sábado, 2 de febrero de 2013

Otro dilema, la libreta de abastecimiento…


…y este es más fuerte. Hacerla desaparecer de golpe y porrazo acrecentaría las ya asentadas diferencias entre los cubanos –acostumbrados a que nos den y dar poco a cambio-, sería como la hecatombe social, porque los más beneficiados ahora, serían los menos favorecidos entonces debido a sus bajos ingresos o frágiles chequeras de jubilación.
Se hizo público en asamblea del Parlamento, que el Estado cubano desembolsa mil 016 millones de dólares para mantener la canasta básica subsidiada, de esa cifra asume el 88 por ciento y la población solo paga el doce –en este número no estás incluidos los gastos adicionales de transporte y otros asuntos de logística.
Los gastos para Cienfuegos están en el orden de los 12 millones 102 mil pesos anuales, con los que se entrega alimentos a más de 398 mil paisanos, que recogen cada mes su cuota en unas 466 bodegas o mercados de Comercio… pero ¿qué significaría borrar este subsidio? ¿está en condiciones el país de hacerlo ahora mismo? ¿sería esta una medida popular, de comprensión masiva, de apoyo irrestricto –vaya palabrita- si nuestro proyecto social preconiza la protección a todos bajo su manto?
Solo que el manto se encarece, en medio de condiciones internacionales –e internas, por qué no-  mucho más adversas que aquel lejano año de fervor revolucionario, cuando una solución para igualar en posibilidades y oportunidades fue crear la regulación de alimentos y repartir panes y peces, cuan pasaje bíblico de paraíso terrenal.
Es cierto que hay que hacer malabares para que esta ayuda llegue a fin de mes –y no llega-, pero es incuestionable que resulta un sostén ante los vaivenes del abastecimiento isleño, que lo mismo frisa topes productivos, como corre barranca abajo. Por esa razón la propuesta es aprovechar mejor la tierra para sustituir la importación de alimentos que el trópico es capaz de dar a sus habitantes.
Tan solo en Cienfuegos el subsidio por el arroz que se distribuye en la canasta básica supera los siete millones de pesos, mientras los azúcares refino y crudo superan el millón 300 mil pesos cada año; el aceite un millón 317 mil; las compotas que se entregan a los niños, un millón 068 y el fideo 275 mil pesos, para poner unos pocos ejemplos… y no alcanza. La cifra sería muy superior de mantenerse normados jabones, pasta dental, granos y otros alimentos importados.
Prescindir de la libreta en medio del panorama actual, significaría dejar sin amparo a unos cuantos coterráneos. Si no somos capaces de mantener la oferta, para los acaparadores la supresión de la canasta básica sería como propiciarles un banquete, pues quedarían como dueños absolutos de un mercado especulativo en el cual precio, oferta y demanda sustituirían las hojas cifradas que más se cuidan en cualquier núcleo familiar.
Progresivamente esas hojas se han vuelto inútiles y hay que recurrir a los mercados reguladores de precios y demanda para satisfacer necesidades básicas… pero el salario tampoco alcanza… entonces continúa un círculo vicioso del cual solo saldremos cuando seamos capaces de despegar –lo que es igual a decir, romper el círculo vicioso.
El Estado se desangra en medio de una desfavorable situación externa –suben los precios de los alimentos, el valor del petróleo anda por las nubes, la naturaleza conspira con su comportamiento errático, al cual hemos contribuido, que esté claro y persiste el bloqueo y no es matraca mía, es una verdad absoluta- mas por ahora persiste el dilema, qué hacer… el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos…
Por Boris L. García Cuartero

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