viernes, 18 de enero de 2013

¿El mismo perro, o diferente collar?


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Parece que finalmente en Cienfuegos se arrendarán espacios a particulares para ejercer la actividad de comercio. Según tengo entendido serán unos 90 los sitios que tendrán una administración no estatal, lo que convierte a los empleados en gestores de su propio sustento, o al menos esa es la expectativa.
Se piensa que de una vez y por todas quede desterrado el maltrato, la abulia y la baja calidad de las ofertas. No sé cómo, pero en lo adelante será uno recibido con una sonrisa, no habrá cuadres de caja ni cambios de turnos en períodos pico de afluencia de público y mucho menos faltará el menudo para el cambio, o al menos esa es la expectativa popular… y entonces me surge la interrogante del título.
Entiendo que por las particularidades de nuestro proyecto social, nadie debe quedar desamparado ante una medida tendiente a transformar la economía del país, pero me surge la pregunta al conocer que preferentemente quedarán los mismos administradores y parte de esos colectivos -¿quién los seleccionará, a los indios, por supuesto? Entonces ¿cambiarán sus hábitos y costumbres de la noche a la mañana?
Y no me gusta generalizar, pero en nuestros servicios se concentran semejantes cuya vocación no es precisamente servir, sino maltratar, además de tener presente la forma más sutil y a veces descarada de engañarte, bien con los precios de los productos, bien con la calidad y cantidad de los mismos, bien con el consabido vuelto que no hay, porque no han ido al Banco para buscar fracciones de moneda.
gastro
Quiero pensar que esta vez será un incentivo merecer las ganancias que sean capaces de generar, no a costa de los más ingenuos, sino de un buen servicio, de hacerte agradable la estancia para que repitas la visita; no de mutilar las ofertas, para luego poblar más al mercado subterráneo, sino que uno vea y saboree lo que uno quiera.
Con la esperanza a cuestas, soy de los que espera este cambio –que incluye, como ya dije la mentalidad de directivos y trabajadores- para que de una buena vez pueda uno sentirse a gusto en un centro de la gastronomía popular. La competencia existe con la autorización del trabajo por cuenta propia y la apertura de no pocos lugares para el expendio de alimentos ligeros… confiemos entonces en que no sea el mismo perro, pero con diferente collar
Por Boris L. García Cuartero

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