domingo, 28 de julio de 2013

Un sombrero quitao' ante Paola Guanche


por Roberto A. Lamelo

No puedo precisar cuando fue la primera vez que escuché cantar a Paola Guanche. Quiero decir, que día. Debe haber sido hace cuatro o cinco años atrás. Conocí su voz en uno de esos programas Sábado Gigante, que no suelo nunca ver, pero ese día, sabe Dios porqué – pues porque solo Dios sabe esas cosas – la escuché cantar un bolero antológico como si fuera una consagrada Diva.  Tanto yo como mi esposa quedamos fascinados. “Qué te pedí”, forma parte de esa biblioteca musical obligada de reclamos musicales amorosos – hoy en día solemos llamar a ese género ataque de tarros – pero su letra es de esas letras que te pone la piel de gallina, que te da por pensar que hiciste lo correcto, que no le pediste nada a la susodicha o al susodicho, que nada debes reclamar. Escucharla en voz de una niña debe ser como una antitesis de su prosa, porque,... ¿cómo puede cantarle al amor una niña? No de esa manera… bueno, excepto Paola.

Desde ese día, le cacé la pelea a Paola por todos los recovecos en que se metió la bendita y cautivante muchacha. La he escuchado cantar junto a su madre y su tía, la he escuchado cantar junto a su padre. La he escuchado cantar canciones en inglés, la he escuchado cantar canciones en español. La he escuchado cantar canciones de muy diversos géneros, la he escuchado cantar una canción, solo, como Mirta Medina solía hacerlo. Paola, desde hace mucho tiempo, se ha convertido en esa estrella rutilante e incipiente a la que quisiera conocer, darle un besito y decirle GRACIAS CHIQUILLA.

Gracias por cantar como cantas, gracias por cantar lo que cantas. Gracias por cantar… gracias por ser cubana, gracias por hacerme recorder a Celia, a Adele, a Fernando Alvarez, a Whitney Houston,... gracias por disfrazar de magia cada noche que cantas.

Gracias por darle continuidad a ese legado de los Guanche-Nuviola… gracias por ser Cuba en tan sólo un metro de estatura, con esa voz de gigante.

No tengo dudas que en estos instantes alguien se estará recordando que alguna vez yo le hablé de esta chica. No soy perfecto, pero hace muchos años aprendí a reconocer el talento de los divinos cuando se me paran delante. Hace cuatro o cinco años, en compañia de mi esposa, yo conocí a la futura reina de la música cubana.

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