Por José Antonio Michelena
LA HABANA.- El día 11 de marzo fue muy largo para los cubanos y no
hubo espacio para otro tema que no fuera el juego entre la selección
nacional y la de Holanda en el III Clásico Mundial de Béisbol.
La derrota final de Cuba se vivió de diversas maneras (entre el
llanto y la ira) en la isla y más allá, porque la pelota, para los
nacidos aquí, es mucho más que un juego. Cuatro años llevaban los
peloteros cubanos esperando la revancha en el Clásico y por segunda vez
consecutiva se quedaron con los deseos de avanzar a finales. Ahora
Holanda se convirtió en el gran villano, mientras que las culpas del
fracaso y sus causas son debatidas en cada esquina, en cada calle y
plaza pública de todo el país, continuando una polémica que comenzó
desde que se conformara la preselección con varios meses de
anticipación.
El III Clásico, jugado en Asia y América, ha traído novedades y
sorpresas; unas, en el contexto deportivo; otras, en el ámbito
mediático; todas en consonancia con los acelerados cambios que provoca
la época, a los que nadie escapa, aunque se lo proponga.
Revelaciones y empeños
Es bueno para el béisbol que un equipo de Europa -Holanda- llegue a
semifinales en el Clásico; que otro, Italia, resultó la revelación del
torneo y vendió cara su eliminación ante Puerto Rico; y que un tercero,
España, haya estado en la pelea, aun cuando se fueran sin ganar un
partido porque les tocó jugar en el grupo de la muerte, con los trabucos
del Caribe.
También es bueno para este deporte que Joe Torre esté al frente de la
selección estadounidense, acompañado por Greg Maddux, una señal de que
se han tomado el Clásico más en serio.
Con mayor seriedad y ganas también se ha visto a los dominicanos, que
han tenido un contagioso entusiasmo en el banco y han desbordado
energías para festejar cada jugada o batazo decisivo, como se vio en el
peleado juego que le arrancaron 3x1 a Estados Unidos para clasificarse a
la final. Todo lo contrario de la baja forma deportiva de las estrellas
de Venezuela.
Pero en ninguna parte se pone tanto empeño en el Clásico como en
Cuba. Y el exagerado afán no necesariamente se convierte en factor de
éxito. Cuando se analizan las actuaciones de los atletas cubanos en los
torneos internacionales no se toma en cuenta la presión social que
gravita sobre ellos: el abanderamiento, el compromiso, los inflamados
discursos, las consignas.
(...)
El pasado miércoles, un panel de la Mesa Redonda de la televisión
cubana analizó las razones de la derrota cubana. Para el técnico Frangel
Reynaldo, las estadísticas del equipo Cuba fueron las mejores entre los
16 equipos contendientes en el Clásico. Sólo que la única estadística
determinante para avanzar hacia la conquista del torneo son los números
del marcador de los juegos que no se pueden perder.
Cambio de lenguaje
Más allá del fracaso de su selección, el Clásico ha significado,
también, para los aficionados al béisbol en Cuba, muchas otras cosas.
Por ejemplo, la posibilidad de apreciar en acción a estelares de las
Grandes Ligas y la novedad de ver, en el equipo de España, a varios
cubanos que juegan en otras ligas: Bárbaro Cañizares, Yaser Gómez,
Yunieski Sánchez.
Aunque lo verdaderamente novedoso, con relación a los peloteros
cubanos de la emigración, fue que los comentaristas cambiaran el
lenguaje de otros tiempos y ofrecieran -de manera fría y sintética-
algunos datos de su carrera deportiva, sin llamarlos desertores, o
ignorarlos, como se hacía antes. Fue un cambio sustantivo.
También fue un paso elogiable poner en vivo los juegos de la segunda
ronda celebrados en el Marlins Park de Miami, sin coletillas políticas
ni fuegos cruzados a que estamos acostumbrados cada vez que se menciona
en los medios cubanos la ciudad floridana que alberga a un millón de
cubanos.
Como los cambios ocurren, tal vez, para el próximo Clásico, Kendry
Morales, Alexei Ramírez, Yunel Escobar, Aroldis Chapman, Yoeni Céspedes,
Dayán Viciedo, Brian Peña, José Iglesias, Adeynis Echevarría, jueguen
en la selección cubana, sin tanta presión, sin consignas, pero con
entrega.
Soñemos con eso desde ahora. Soñemos con ser campeones, los cubanos todos.
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