Una amiga entrañable de la infancia llegó un día a la casa y entre lágrimas le expresó a todos los presentes lo que parecía una irrevocable decisión: renunciaría al magisterio. Hace un par de años, un día, un equipo de universitarios norteamericanos nos entró a palos en un juego de pelota. Hace un par de días atrás un equipo iraní nos ganó en el volleyball varonil. Parecen hechos aislados. Parecen... ¿acaso lo son?
Aclaro: no soy pesimista. Que recuerde, entre mis ancestros no figura el protagonista del cuento "del gato (hidráulico)" , ni creo que tampoco a mis venas haya llegado por herencia, alguna cuota de fatalidad en forma de cromosoma incrustado en mi ADN. He vivido la historia, - la que llevo en mis costillas -, y conozco un poco la que me antecedió. Vivo orgullosa de ellas.
Si mi amiga, ex-profesora de Español y Literatura en una escuela primaria, llegó a casa en estado de puro nervio renunciando a sus frijoles, con tal de no sumarse a la cruzada, no fue por culpa del bloqueo. Ese más bien permanecía como un ente actuante de modo subjetivo en aquella sarta de palabrotas que ella, y la directora de su escuela se profirieron esa tarde. La segunda, le exigía a mi amiga ciertos parámetros en la promoción so pena de no tener que afectarle su salario. Mi amiga, argumentaba ecuaciones de honestidad y decoro, de cierta decencia, de cierto deber. La segunda esgrimió como excusa ineludible, cumplir con lo que venía "de arriba", un arriba, tan volátil, inmesurable y desconocido como cualquiera de los elementos 113, 115 y 117 de la tabla periódica de Mendeleiev. Un arriba que existe y nadie ha visto. Un arriba que se multiplica y se difumina en orientaciones por si las moscas... un arriba que ahora, nadie sabe quien regentó. Un arriba tan pesante como un bloqueo externo. Un arriba que existe dentro.
No tuve la desdicha de conocer un profesor que por cinco pesos moneda nacional se dejara sobornar y me vendiera una prueba, ni otro, que por igual o superior cifra me dejara fijarme en un examen. Lo que aprendí se lo debo desde Yolanda, aquella que me guió desde 1ro hasta 4to grado en la escuelita "Mariana Grajales", hasta Concepción Otero, mi tutora de la tésis en la Universidad. Lo que dejé de aprender se lo debo a la vida, a mi modo de vivirla, y no la critico ni enjuicio: no se puede aprender de todo.
Hoy el viejo fantasma de una nueva etapa intenta renacer desde el esqueleto de un ave devorada en el asfalto. Hoy, parece, se vende un examen como se vendía un café de 0.10 ctvos en la esquina de La Quirosana. Hoy, un maestro emergente o uno que lleva en su alma el espiritu de la indolencia, pasa cepillo por las mesas y se hace el que no ve nada al momento de cuidar el aula. Los chicos, contentos, pasan de grado. Los padres, en casa, extasiados, regalan Playstations. A los chicos les encantan los Playstation.
¿Fatalismo? ¿Resignación? ¿Bloqueo? ¿Post-modernismo?
Hoy - y esto no tiene nada que ver con las aulas y los maestros - aquellos paradones de penalties protagonizados en la piscina por Oscar Periche parecen fantasías de la Ecured. Aquellos legendarios remates de Joel Despaigne, aquel "dame bola" que pedía el moreno santiaguero jugada tras jugada en la Copa del Mundo de Japón 1989, no existe. Aquella derrota de Cuba ante Brasil de 1x0 en un Panamericano de Fútbol parece un cuento del hada madrina. Hoy aquellas prácticas de bateo del equipo nacional de beisbol contra obreros y oficinistas que practicaban pelota en sus ratos libres se acabaron. Deportivamente vivímos glorificados en la época de la burbuja. El campo socialista parecía tan firme como un rail de línea clavado por su punta en un hueco de hormigón de 3x3. Aquel Dream Team Americano en el basket, año 1992, parecía una locura temporal de Samaranch, agobiado por la liquidez financiera en el COI. Basket... equipo cubano, bronce, 1972, veinte años antes de Barcelona... ¿se recuerdan?
Las expectaculares Morenas del Caribe, dieron paso a una pléyade de chicas con más motivación por saltar en otro taraflex distinto al de la Ciudad Deportiva.
En la escuela aprendí que el verdadero desarrollo de un país se medía, entre otras cosas, por la pluralidad y la dinámica de su economía. Una mejor economía implicaba, a no dudarlo, mayor felicidad para sus habitantes. Nunca fuimos grandes cultivadores de plátanos, ni excelentes exportadores de acero o de maquinaria pesada, pero parecíamos felices. Vivimos orgullosos - y bastante - más bien de nuestro inmenso caudal en materia de recursos humanos, inmensamente fuertes en la materia de servicios. Vivimos orgullosos de nuestra cultura, de nuestros maestros, de nuestros deportistas y de nuestros médicos. Y en la casa faltaba el gas, a la bodega no había llegado el picadillo... la zanja de atrás del edificio llevaba un mes botando excremento y Comunales no venía a repararla, .. aquel día la turbina se rompió y no vino el agua a los tanques del edificio, pero jugaba Cuba, y Cuba ganaba y a la gente se le olvidaba el gas y respiraba el kerosene con estoicidad. Se comía huevo, cerraba las ventanas para no oler la peste a caca, brincaba el turno en la ducha, pero jugaba Cuba y Cuba ganaba y la gente, la inmensa mayoría de ella, parecía feliz con ganarle a los yanquis por nocao o con un nocao de Stevenson a un americano bocón. Y como hubo americanos bocones... y nocaos de Stevenson.
Hoy, cuando la modernidad del fraude hace mella no solo dentro del estudiantado, sino también dentro del claustro profesoral; hoy, cuando el reggaetón parece copar la mayoría de los espacios de difusión y representatividad en el panorama musical cubano, hoy cuando una gran masa de la intelectualidad literaria joven se ha marchado al exilio y gran parte de la que está dentro quiere largarse... hoy cuando nuestros mejores atletas aprovechan las escalas y las competencias fuera del país para fijarse una nueva residencia, lo que trae consigo inexorablemente la separación del equipo nacional, parece ser que nuestros médicos, vilipendiados y machucados por su interés misionero por el LCD y la lavadora automática, es lo único que nos queda por mostrar orgullosos ante el mundo.
Muchos de nosotros, optimistas pero apesadumbrados parecemos resignados - y ojalá esté equivocado - a escuchar, per secula seculorum, y no por causa de los yankis bocones con los cuales nos amedrentaban, aquel legendario tema en la voz de Los Terrícolas: "(...) solo cenizas, hallarás de todo, lo que fue (...)"
Alex: muy real roberto , apartando que los mejores deportistas se estan quedando en otros paises, cada vez hay menos motivación , las personas quieren ver el fruto de su trabajo y ser reconocidos por su esfuerzo y al contrario cada dia se defraudan mas porque en la tv cubana todo son logros y sobrecumplimientos y la realidad la ven dia a dia , los dirigentes siguen desviando recursos y a los que machucan son a los de abajo y que decir de los maestros emergentes al menos de la mayoria , resumen mio: loma abajo y sin frenos
ResponderEliminarExiste un deterioro grandisimo, a mi entender en muchisimas esferas sociales, bueno, ya hasta el propio Presidente lo reconocio de una manera mas cruda de como con anterioridad lo habian venido reconociendo.
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