…podemos hacer más. Siempre se puede hacer más, sobre todo si no vemos en los bolsillos o la mesa familiar el resultado de tanto esfuerzo cotidiano, todavía mal repartido –quise decir los esfuerzos, nada de malos entendidos-, aún a la cuenta de unos pocos, esperanzados en el cambio que ha de dar la economía doméstica como consecuencia de ajustes y medidas internas que ilusionan a muchos, otros las ven con cierto excepticismo y al resto… poco les importa.
Creció la economía cienfueguera en un 5,4 su producción mercantil, aunque se quedan atrás organismos como la Construcción y el Transporte, el primero uno de los principales pilares del desarrollo social en cualquier sistema, porque de sus inversiones y el resultado de las mismas dependerá la circulación y ejecución de esas finanzas en el mercado interno.
Según informaciones ofrecidas, se produjeron más de 19 millones de pesos por encima del plan y eso es un buen síntoma, porque lo importante es crecer, el desastre hubiera sido quedarnos en el mismo lugar o retroceder, aunque un plan no significa satisfacer las demandas de la población.
Y lo digo porque parten de la subjetividad –y con objetividad- de a quienes corresponde pensar, estudiar, tentar al mercado y ser responsables en el pensamiento, para lo cual han de tener en cuenta las potencialidades, los recursos quise decir, no siempre disponibles o dependientes de un mercado tambaleante, que te juegan una mala pasada y repito, si no se es reponsable e inteligente.
Pregunté a un conocido profesor ¿es que no hemos aprendido a planificar? Y su respuesta intentó ser categórica, mas no quedé muy convencido del asunto, porque esa es una de las principales batallas económicas de hoy día en mi país: la contratación, una meta a llegar, una línea de compromiso para que las cadenas productivas no queden truncas en algunos de sus eslabones, como nos pasa, por ejemplo, altas producciones de mango, no hay cajas suficientes, falla el transporte, la industria no procesa, no se cumple…
Y pudieran cambiarse los actores: hay transporte, tenemos las cajas suficientes, pero no hay tanto mango, la resultante es la misma, la industria no procesa, no se cumple –y pudiera seguirse cuan malabares de estos tiempos, hasta concluir en insuficiencia, el desasbatecimiento y la inconformidad, a veces de los productores, las más, de los destinatarios. Pero volvamos a la economía doméstica de los cienfuegueros:
La falla de la Construcción estuvo dada por roturas en los hornos para la producción de cemento, deficiencias técnicos organizativas en las obras en ejecución y problemas con la entrega de suministros, retrasos en la ejecución de una importante vía de acceso a la capital provincial, baja fabricación de bloques y el corrimiento de las obras del Polo Petroquímico.
Nuestros transportistas fueron incapaces de mover suministros al esencial espacio que se crea a partir del valor que se agrega a la refinación del petróleo y volvió a aparecer la insuficiente planificación, en tanto quedaban por debajo del plan las exportaciones de clinker y la transportación del cemento en bolsa. Nuestra entidad transportadora –con siglas UDECAM- solo trabajó con 27 equipos de los 47 planificados, lo que es igual a un bajo coeficiente de disponibilidad técnica.
Bastan estos dos ejemplos para volver sobre la planificación, la necesidad de concebir planes concretos, viables, sin el triunfalismo que nos ha caracterizado o el voluntarismo de hacer y hacer, pero con qué. La buena noticia es que se tendrán en cuenta estas y otras experiencias, para proponerse un crecimiento en la producción mercantil del 6,0 por ciento en el 2013 que recién se inicia.
La otra buena noticia es el cumplimiento de lo previsto en varios renglones de un organismo tan cuestionado e imprescindible como la Agricultura, que logró rebasar lo estimado en carne de cerdo en pie, malanga, yuca, plátano, cebolla, ajo, maíz, cítrico, frutales, arroz consumo, café, tabaco, miel, henequén y madera aserrada.
Mientras quedaban por debajo la papa, el frijol, la carne vacuna, la ovino-caprina, la producción de huevos y piensos, esta última con fuerte incidencia sobre la que le antecede, nótese entonces, cómo las cadenas productivas tienen que acoplar de forma perfecta para no derrumbar los pronósticos de los que le siguen.
Corren los 369 días de un nuevo año y como la esperanza es lo último que se pierde, hay que creerse una vez más que podemos salir del bache, siempre y cuando nos propongamos echar al hueco la fórmula asfáltica que lleva: planificar bien y trabajar, en esa propia medida podremos satisfacer nuestras demandas, un anhelo que por muchos años a muchos nos mantiene el sueño de una Cuba mejor.
(Escrito por Boris L. García Cuartero )
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