jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Dónde está mi bandera cubana? Gritó Byrne.


-¿Tu no tenías lo ojos claros?
Me preguntó en cuanto me vio, después de saludarme con alegría y sobrellevada emoción.
- Verdes-, le dije rápidamente  y traté de abrirlos más para que notara el color que años tras años había escuchado decir que tenían  mis ojos.
Nos sentamos en aquella sala, desierta de emociones inventadas y llena de gente querida y extraviada.
-¿Qué tal el viaje?- interrogó.
-Entre la inmensidad de Barajas, la llegada a Lisboa, las luces de la ciudad, el sabor del vino, mi regreso a los pocos días a España con mi entrada triunfar a Sevilla y específicamente a Brenes, ando bastante contrariado y expectante,- le dije sin respirar.
-Tenías que haber venido primero a Granada compadre, estas de madre. Tienes que tener cuidado, ya esto no es Cuba. Aquí la gente es más sensible.
- Ya... -intenté decir.
-......además aquí te estábamos esperando todos, desde el primer día-, me decía mientras interrumpía mi exposición de palabras.
- Yo tengo otros amigos, que me esperaban igual, además se desplazaron hacia la frontera a más de 500 kilómetros para recogerme.- se me ocurrió decir la primera verdad, sin adornos ni excusas.
- Bueno ya da igual.
Los rones, cigarrillos de liar nuevos para mi universo, quesos, jamones españoles, vinos y una carne con una salsa bechamel conformaban la invasión directa a mi paladar criollo de arroz y frijoles.

Llegó la hora de los consejos, las expectativas personales, las ideas anti-totalitarias, el comentario político, la visión general de una Patria ganada por el sacrificio personal y con demora planificada luego de una charla amena y equitativa la despedida del día se hizo presente con la certidumbre de encontrarnos prontamente.
Dos besos en la mejilla, a la española, y la frase de costumbre me alejaron por unos dos días y varias horas de aquella cultura adquirida que  en pocos años se esforzaba en ser autentica y autóctona.

El tiempo próximo me llevo hasta un bar en el mágico barrio El Realejo, en esa Granada lorquiana y magnánima.
Entre Alhambras 1925 y tapas marítimas, se desarrolló la conversación unidireccional.
Él con esa autoridad auto otorgada que da haberse leído unos libros, comentaba sobre un nacionalismo creado e inventado por algunos pocos, y disfrazaba con soberana autoridad que las insignias nacionales como aquella que no consideraba suya no eran más que inventos humanos que precisaban de la marginación actual.

-Todas encierran fronteras y manipulaciones políticas.- dijo sin reparos.

Yo escuchaba al mismo tiempo que me encontraba entre tapas andaluzas de salmón y la espada en la garganta con la lengua amarrada.
- Personalmente pienso que…, - iba a decir sin interrumpirlo.
-Compadre, deja que te explique, esta gente sabe lo que te están diciendo, ellos si saben de nación, banderas, y patriotismos inventados.- me dijo mi amigo, uno de mis cubanos preferidos de la época.
-Está bien Guillermo, mi hermano, todo eso está bien, pero de mi bandera y de lo que un cubano siente por ella, de eso no puede hablar él ni nadie.- espeté enérgicamente.
- Lo que pasa es, gordo e´ pinga,- y se reía con esta frase,- es que los cubanos están acostumbrados a la ‟muela” esa de que la bandera, el imperialismo, el capitalismo salvaje, y el cubanismo inventado ese. Eso es mierda  pura y manipulación, los españoles si saben lo que es eso, ellos no creen en banderas, ni en fronteras.
Aguante la risa y las ganas de golpearle la nariz. La prosa de Bonifico me martillaba la cabeza, me descojonaba el alma, y me lanzaba a cargar al machete.
En las paredes de mi cráneo me golpeaban incesantes las palabras del poeta.
Orgullosa lució en la pelea,sin pueril y romántico alarde;¡el cubano que en ella no crea se le debe azotar por cobarde!

Las letras se me dibujaban en la cabeza, y la Alhambra 1925, fría y exquisita me susurraba control. 
¿No la veis? Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria,y en la cual resplandece una estrella,Con más luz cuando más solitaria.
- Lo que pasa es que lo cubanos siempre estamos en lo mismo, no aprendemos, no queremos aprender. Rauli, está gente si sabe, que todo eso de las banderas es un invento pa´ manipularnos los políticos  y los poderosos, para crear fronteras. No te cierres compadre.- me golpeaba cada vez más.

El andaluz hacia cada vez más, gala de su teoría conceptual, y dibujaba con rebuscadas palabras de literato empedernido, su visión, anti-nacionalista, y retorica anti falangista, que recuerdo muy bien que fue el único punto que encontré compartir con aquel culto señorito andaluz. 

Mientras tanto Byrne seguía recordándome sus versos.
Si desecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día...¡nuestros muertos alzando los brazos,la sabrán defender todavía!...
-Si la bandera española, ha pasado por tantas etapas, entre colonialistas, republicana, falangista, borbónica, españolista, porque se tiene que comparar con aquella, que no ha defendido más que la idea de ser soberana.- continué diciendo.- Además, la historia española en gran parte es una historia de colonialismo, mientras que las cubana es de independentismo, no me parece justo calificar igual estos conceptos nacionalistas y de desarraigos patrios. - exclame convencido de la fuerza de la idea.

- Escúchalo y aprende.- me dijo mi amigo cubano por nacimiento y español por papeles ganados.

Me quedé en silencio, convencido de que la cerveza me había aconsejado bien.
Y pasó la noche, pasó.

-Ya tu no vives en Cuba, -me dijo ella días después,- aquí las cosas son diferentes y mejores.
Yo sin temor alguno a equivocarme me quede con mi Cuba visceral, sin responderle y agenciarme un destierro particular e inventado, convencido que la Patria se vive y se carga con ella, sin esa necesidad emergente de tomarla  como pedestal. Y recordé al poeta decir otra vez.
En el fondo de obscuras prisiones no escuchó ni la queja más leve,y sus huellas en otras regiones son letreros de luz en la nieve...

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