jueves, 18 de abril de 2013
OLGA
Algunas veces suceden cosas como estas. Uno tiene una norma, un texto para ser entregado - en mi caso, para ser subido a mi blog - y lo termina, lo revisa, lo vuelve a revisar y le entran dudas. ¿Servirá? ¿Cumplirá su objetivo? ¿Lo entenderán? ¿No provocará ronchas? A esa hora, el espíritu del más famoso de los príncipes nórdicos se apodera de tu cuerpo entero y no queda más remedio que preguntar.
Tengo la fortuna de contar con muy buenos lectores de primera y fiel línea. Cuando empecé a tomarme en serio esto de escribir, solía utilizar a mi ex esposa como conejillo de indias. Era una chica bastante bella, de mucha chispa, pero no muy dada a deshacer acertijos; y mi forma de escribir - lo reconozco - a veces es un poco complicada, así que la usaba a ella y si me ponía cara de carnera degollada entonces estaba seguro que el texto no funcionaría en las masas. Cuando entendía, cuando reía a cada rato, o cuando pedía que le explicara "algo" era señal que, como dirian los españoles, la cosa molaba . Pero me divorcié hace un año y en esta soledad de pareja en la que estoy sumido por cuenta propia, he tenido que recurrir a unos bombillos verdes que tengo en el lado derecho de mi pantalla, hijos de ese demonio llamado Feisbuk.
En la trinchera tengo a mi querida Yilén. No voy a decir que funciones realiza. En realidad es una chica multifacética. A veces hace funciones de zapador. Otras de vigía. Las más de Jefa de Edición, porque es la única que está despierta a las 2am, cuando termino de escribir y es la que me suele dar el visto bueno.
Tengo a Eti, que labora en la Sala de Mando y lo mismo da instrucciones que recomendaciones, que rie, que llora, que dice está bueno, que dice no me gusto esto o quita. Yilén ni me quita ni me pone. Eti sí. Es un editor de contrainteligencia. Lo admiro. Ha leido desde las famosas 50 Sombras... hasta El Reino de este Mundo. También ha leído los clásicos rusos (a casi todos) y cuando dice algo yo lo escucho. Además, fue uno de los primeros que conoció de mi vocación por la escritura, así que ha palpado bien de cerca, la evolución de mi pluma. A veces lo admiro por haber leído esos aquellos primeros textos y aquella novela inconclusa de Peter y Maricela - él de Cienfuegos y ella de Sta Clara, que se veían una vez al mes y hacían el amor cibernéticamente los restantes veintinueve días - , novela que desguasé un día y la llevé al baño de mi casa como sustituta de un escaso papel sanitario que nunca llegaba a la bodega.
También tengo a la Fati, la chica de los puntos suspensivos, los TQ, TB y SP, que no tiene pelos en la lengua y siempre de sus labios llueven los elogios hacía mi y lo que escribo.
Hoy tenía un texto encojonao pa subir pero no todo fue felicidad cuando pedí la opinión
Y es que a mi lista de amigos se ha sumado alguien con un talento inigualable, unos labios que si me besan me llevan al paraíso pero que como nada es perfecto en esta vida, posee un látigo de cien centímetros en su mano derecha y varios años de fructífera labor como editora. La amo, debo reconocerlo. Es una chica sincera, te dice las cosas sin rodeo, con espérate cojone, déjame leer incluídos y a mi esas cuotas de honestidad y cubanías me desarman, como mismo me desarman que no se escondan tras 23 años de amistad y conocernos y te digan un simple e insípido está bueno o peor, no te digan nada, solo que ella conmigo está jodía. A esta hora de la noche, 11:38, me puede quitar, poner, decir, criticar, azuzar, desnudar - espero nunca me bese porque repito tiene unos labios preciosos - y así me instruyaque convicción se escribe con B, con una sola C - o con S - y sin acento, voy a creerle. En fin, Olgui hoy me dijo: ESE TEXTO MERECE ALGO MEJOR QUE TU PROPIO BLOG.
Los editores son así, se creen que se las saben todas. Luego de muchos años en el oficio y trabajar con una misma persona, es que se logra esa tan importante empatía entre el que escribe y el que lo rectifica. Yo he decidido saltarme ese paso. Le creo, desde ahora y para siempre lo que me diga, porque se muy bien de su capacidad y que nunca me diría una cosa pa joderme.
Aun veo su rostro chiquito en la derecha de esta pantalla y con un bombillito verde encendido al lado, pero no le preguntaré que piensa de esto. Prefiero sorprenderla con una confesión de mi admiración por su talento y su amistad sincera. Y por sus labios.
por Roberto A. Lamelo Piñón
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