por Roberto A. Lamelo
Nada tiene que
ver Telemundo, nada tiene que ver Miami… si Paola Guanche no hubiese ganado
anoche, no habría justicia en el reino de la música, porque talentos apartes, que
todos los chicos lo tenían, Paola, es justo decirlo, vino de otro planeta a
cantar en La Voz Kids. Si alguna rival
tuvo Paola en todo el concurso fue ella misma, o el voto del público en todo
caso, que bien sabemos que en momentos así suele funcionar como un arma de doble filo y
dar el artero corte en el lugar menos esperado y en la carne menos destinada
para hacerlo.
Seamos justos, Alanis,
bella chica que de ser Cenicienta pasó a ser toda una diva rock con apenas
quitarse esos espejuelos, no hubiera pasado una prueba de canto de un ritmo que
no fuera ese, la balada pop rock. Alan, fuera de su traje de charro mexicano,
y de esa pose que por momentos me hizo
recordar a Barbarito Diez con su tiesura y su gravedad en la voz, no hubiera
podido cantar y menearse como un Ricky Martin. Pero Paola,.. Paola dio señas
que venía a ganar cuando, después de un “Turning Tables” se puso un traje mini Celia Cruz – con el
perdón del uso del vocablo mini ante DOÑA Celia – y cantó un “Quimbara” que no
lo dudo, dejó a todo el mundo boquiabierto y provocó indiscutibles cambios en
la votación, para luego vestirse, y de lujo, como Selena.
Sin dudas Sean
era el chico de la voz más limpia… pero vuelvo a lo mismo, ¿era multifacético
Sean? Incluso, su interpretación de “Yo no me doy por vencido” quedó muy por
debajo de lo que nos tenía acostumbrados. ¿Nervios? ¿Gala Final?
A nada de eso le
hizo caso Paola cuando se atrevió – porque esa es la palabra y no otra,
atrever, atreverse – a cantar “ I will always love you” . Hay que tenerlos bien
puestos para cantar “esa cosa” porque la voz, en momentos así, de puro nervio,
hace traicionar a los consagrados, cuando hay que llegar a esos tonos altos,
con esa fuerza, con aire y con un
diafragma acostumbrado a la lucha, difícil de poseer con sólo doce añitos.
Se que le será
difícil entender a la gente de Puerto Rico que su chica Alanis no haya ganado,
pero con todo el respeto que pueda sentir por ese pueblo, ellos, no tienen la
cultura musical de un pueblo como Cuba. No entenderían. Quizás no sepan que,
nuestra pequeña islita es, junto a Brasil y los EE.UU, uno de los tres países más
prolíferos en creación musical. Cualquier cubano puede expresar un criterio
musical, casi como pudiera hablar del beisbol. Cualquier cubano canta, como
batea y fildea. Incluso Paola.
Se que le será
difícil entender a los mexicanos que su chico Alan no haya ganado. No voy a
intentar convencerlos con argumentos musicales en los cuales, me parece
naufragaría como todo un novato. Mis conocimientos musicales se limitan a haber
escuchado mucha música, y a algunas clases con Luisa Acea y Carmencita allá en
Cienfuegos cuando era chico. Pero intentaré explicárselos de un modo que quizás
le sea familiar.
Paola, desde que
se subió a ese escenario, cantó lo que quiso, como quiso, y como sólo ella
podía hacerlo. Eso, en términos futbolísticos, equivaldría a tener un jugador
que manejara el medio campo como Xavi el del Barcelona, que fuera tan sólido en
la defensa – si tuviera que bajar a defender – como un Rafa Márquez. Que con el
balón en los pies saliera desde los tres cuartos de cancha y driblara a seis
ingleses – incluido un Peter Shilton, portero – y anotara un gol de Mundial, como
lo hizo Maradona en el 86, y que después de eso, cansado, fuera para la
portería, le dijera a Gianluigi Buffon “quítate tú pa´ponerme yo”; se sentara y
esperara por un Lio Messi en tarde de lujo.
No es difícil aprender
a hacer – ser – todo eso en uno. Lo difícil es reconocer que, cuando lo logren,
hace rato que ya, una cubanita de 12 años llamada Paola Guanche, sentada en un
sillón en la sala de su casa, con una penca en la mano echándose aire, les impartía clases a Calíope, Erato y a
Terpsicore.
Ah!... y a Sárasuatī también.
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