unidos, cuidándose unos a otros, respirando, aplaudiendo, llorando, sufriendo. Es posible que desde ahora y 200 años atrás nos lancen esta lección  única de apretarnos juntos. Que gente más rara, locos, insomnes del desafío, collas estimulantes. Esta gente rara me ha dejado una piña sagrada, una Estelada y un pincel. La niña sube, como porvenir emergente, yo suspiro, aplaudo y subo con ella.

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