Hace unos años, mientras estudiaba en la Universidad, hice un trabajo para la asignatura de Cultura Cubana, aplicado al poblado de Palmira. Como ya todos los temas culturales comunes a la localidad son conocidos, léase brujería, Obbá Kosó, Aggó Ilé y cuanto término afrocubano quepa aquí, decidí investigar sobre personajes populares que no fueran tan populares.
Las entrevistas comenzaron por casa, por supuesto, aplico de vez en cuando la “ley del menor esfuerzo” e intento no irme del marco familiar, porque caminar bajo el sol haciendo entrevistas no es de mis mayores logros, pero cuando escuché a mi madre hacerme esta historia, créanme que no me quedó otro remedio que tocar de puerta en puerta hasta conocer la verdad absoluta.
Había en Palmira, en la década del 50 del siglo pasado, un personaje llamado por el pueblo “César el Loco”, y de apellidos Pedraja Pérez. Este hombre pasó la mayor parte de su tiempo en Mazorra y cuando se escapaba llegaba a Palmira haciendo de las suyas, era todo un plan de trabajo para el cuerpo de policías de la época, que lo encerraba hasta que regresaban a buscarlo.
He aquí la anécdota. Los palmireños que conocen su pueblo de toda la vida, (los que no que se enteren ahora), recuerdan que en el actual Restaurante “Colonial” había una estación de policías. Los edificios de esa ala del parque se comunicaban entre sí por los patios traseros, así que un buen día a César lo metieron preso por escaparse de Mazorra y él, que tenía todo un doctorado en eso de las escapadas, se volvió a fugar de la estación y a hurtadillas por los patios fue a parar a la torre del campanario de la iglesia.
Allí comenzó a repicar campanas, “pa los vivos y pa los muertos también”, dirigiéndose a los asistentes a un cortejo fúnebre que en ese preciso instante pasaba por el parque, el pueblo comenzó a aglomerarse a los pies de la iglesia por aquel insólito suceso, dejando al muerto seguir su camino. Lino Andrade, el policía de turno, quería que se lo tragara la tierra porque este loco ya lo tenía hasta el tuétano con sus chifladuras.
Entre los asistentes de este espectáculo se encontraba Valentín Espejillo, otro loco palmireño, célebre por sus botellas y delirios callejeros, quien le gritaba horrores desde el parque aplaudiendo al tarado de la torre, porque encima se escapó desnudo de la cárcel y robó en su camino a la cima, algunas ropas para su recubrimiento.
Afortunadamente mi abuelo, Mongo Puerto, un poeta repentista desconocido para muchos pero inolvidable para mi, inmortalizó esta anécdota con una décima que les dejo a su consideración, porque abrevia mejor el hecho.
César, lleno de locura
repicaba las campanas
y se puso la sotana
de rezar el padre cura.
Una toalla en la cintura
se amarró de calzoncillo,
y Valentín Espejillo
desde el suelo le decía:
No te bajes todavía
que este pueblo es muy sencillo.
repicaba las campanas
y se puso la sotana
de rezar el padre cura.
Una toalla en la cintura
se amarró de calzoncillo,
y Valentín Espejillo
desde el suelo le decía:
No te bajes todavía
que este pueblo es muy sencillo.
Y así es Palmira, sencillo y extravagante. Dicen los más atrevidos, que desde ese día comenzó a desquebrajarse la torre de la iglesia y es por eso que está apuntalada con raíles de línea, ¡¡¡claro!!! Eso es una exageración, pero no cuesta nada creerlo.
por Tamara Rodríguez Puerto
por Tamara Rodríguez Puerto
Bello mi querida amiga Tamara, yo tampoco conocia esta parte de la historia de nuestra tierra, por favor si haces otro trabajo como este hacerca de Palmira no dejes de publicarlo, es muy interesante, me ha gustado mucho, felicitaciones. tu amiga Rosaledy.
ResponderEliminargracias Rosi, es muy lindo saber que me lees desde el otro lado del mundo!!!
EliminarTamara, ya por privado te comente mi opinion sobre este trabajo. Es el mejor trabajo que he leido de ti. Sin dudas con todos los elementos para ser publicado en cualquier gaceta. Mientras te releia, ahora me recorde de Enrique Nuñez ... con eso creo decirlo todo. A mi lado se encuentra una palmireña quien se ha destornillado de la risa, incluso me ha dado datos que le dije, luego t diera ella personalmente a ti. Un saludo y segui asi, querida amiga. Vas MUY BIEN.
ResponderEliminarExcelente....me ha gustado un montón....llegué porque me invitaron a leerte ..y creo que no me voy a ir jamás...gracias Tamarita bella nuestra...un beso y un cariño....espectacular....Robe...Enrique Nuñez ....claramente..es mas que un halago...y creo que no exageras...
ResponderEliminarCojo, le quedo MUY BUENA la anecdota
ResponderEliminarSegun me estuvo contando una palmirena q es amiga mia y vive aaqui en Miami, las famosas campanas de cesar el loco, duraron TODO LO QUE LE DIO LA GANA ... y el revolico q se armo en el pueblo fue inmenso...
ResponderEliminarLinda historia para homenajear a tu pueblo amiga. Siempre menos es más, por lo tanto lo sencillo es lo mejor. No tenia idea que tienas abuelo repentista (acá se llaman payadores). Que cool, diría un gringo. Lore Espinoza (por que no tengo ninguna cosa de las que piden, publico como anónima)
ResponderEliminarFELICITACIONES TAMARA HAZ HECHO MUY BIEN POR RECONTAR ESTA HISTORIA SIERTA Y TE DIGO QUE YO COMENZE APRECIAR LA MUSICA CAMPESINA(EL PUNTO CUBANO)POR MI TIO MONGO Y POR MI PAPA.APRENDI ALGUNAS DECIMAS NO RECUERDO SI LAS ESCRIBIO MI PAPA O MI TIO MONGO TU ABUELO CONTINUA ASI QUE VAS MUY BIEN SALUDOS
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