viernes, 18 de enero de 2013

ESE PRIMER BESO....


Debe haber sido cuando estaba en 8vo grado. Claro que con anterioridad di algunos, de piquito, rusos, japoneses, chinos, esquimales o que se yo, pero beso, beso como tal, fue cuando estaba en 8vo grado.

La semana anterior a ese día, había logrado conquistar mi primera novia. No recuerdo su nombre, sí su casa. Sus padres eran doctores y me sentí contento por escalar un poco de status pues los mios eran de origen humilde. La chica era bonita, pero en la descarguita, con las luces apagadas y los cuatro vasitos de crema de vie en la cabeza, no pude definir bien su cuerpo. Al otro día descubrí que era "cuadrada" y ahí mismo me formé el titingó interno.

Debo decirlo, y sé que ellas no se ofenderán. En esa época todos buscábamos tener algo como Carmen María o Dayamí. Fuera de eso, nada existía. Lo demás era pajonal, metralla y de poca monta, así que cuando vi que aquella chica no tenía ni los ojos de Dayamí, ni los labios de Dayamí, ni la cintura de Carmen María ni nada que se le pareciera a aquellas dos, dí media vuelta y no regresé jamás por la calle Cristina.

Cuando mi hermana a la otra semana descubrió que ya no tenía novia, porque claro, aquel sábado cuando llegué a la casa le conté a ella todo, comenzó a especular con la idea que me habían botado por no saber besar, mientras yo, firme, esgrimí la verdad en todo momento pero ella no me creía.

Siempre fuí un explorador empírico de la sexualidad y ella lo sospechaba. Crecí sin padre, así que tuve que agenciármelas solo. Recuerdo que mi primera amante en la cama fue mi almohada. Tenía 6 o 7 años y un día por la noche, bien tarde, mi madre se quedó viendo una película alemana en la TV. Alemana de la RDA, así que imagínense Uds que poco pude ver. Pero sentí unos gemidos y me desperté y vi dos cuerpos - vestidos - uno sobre el otro en una cama besándose.

Uno debe llevar esa cosa en la sangre, en los genes, porque algo me hizo sentirme igual a aquel protagonista y al otro día probé sustituir a la rubia actriz por mi almohada y mi abuela me sorprendió in fraganti. Me gritó, cochino, que haces y la emprendió a cintazos conmigo. Desde ese día aprendí a ser un poco más reservado. Como era pequeño, bastante travieso y mi madre era Ama de Casa y mi abuela jubilada, no tuve mucho tiempo de entrenarme con mi almohada; así que cuando llegué a 8vo grado, a la chica y a la otra semana en la conversación con mi hermana, de sexo, sabía un soberano carajo.

Mi hermana no andaba sola ese día. La acompañaba una amiga y al regreso del Mella, mi hermana le hizo el cuento. No el de la almohada, sino el cuento de que "me habían botado por no saber besar."

No se porqué su amiga se ofreció de ejemplo para la explicación de como es que se debe dar un beso. De modo "utópico" comenzó a decirme que la lengua debía "usarse" como si fuera un gusano o un taladro; que las manos no podían permanecer quietas. Yo no entendí mucho y se lo dije. Entonces ella, muy valiente y para demostrarle fe y amistad incondicionales a mi hermana, se brindó, sin paga a cambio, a darme una demostración fidedigna de lo que era un beso y yo, cuando sentí aquella lengua dentro me mi boca pensé que moría, pero fue tan dulce, que cuando me preguntó si había captado la idea, como nunca tuve un pelo de tonto, le dije que más o menos, que tenía que practicar... y así, que ahora recuerde, fueron como tres demostraciones teórico-prácticas aquella noche.

Aún recuerdo su nombre, su apartamento en aquel último piso. Pudiera preguntarle a Adrián el Bemba, o a Adamarys, que vivían en el mismo edificio que se hizo de su vida, pero pienso que de nada vale. Recordar el beso sí... el primer beso nunca se olvida.

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