martes, 20 de agosto de 2013

La Fama, esa enemiga. La historia de un sin nada que llegó a la cima para volver al suelo.

                                  

para Luis, ayer contrariado. Para Mario Lara, Amilkar, El Color...
por Roberto A. Lamelo

El año 1986 posee el encanto de haber sido el año del Mundial de Futbol de México 1986. El año del famoso gol de Maradona contra los ingleses. ¿Cuál de los dos goles? Los dos... el que “echó con la mano” y el que dribló a 6 rivales… sí, ese, el gol más bello en la Historia de los Mundiales de Fútbol. Pero también fue el año del milagro para un jugador de fútbol brasileño, que meses antes estaba apagado, medio arruinado y sin “empleo” 

Josimar Barbosa llevaba 2 meses sin jugar, “fajado en la negociación de su contrato”. Estaba en la casa, cocinándole a su esposa Alicia, cuando una tarde el teléfono comenzó a sonar. Fue necesario que lo hiciera tres veces para que él se decidiera a cogerlo. Fue de la cocina de su pequeño apartamento hasta el comedor con el delantal puesto, mientras se se secaba las manos con el propio delantal. La conversación duró escasos segundos. Josimar colgó el teléfono algo molesto por el tiempo perdido. Su esposa embarazada le preguntó que quién era, él le respondió: “nadie amor, un comem….gastándose una broma. Dice que acabo de ser seleccionado para ir a jugar con la Nacional a México. ” Alicia le reprochó su incredulidad y él le dijo: “¡Pero cómo va a ser verdad!" Treinta minutos después sonó el timbre de la puerta de la calle. Eran dos directivos del Botafogo.

-       "Josimar, sácate el delantal, prepara la maleta y danos inmediatamente tu pasaporte, pues debemos gestionar cuanto antes tu viaje a México.

 Josimar se echó las manos a la cara y abrazó emocionado a Alicia.

Telé Santana, el técnico de Brasil en el Mundial del 86 llevaba varios días antes de este suceso, reventándose la cabeza.  Leandro, lateral derecho titular de la selección, se negó a viajar a México, pues quería, a pepe, jugar de marcador como lo hace en el Flamingo y, además estaba molesto porque su amigo Renato no había sido llamado. A la renuncia de Leandro se unió la lesión de Edson frente a Argelia en los partidos de preparación. Brasil, uno de los pioneros en el uso de los laterales ofensivos, de pronto se sintió sin piezas en la defensa. ¿A quién llamar? Necesitaban un lateral ofensivo. Josimar lo era, incluso era buen goleador pero era un deficiente marcador. 

Dice la leyenda que Josimar, cuando llegó al aeropuerto a tomar el avión que lo llevaría a México, le comunicó a uno de los federativos que no llevaba los tacos. Cuando este le preguntó porqué, Josimar le contestó: “No tengo dinero para comprarlos” El vox populis se encargó de magnificar la historia, diciendo que Josimar había llegado al aeropuerto “descalzo”. 

Y Josimar llegó, se aclimató a la altura, se ganó el puesto enseguida y, nada, más salir, logró uno de los goles más bonitos del campeonato, conectando un disparo desde 40 metros, en el partido frente a Irlanda del Norte, que entró como un misil por la escuadra derecha de la portería de Patt Jennings.  

Llegó cuando Brasil ya había disputado el primer partido e hizo otro gol espectacular ante Polonia y llegó a ser elegido en el once ideal del campeonato. El gol ante Polonia es una joya. Solo he visto un gol así 24 años después, en las piernas de otro defensor brasileño: Maicon. 

" Su gol ante Polonia en los Octavos de Final frente al Polonia, a donde se remonta este pequeño recuerdo, este pequeño capítulo en la reciente historia canarinha, fue una cabalgada, un acto de osadía y fe en donde pisó área, apuró y cuando no se esperaba el balón salió rabioso y directo a la portería polaca. " *

Gracias a esta memorable actuación pudo renovar con el Botafogo que lo había tenido dos meses apartado, pero las tensiones con su club cada vez eran mayores y en enero de 1988 el Sevilla entró en escena para preparar su fichaje. Dejó los 6000 dólares mensuales – 6000 dlrs que ya ni siquiera le pagaban - por una auténtica millonada, de pesetas, pero millonada al fin.  Josimar tan solo contaba con 25 años y  había deslumbrado en México. 

Como suele ser habitual en este tipo de fichajes con el Sevilla FC, la negociación no fue fácil, en primer lugar porque el Botafogo no cedía en sus pretensiones y en segundo lugar porque el Sevilla ya tenía el cupo de extranjeros cubiertos con Bengochea y McMinn. Finalmente el escocés fue descartado y Josimar llegó al Sevilla a principios de febrero de 1988 en medio de una desmedida expectación con un contrato que lo vinculaba hasta junio con opción a continuar si su rendimiento era satisfactorio.

Su decepcionante debut ante su afición contra la Real Sociedad hizo presagiar que a lo mejor Josimar no iba a ser el megacrack que disparara a su equipo hacia arriba en la tabla clasificatoria. Ni siquiera encontrarse con un genio como Karpov  le inspiró al brasileño que no mostró en los 13 partidos que jugó con la camiseta sevillista ninguna de las cualidades que le había llevado a ser seleccionado en el once ideal del Mundial y su plaza fue ocupada posteriormente por Polster.

Cuando regresó a Brasil lo hizo de manera poco recomendable. Con dos amigos más, organizó una orgía con un grupo de mujeres en uno de esos hoteles de citas bastante populares en las grandes ciudades brasileñas. Al final, le pegó a una de las participantes y terminó la noche en la comisaría, acusado de graves lesiones corporales.

Tras el escándalo, su mujer le perdonó frente a las cámaras de televisión, emocionada. Pero Josimar volvería otra vez a llamar la atención de manera negativa cuando no regresó al hotel en que se encontraba con la selección brasileña, durante una excursión a Inglaterra en 1987. A pesar del nuevo escándalo (el jugador se emborrachó en compañía femenina) el entrenador Carlos Alberto Silva también lo perdonó.

 Después de eso, nunca le fueron bien las cosas y comenzó una decadente carrera que le llevó a clubes tan dispares como el Internacional, el Novo Hamburgo, el Bangu o el Fortaleza y a aventurarse de nuevo a probar suerte en el extranjero prestando su buen hacer futbolístico en el simpático equipo Jorge Wilstermann de la siempre competitiva liga boliviana o en el Mineros de Guayana venezolano, donde en 1997 pone fin a una carrera llena de éxitos y sonados fracasos. 

Era común ya vérsele en las fiestas en Río de Janeiro y aunque anunciaba que era un hombre que había dejado atrás sus malos vicios, un día un detective de la policía carioca lo sorprendió en la casa de baños de un conocido club en Río mientras inhalaba una dosis de cocaína.

La suerte que un día le abrió las puertas se le cerraron. Más bien fue él mismo quien las cerró. Si algún rival tuvo Josimar en su carrera, fue él mismo. Ah… y la fama.

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