viernes, 15 de febrero de 2013

UN PAR DE TACOS PARA EL MATADOR.

                  
    a Salomón, eternamente...

Sin Julio el equipo se quedaba a rastras. Nos convertíamos en una especie de cuadrilla violenta, rígida en el planteamiento, desprovista de otra idea que no fuera darle bolas "al Negro", pero si él jugaba, casi seguro que ganábamos, era imposible perder. Era nuestra estrella, nuestro motor, nuestro killer.

Viajaba por toda la cancha, de arriba a abajo, de izquierda a derecha, siempre, incombustible, poderoso. Tripulante y timonel, pero ese día perdimos. Perdimos porque él no jugó y no estaba ni sancionado ni enfermo.

Nuestro entrenador estuvo toda una semana zapateando por toda la Habana un par de tacos para El Negro. Si poco común era su talento con el balón en los pies para ser un cubano, poco común también lo era el tamaño de su pie y, duele decirlo, pero perdimos. Y duele más si sabemos que El Negro vino hace poco de allá afuera, donde ganaron $ 250.000 toletes y casi que en la misma escalerilla del avión les dijeron: arriba por aquí, entregando el uniforme y los tacos; y que ayer, él no haya podido jugar con nosotros por faltarle el calzado.

Eso solo se ve en Cuba colega, me dijo Mario en la sala de su casa y yo, angustiado me acordé de Salomón, mi amigo de la Universidad de la Habana, que cuando se le descosía un par de Adidas los botaba, dándomelos y me decía: Vaya, pa' que los cosas con alambre. Recuerda ponerle esparadrapo después, que un día de estos le vas a abrir la canilla a uno.

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