jueves, 21 de marzo de 2013

Camilo Vives, el productor que puso en pie los filmes más célebres del cine cubano

Estuvo a cargo de películas emblemáticas de la isla, como 'Lucía' o 'Fresa y chocolate'


Camilo Vives, productor cinematográfico cubano, en 2008. / JULIÁN PÉREZ (EFE)

Durante cuatro décadas el nombre de Camilo Vives estuvo asociado al cine cubano de más puntería y a sus películas emblemáticas, desde Lucía, de Humberto Solas, en los años sesenta, a Fresa y Chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, en los noventa, o Suite Habana, de Fernando Pérez, en la pasada década. Estuvo, además, al frente de la mayoría de las coproducciones realizadas con España y otros países de Europa y América Latina tras la desintegración del bloque socialista, cuando las finanzas de la industria del cine cubano se vinieron abajo y la producción de películas cayó de diez al año a una o dos, si acaso.

Vives fue, sin duda, el gran productor del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la institución que impulsó el cine en la isla tras el triunfo de la revolución y favoreció la integración de los cineastas de la región a través del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y la fundación del mismo nombre, creada en 1985 bajo el auspicio de García Márquez.

Su fallecimiento en La Habana, el pasado 13 de marzo, a la edad de 71 años, tuvo repercusión considerable en toda América Latina, pues Vives era uno de los representantes más conocidos del cine cubano. Su larga carrera le llevó a trabajar en más de 130 películas y series cinematográficas, incluyendo cintas principales de la obra de Gutiérrez Alea, como La última cena, las comedias más famosas de Tabío o las últimas de Solas, de contenido crítico hacia la realidad y el mundo oficial, como Barrio Cuba (2006) o Miel para Oshún (2001).

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