sábado, 12 de enero de 2013

Más sabe el diablo por viejo…

Hace unos días pedí amistad a un colega, presumo por su juventud, casi salido de la Academia –como les gusta decir-, por aquello de sus deseos de hacer periodismo, de verdad, ese que desgarra o alimenta; la crónica de su tiempo, sin veleidades y con la pasión que ha de imprimirse a las letras escritas, habladas o convertidas en imágenes, para narrar en su justa medida el acontecer de la Isla.
No sé cómo llegó su post a mi página –seguro es amigo de algunos de mis amigos-, lo cierto es que despertó mi curiosidad y hasta una leve sonrisa… volví a asistir en mi memoria a muchísimas discusiones o reflexiones entre colegas, en las cuales siempre pedimos y hasta exigimos lo mismo y terminamos con el reporte de corte y pega, es decir, más de lo mismo.
Unos cansados de luchar contra los molinos de viento –y nada tiene que ver este asunto con la edad o los años en ejercicio-, otros, porque se acomodan a las indulgencias de la redacción y si el pago es por lo mismo, pues nada, más de lo mismo; algunos porque prefieren no buscarse problemas y todos sabemos lo que significa esto último: desafiar a los “editores” que corren hasta cualquier redacción cuando se enteran que algo se cocina y no debe salir, porque, casi siempre, “se le hace el juego al enemigo” o tienes solo una parte de la historia… ellos son los dueños de la “verdad”, la tuya… ¿?
Y que nadie me haga el cuento de que los que se atreven y lo hacen bien, logran romper las barreras. Es que pudiera hasta aceptarlo, pero a qué precio; cuando el trabajo periodístico logra publicarse o es fiambre –término del gremio para calificar al trabajo sin actualidad- o los problemas ya están casi resueltos, por lo que ya lo que toca es la continuidad, por lo general con los aplausos para resaltar el “mérito” de alguien a quien no puede tocarse ni con el pétalo de una flor… sea lo mismo mujer u hombre.
Disfruto cómo les hierve a la sangre a los jóvenes colegas. Entran locos por hacer ese periodismo que retrate a la sociedad cubana actual –con defectos y virtudes-, a veces disgustan sus ínfulas académicas, pero a fin de cuentas el objetivo es bueno, quieren transformar, descubrir, ayudar, construir… y terminan algunos, como el más común de los seres mortales: adaptándose al medio, por aquello de que el hombre es precisamente eso: un animal adaptado a su medio.
Qué fracaso, qué tiempo más perdido. Créeme que a muchos los empujo, los conmino a no rendirse… pero el medio, el inhóspito medio… permeado de justificaciones, absurdos, viejos cánones, resistencia al cambio, resoluciones, trabas, triunfalismo y hasta acomodamiento, cuando no mediocridad y oportunismo. Entonces hierve la sangre… pero no llega al río, no puede llegar al río, porque a fin de cuentas, ninguna prensa es libre y tu sencillamente no puedes hacer lo que te da la gana y mucho menos… bueno ya dije eso, lo del pétalo y la flor…
Quisiera ver realmente ese papel transformador que nos adjudican –y en el cual creo y hago cuanto puedo, con sus problemillas incluidos-, quisiera encender el radio o el televisor y hasta tomar la edición semanal de mi periódico provincial o los nacionales con su diarismo y poder encontrar en cada uno algo distinto… pero no, ahí están los mismos cumplimientos, las mismas metas, las mismas distinciones, los mismos cuentos… he dicho en la redacción que regalo mis viejas agendas para que sean recicladas, al menos así se pueden ahorrarse unas cuantas neuronas para mejores empeños…
Ah, y qué buenos somos para analizar la situación internacional, no se nos escapa un detalle, cuánta energía en nuestras denuncias y solidaridad con los pobres de la Tierra… y es válido, porque el diapasón debe ser amplio en conocimientos y actualidad, pero y con los nuestros, ¿cuándo echaremos suerte?
Estimado colega, me sumo a tus sueños de conquista, eso hago para que la rutina no me mate, para creer en la esperanza… porque este viejo diablo en menesteres informativos todavía aspira a un periodismo mejor, como lo quieres tú.
(Escrito por Boris Luis García Cuartero)

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