Por El Cojito Bibijagua.
Manuel se llamaba, pero sus amigos le decían Manolito. Fue, en los tiempos de conocernos, un tipo interesante, como esos que habitan en los libros de historias, con más cualidades que la media de los que los leen.
Fue en aquella época que lo conocí, un inteligente de aulas, analista hábil del contexto en el que se movía, tremendo tomador de ron de cafetería popular, congresista de cuanta pipa de cerveza se escapaba por las calles de la ciudad, sandunguero de carnavales, bailador de casino, coreógrafo de las fiestas del 28, opositor de opiniones disparatadas, vanguardista en los trabajos voluntarios, planificador por excelencia de las ruedas de casino. En eso nadie le ganada a Manolito, tenia más salsa cubana en las venas que glóbulos rojos, un eclecticismo en sabiduría de mesas de dominó y academia de lenguas callejeras, con libros de Marx, Martí y Kundera.
Tengo que confesar que El Mano, como le llamaba yo, poseía un ingenio mayúsculo; siempre se las arreglaba para vivir de forma rápida y barata, en cuanta fiesta o situación se le presentaba, no contaba con las pesetas aquellas que garantizaban una cerveza marrona y fría, mas, si tenía la sabiduría necesaria para conquistarla en cualquier campo de batalla, digo, la cerveza, no la peseta, porque El Mano pasaba de eso; el dinero esclaviza mi ambia, decía con esa expresión certera, incapaz de ser rebatida. Lo mejor es esperar poco y contar con mucho para dar, sentenciaba siempre que podía. Que clase socio El Mano, ya casi lo quería como a un hermano, hablaba y pensaba igual a las cosas que hacía, era en aquellos siglos memorables de la escaseces cubanas, donde un apretón de mano sabía a tamal de playa, una buena yunta.
El Mano se piró, se fue echando, se montó en el tubo de aluminio y voló como Matías Pérez, se cansó de tanta hambre compartida y callada, sacó una cuenta muy buena, donde los resultados apuntaron hacia el consumismo de las cosas materiales necesarias para no necesitarlas.
Ñooo, que clase de dolor en el pecho, se fue pa la pinga mi hermano de parrandas, el colega de las empataderas con jevitas universitarias y el paño de lagrima.
Que mierda esta la de perder a los amigos, pensé en aquel milenio que duró la separación.
Años después cuando me piré yo, me enteré por primera persona que El Mano, sigue jugando dominó. hablando un acento extraviado y forzado a ser autentico, con más pesetas multiplicadas en los rincones de su bolsillo de lo que esperaba antaño, pesetas diferentes y raras, que compran cosas raras y nuevas. Tiene una maquina que el llama Mine New Car, mi nave espacial, algo así, habla entre un ohhh prolongado sobre la democracia verdadera, y la libertades de expresiones antes encarceladas, de disidencia y exilio histórico, entre un Chivas Regal a la roca. o Johnnie Walker, que allá, en aquella orilla, lejos de la Revienta Cordeles en la que nació, le llaman Juanito el Caminante.
Ahora, mi ex referencia es un libertario sin tiempo y tropa, anticolumnista, y disipador de sueños ajenos.
Quedé, y no lo dudo, algo confundido, porque, como se puede perder la libertad de las pipas de cervezas para embotellarla con Juanito el Caminante. La salsa del casino improvisado, cansado y conquistador de faldas a un what's up man cubaniao, diciendo que está si es la verdadera libertad de la que te hablaba en el barrio. Manuel, el Mano, la referencia, se quedó atrapado en la única celda que no conozco.
El Mano me recuerda siempre a la transculturación.
cada vez q te leo pienso q un dia deberias ponerte a escribir cosas e irlas guardando en vistas a un futuro.... xq lo haces muy bien.
ResponderEliminarGracias maestro...no imaginas lo bien que me hacen tus palabras, seguiré aprendiendo de ti y seguiré tus consejos..un abrazo gigante y sincero te mando.
EliminarNo sé porqué no entró ahora la caja de comentarios de Facebook. Claro que está muy bueno. Ahora se nos va el Cojito, pero sabe que no se puede perder por mucho tiempo. Un abrazo a los dos, a tí y a Roberto.
ResponderEliminarSaludos Liber.