Eran las tres menos veinte de la madrugada. Era una noche casi
veraniega de septiembre. En Madrid. De pronto, me despertó el móvil.
Yo llevaba más de tres años intentándolo. Una vez, en
Caracas, acudí con esa intención a un concierto de música clásica. Dirigía la orquesta Gustavo Dudamel.
Llegué con bastante antelación, me senté entre el público, al lado de un
empresario caraqueño entregado a la causa bolivariana. Y de pronto apareció
Hugo Chávez. Creo que no había ningún otro periodista en la sala, al menos
ninguno extranjero. Avanzaba por la escalera, me situé frente a él y le dije
que me gustaría entrevistarle.
-Le llamo de parte de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela. ¿Estaría usted dispuesto a entrevistar al presidente?
-Ya lo puedes hacer.Él iba acompañado de una de sus hijas y estaba rodeado por su séquito.
-Preferiría hacerlo más detenidamente, si es posible.Evidentemente, esa llamada en Venezuela nunca llegó. A Chávez no se le borró la sonrisa mientras hablaba, pero la cara del jefe de seguridad presagiaba la bronca que se iba a llevar por haber relajado el cinturón de protección. Durante mucho tiempo lamenté no haberle preguntado cualquier cosa en aquel momento.
-No hay problema. Tome el número de teléfono de este señor- le dijo a un ayudante.
Muchos meses después, sonó el móvil en Madrid a las dos de la madrugada. La mujer que llamaba de parte de la embajada venezolana quería saber si yo podía acudir en ese momento a un hotel de Madrid. A los diez minutos viajaba en un taxi en dirección al hotel y volvió a sonar el teléfono.
-¿Podría traer usted un CD con sus artículos publicados sobre Venezuela?Le dije que que era muy fácil comprobar lo que había escrito. Bastaba con buscar mi nombre en Internet y la palabra Venezuela. Llegué al hotel y me encontré con a decenas de venezolanos por los pasillos. Parecían las cuatro de la tarde. La responsable de prensa que me atendió quería saber solo una cosa:
-¿Lo que diga el presidente saldrá en su periódico?A la mañana siguiente, me dijeron que a la entrevista acudiría también un compañero del diario Público. A las diez de la mañana deberíamos estar en el kilómetro Cero de la Puerta del Sol. No parecía el lugar más idóneo para entrevistar a Chávez, pero allí estábamos a las diez. La responsable de prensa no sabía el lugar en que se iba a celebrar la entrevista. Pasaron los minutos, media hora, una hora... Y volvió a sonar el teléfono. Tendríamos que aproximarnos hacia la Gran Vía. Una vez allí, esperar. Tampoco parecía el lugar más apropiado. La siguiente instrucción nos conminaba a meternos en la Casa del Libro. Y allí apareció Chávez rodeado de su séquito.
-Por supuesto. Pero quisiera poder preguntarle sobre cualquier tipo de cuestión, sin que se vete ningún tema.
-Eso no es problema. Él responderá a todas las preguntas, pero queremos tener la garantía de que no se tergiversan sus palabras. Mañana a primera hora recibirá usted una llamada y ya le daremos las instrucciones.
Decía que le traían muy buenos recuerdos ese lugar. Dijo que cuando aún no le conocía nadie, recaló un día por allí y compró tal cantidad de libros que sintió mucha vergüenza cuando vio que no disponía de dinero para pagarlos y tuvo que devolver varios. Confesó que sentía envidia de aquel Chávez que andaba de un lado a otro sin que nadie lo conociera. Durante la entrevista nos desveló la exclusiva de que Repsol y Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA) habían hallado una de las mayores reservas gasísticas mundiales en Venezuela.
La entrevista se desarrolló de pie, durante una hora en la que Chávez tomó tres cafés que le sirvieron del maletín donde solían transportarle todas las comidas que ingería, en previsión de cualquier envenenamiento. Antes de enchufar la grabador le pregunté que si conocía la biografía sobre Simón Bolívar del prestigiosos historiador británico John Lynch. Chávez, que tenía una prodigiosa memoria para citar frases de Bolívar no conocía este trabajo, uno de los mejores documentados sobre el principal libertador de América Latina.
Al rato apareció el presidente de Repsol, Antonio Brufau, en la sala.
-Brufau... ¿qué vamos a hacer con tanto gas?- le dijo Chávez.La entrevista prosiguió y Chávez, en efecto, aceptó todas las preguntas. Pero cuando toqué el tema de un informe de Human Rights Watch, le cambió por completo la expresión de la cara y se volvió más agresivo en sus respuestas:
-Alguna utilidad le encontraremos.
-Estoy atendiendo a la prensa, pero hablamos de aquí al aeropuerto. Yo manejo el vehículo. La noticia me la han pasado cuando yo estaba hablando con Zapatero. ¡Una buena noticia! Ahí aspiramos..., dime tú que sabes mucho más que yo de eso... ¿Cuánto aspirábamos a conseguir ahí?
P. Con motivo de los 10 años de Gobierno de Chávez, la ONG Human Right Watch elaboró un informe en el que se afirma que se había producido una merma de las libertades y que los jueces se habían convertido en títeres del Gobierno. Esta ONG ha hecho informes muy duros tanto contra Venezuela como contra el Gobierno del colombiano Álvaro Uribe. La diferencia es que cuando fueron a presentar el suyo a Caracas, la policía sacó del país al director de esta ONG.Mientras se desarrollaba la entrevista, partidarios y detractores de Chávez se fueron enterando de que andaba por la Casa del Libro. Y al salir Chávez a la calle, ya estaba el show montado. Mucha gente gritaba dictador, dictador… Él salió sonriendo, se metió en un Mercedes con Brufau, agarró el volante y de pronto… Una joven se echó sobre el parabrisas abriéndose la camisa y mostrando el pecho mientras gritaba:
R. Yo creo que tú tienes poca información. Y estás cayendo en un error. Estás haciendo elaboraciones fundamentadas en mentiras. Creo que eres víctima. Porque no creo que tú seas indecente. Estás hablando del señor [José Miguel] Vivanco, ¿verdad? Yo te invito a que veas el vídeo de lo que Vivanco dijo allá. Y por qué en una estricta aplicación de la ley venezolana el Gobierno lo invitó [a salir del país], él no quiso y entonces fue obligado a abandonar el país. Yo quisiera ver si aquí llega alguien que no tenga inmunidad jurídica internacional. Imagínate que empieza a decir cosas en contra del Gobierno de España y contra el Rey y contra el presidente... Estoy seguro de que el Gobierno de España le va a invitar a que se retire de aquí. ¿Yo voy a ir a tu casa a sentarme en la sala de tu casa a insultarte a ti, a tu mujer, a tus hijos...? Me tienes que echar de la sala de tu casa. Que vayan allá a prestarse a un show en alianza con la oposición interna, porque eso fue lo que ocurrió, y a irrespetar la dignidad de un país... eso no lo puede aceptar nadie.
-¡Te amo, presidente!Chávez se volvió hacia el asiento del presidente de Repsol y le dijo
-¿Ves Brufau? ¡Esto es la revolución!Y se fue conduciendo el coche hasta el aeropuerto de Barajas. En aquella entrevista confesó también que a veces se sentía solo. "Uno va dejando amigos en el camino", decía. Amigos que no resistieron los encantos de las "sirenas de la corrupción, los encantos de los autos de lujo, las casas...".
-Yo no tengo nada –dijo-. Y el día en que me vaya nada tendré.tomado de: http://blogs.elpais.com/el-sur/2013/03/mi-entrevista-con-hugo-chavez.html
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