Luego de varios años deprimida, a lo largo del 2011 y sobre todo en el 2012, la industria ronera resurgió en Cienfuegos, ahora con nuevos bríos, otras producciones y la intención de insertarse en un mercado más amplio, de cara a lo cual laboran con ahínco en la fábrica Luis Arcos Bergnes, representante por antonomasia de esta rama de la industria alimentaria en la provincia.
José Luis Yull Castillo, director de la unidad fabril a partir de su “renacimiento” hace dos años, significa a Granma el incremento, diversificación y rescate de variedades, con certificación de calidad homologada al centro y la condición de destacado nacional del giro.
Yull confiere preeminencia al trabajo realizado para salvaguardar y llevar a planos estelares marcas emblemáticas del territorio como los rones refino de 34 grados Cienfuegos y Jagua, otrora degradados en el mercado por su poca calidad y la baja explotación de la fábrica, sometidos ambos a un proceso de reelaboración (ocho % de aguardiente los dos ahora) y formulación de diseño.
El cambio de sabor e imagen es notable, remarca el directivo.
Procuran, además, la progresiva inserción en el mercado nacional (en pesos y divisa) de una variedad inédita, el Añejo Blanco Jagua —de más solera: el nivel de añejamiento de la masa en la bodega es más prolongado—, con 40 grados de alcohol y recién lanzado. En breve lo harán con el Añejo Jagua sabor a limón.
Lo anterior solo ha podido conseguirse gracias a la disciplina tecnológica observada y el compromiso productivo de los 37 trabajadores vinculados directamente a la producción, enfatiza el jefe de la planta, Pedro O´Hurrutinier.
Hoy día, por vez primera aquí, existe “cultura” ronera, que no es más que el correcto tratamiento prodigado al producto desde su permanencia en bodega y etapa de añejamiento, hasta el instante mismo del embotellado, sostiene María de los Ángeles Martínez, especialista de Calidad.
Carlos Alberto Marrero, secretario de la sección sindical, encomia el sobrecumplimiento en 200 mil pesos del plan de producción anual del 2012, estimado en cinco millones 400 mil pesos.
Entre los elementos fundamentales incidentes en tal despegue figuraron la productividad, la presencia permanente de la materia prima y la ausencia de roturas pese a la veteranía del equipamiento, debido en buena medida al respeto a los mantenimientos planificados, precisa Yull, quien subraya que los obreros no perdieron ni un minuto de trabajo.
Ellos produjeron en el año unas 600 cajas diarias de botellas de las distintas marcas facturadas en la Luis Arcos Bergnes (incluida la local Damují) y canecas Arecha, más producciones extra de 770 cajas por jornada de botellas plásticas de litro y medio de las marcas Cienfuegos o Jagua, según correspondiese en cada fecha.
Aquí disponen de una sopladora para los envases plásticos y las canecas.
La recuperación de la fábrica corrobora la máxima de que mediante disciplina, laboriosidad y deseo, cualquier colectivo laboral puede cumplir la meta propuesta. Este es un ejemplo vivo.
(Tomado de Granma)
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