A pesar de tensiones políticas y las restricciones gubernamentales que siempre han existido, en el año 2004, momento en que el gobierno de George W. Bush prácticamente imposibilita esta actividad, Cuba ocupaba el lugar número catorce en la preferencia de los estudiantes norteamericanos para la realización de viajes de intercambio, 760 universidades habían solicitado licencias del Departamento del Tesoro para realizar diversas actividades académicas en Cuba y un flujo constante de artistas se movían entre ambos países.
El gobierno
cubano ha expresado que su política es desarrollar el intercambio cultural con
Estados Unidos y ésta es ampliamente difundida en Cuba, en el país también
existen los que siempre lo miran con recelo y se oponen a ello, argumentando
que se trata de un “medio de penetración imperialista”, expresado como tal en
las intenciones de la propia política norteamericana. Por otra parte algunos
sectores de la política, advierten, sin tener en cuenta el objetivo cultural y
nada político para esos artistas de esta reciprocidad y esgrimen el que los
músicos cubanos radicados en Miami no pueden participar de ese intercambio.
En realidad, unos
y otros olvidan que hace siglos nos estamos “penetrando” mutuamente en el
terreno de la cultura. Aparte de compartir raíces comunes, tanto por el
componente africano como por la histórica presencia hispana en Estados Unidos,
el contacto entre ambos países ha sido tan intenso, que la experiencia forma
parte consustancial de las respectivas culturas nacionales.
Como bien ha
dicho el profesor Louis A. Pérez, de la Universidad de Carolina del Norte, la
cultura cubana entró a la modernidad a partir de patrones norteamericanos. Así
llegó lo bueno y lo malo -lo que José Martí mejor que nadie supo diferenciar-,
resultando que el componente cultural norteamericano tiene un peso considerable
en la cultura nacional cubana, lo cual explica su atractivo para el pueblo de
Cuba.
Aunque en menor
escala, también la cultura cubana ha tenido un impacto en la cultura
norteamericana, particularmente en la música, desde el jazz hasta la salsa,
pero no solo en ella, con la ventaja de que nunca llegó empaquetada en afanes
hegemónicos. Ello, a su vez, explica el atractivo de la cultura cubana para el
pueblo norteamericano.
Y ya que se habla
de “penetraciones”, vale decir que la cultura cubana ha penetrado como nunca
antes en la sociedad norteamericana a través del cubanoamericano. Hasta el
punto, que pudiera afirmarse que el cubanoamericano constituye la máxima
expresión de sincretismo entre ambas culturas.
En resumen, el
intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos tiene vida propia, porque
forma parte de nuestras historias e identidades nacionales y se mantendrá no
importa cuales sean los intentos políticos por impedirlo, aunque haya que
recurrir al contrabando, como ocurrió cada vez que el colonialismo español
trató de hacer lo mismo. Como hubo que hacer cuando las prohibiciones en Cuba
de cierta música.
De esta forma
hemos visto al renombrado trompetista norteamericano Wynton Marsalis, a la
Orquesta de Jazz del Lincoln Center de Nueva York (JALC y ofrecer talleres y
clases magistrales de jazz en escuelas de música y en Estados Unidos, a
Irakere, Chucho Valdés, con antecedentes como Frank Grillo ¨Machito¨, Chano
Pozo hasta las más jóvenes orquestas cubanas, brindando su arte, además en
otras esferas del arte como los prestigiosos The American Ballet Theatre de New
York y el Ballet Nacional de Cuba.
"La Cultura es el
alma de los pueblos".
Jose Marti.
Miguel Ángel Céspedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario