Hoy llega mi hija de seis años a la casa, viene cansada de la escuela católica y sueca y al entrar por la puerta exclama :
- Qué hambre tengo coño !
Mi esposa, se dirige a mí y me dice:
- Eso es lo que tú le enseñas.
Mi reacción fue sencillamente echarme a reír y disfrutar de aquella expresión aprendida por mi hija, que me transportó del frio de estos países a mi caliente barrio de la Juanita en Cienfuegos.
Y recordé la historia que me ocurrió hace un par de años cuando conocí a la prieta de la licra.
En uno de mis viajes a Cuba, me encontraba en un restaurante en Ciudad de la Habana, cuando se sienta a mi lado una pareja con su hijo, un niño de unos 7 años. El marido un señor blanco, bien blanco, de esos que facilmente podemos confundir con la leche y ella tan negra como mis zapatos y con una apretada licra ahogada en tanta masa que desbordaba como intentando escapar de la tela maldita.
Tiene que ser cubana, le comenté a mi esposa.
Pero al hablar, la prieta de la licra, comenzó a disparar un inglés mezclado con un acento de Guanabacoa realmente asombroso.
- Yeah, yeah ai guil guote.
Si se hubiese dirigido a su esposo, el señor leche, que tenía a su lado, esto hubiese sido comprensible, pero es que la prieta de la licra estaba hablando con las camareras, que por supuesto eran cubanas y la miraban con asombro.
El niño comienza a llorar, al parecer tenía hambre y nuevamente toma la prieta las riendas del asunto y se dirige ahora a su hijo y lo hace nuevamente utilizando el inglés de Guanabacoa.
- Yon lirsen tu mi, tei kirisi Yon, tei kirisi.
Hasta el pequeño la miraba en un grado de confusión perpetua.
La prieta con su cuello bañado de cadenas de oro, mantenía una expresión de extranjera en su rostro y miraba cada rincón, cada persona, como si realmente no fuese de ese lugar.
Por esas casualidades de la vida, tuve la necesidad de dirigirme al bar y para llegar a mi destino, tendría que pasar bien cerca de la mesa de esta pareja. Ella había ubicado su silla de forma tal que ocupaba todo el espacio posible del pequeño pasillo. No me quedaba otra, tendría que pedirle permiso a la prieta de la licra.
Mi duda era comprensible, en qué idioma le pediría permiso a esta extraña criatura ?
- Señora, permiso.
- Sori, an sori,(me diría, para luego lanzarme la segunda expresión).
- Tú no ser de aquí ?
Si, le respondí, soy cubano, aunque hace unos cuantos años que partí de la zona, pero soy cubano.
- Lo mimo po acá el mio,(me diría la prienta de la licra, comenzando a soltar la repartera que llevaba dentro).
El crimen de esta señora no radicaba en su extraña manera de comportarse y en el uso que hacía de la lengua extranjera, el crimen radicaba en el hecho de privar a su hijo, sangre de su sangre, del conocimiento de su lengua materna y de esta forma, de las raíces de una parte de su familia, en este caso la cubana.
Tengo muchos amigos que después de haber abandonado Cuba, asumen el idioma extranjero y privan a sus hijos de acercarse a sus raíces culturales, al hablarles en inglés, ruso, chino o italiano.
El por qué de este comportamiento no lo entiendo.
La prieta de la licra me comenta casi al instante, que ese que está a su lado no es el padre del niño.
- Ete yuma no es el padre de Yon, yo escapé hace tre año na´ma. Pero niño se me ha pega´o el inglé que ni me acuerdo de mucha palabra en español.
Es qué no se acuerda o es qué no conocía muchas palabras en español antes de irse ?
Yo intentaba despegarme de aquella mesa sin encontrar la forma, la prieta de la licra me había contado toda la historia de su vida, de como estudió en el Politécnico de la Salud, de las manos de golpes que le daba el marido anterior, de como conoció a su actual marido, de cuando se le cayó el pelo con un derrí que estaba vencido, de que su pelo actual era un implante, de la operación del cordal… cuando de repente llega la camarera para informarle que su pedido demoraba un poco más.
- El niño se levanta molesto de la silla. En su rostro se dibujó la misma expresión de Pánfilo, en aquel histórico grito de JAMA JAMA ! Y mientras él se marchaba del lugar comenzaba a repetir en voz alta P______a P________a P________a qué hambre!
A la prieta de la licra se le venía el mundo encima, el señor leche, no entendía lo que estaba ocurriendo y se dirigió a mí, sólo para decirme con un acento inglés :
- Qué bolá, aseré, qué pasá ?
La prieta puesta de pie, le diría a la camarera nuevamente en inglés:
- Please, please.
Mientras Yon, contiuaba gritando: P_______a P________a qué hambre !
La prieta se olvida de su inglés y remangándose la licra, puesta de pie, pronunciaría aquella frase que quedaría en las memorias de los presentes, como la Primera Declaración de la Habana en la de mi tio.
- Juanito, coño e tu madre ya eta bueno ya, ya eta bueno degenera´o!
Juanito se detuvo al instante y comprendí que las raíces no se habían perdido, Juanito entendía el cubano del bueno, el de Pogoloti, el de Guanabacoa, el del Vedado, el de mi barrio en la Juanita.
Por eso cuando mi hija al llegar hoy a la casa exclamó, que tenía hambre, me sentí el padre cubano más feliz del mundo y recordé a la prieta de la licra.
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