lunes, 24 de junio de 2013

A propósito del Intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos.


A pesar de tensiones políticas y las restricciones gubernamentales que siempre han existido, en el año 2004, momento en que el gobierno de George W. Bush prácticamente imposibilita esta actividad, Cuba ocupaba el lugar número catorce en la preferencia de los estudiantes norteamericanos para la realización de viajes de intercambio, 760 universidades habían solicitado licencias del Departamento del Tesoro para realizar diversas actividades académicas en Cuba y un flujo constante de artistas se movían entre ambos países.

El gobierno cubano ha expresado que su política es desarrollar el intercambio cultural con Estados Unidos y ésta es ampliamente difundida en Cuba, en el país también existen los que siempre lo miran con recelo y se oponen a ello, argumentando que se trata de un “medio de penetración imperialista”, expresado como tal en las intenciones de la propia política norteamericana. Por otra parte algunos sectores de la política, advierten, sin tener en cuenta el objetivo cultural y nada político para esos artistas de esta reciprocidad y esgrimen el que los músicos cubanos radicados en Miami no pueden participar de ese intercambio.

En realidad, unos y otros olvidan que hace siglos nos estamos “penetrando” mutuamente en el terreno de la cultura. Aparte de compartir raíces comunes, tanto por el componente africano como por la histórica presencia hispana en Estados Unidos, el contacto entre ambos países ha sido tan intenso, que la experiencia forma parte consustancial de las respectivas culturas nacionales.

Como bien ha dicho el profesor Louis A. Pérez, de la Universidad de Carolina del Norte, la cultura cubana entró a la modernidad a partir de patrones norteamericanos. Así llegó lo bueno y lo malo -lo que José Martí mejor que nadie supo diferenciar-, resultando que el componente cultural norteamericano tiene un peso considerable en la cultura nacional cubana, lo cual explica su atractivo para el pueblo de Cuba.

Aunque en menor escala, también la cultura cubana ha tenido un impacto en la cultura norteamericana, particularmente en la música, desde el jazz hasta la salsa, pero no solo en ella, con la ventaja de que nunca llegó empaquetada en afanes hegemónicos. Ello, a su vez, explica el atractivo de la cultura cubana para el pueblo norteamericano.

Y ya que se habla de “penetraciones”, vale decir que la cultura cubana ha penetrado como nunca antes en la sociedad norteamericana a través del cubanoamericano. Hasta el punto, que pudiera afirmarse que el cubanoamericano constituye la máxima expresión de sincretismo entre ambas culturas.

En resumen, el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos tiene vida propia, porque forma parte de nuestras historias e identidades nacionales y se mantendrá no importa cuales sean los intentos políticos por impedirlo, aunque haya que recurrir al contrabando, como ocurrió cada vez que el colonialismo español trató de hacer lo mismo. Como hubo que hacer cuando las prohibiciones en Cuba de cierta música. 

De esta forma hemos visto al renombrado trompetista norteamericano Wynton Marsalis, a la Orquesta de Jazz del Lincoln Center de Nueva York (JALC y ofrecer talleres y clases magistrales de jazz en escuelas de música y en Estados Unidos, a Irakere, Chucho Valdés, con antecedentes como Frank Grillo ¨Machito¨, Chano Pozo hasta las más jóvenes orquestas cubanas, brindando su arte, además en otras esferas del arte como los prestigiosos The American Ballet Theatre de New York y el Ballet Nacional de Cuba.

"La Cultura es el alma de los pueblos".
Jose Marti.


Miguel Ángel Céspedes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario