Por MSc Alain Darcout Rodríguez. Psicologo, Sexologo.
(en homenaje al 4 de Septiembre: Día Mundial de la Salud Sexual)
La salud sexual entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos. Se entiende como un derecho, una búsqueda y una responsabilidad individual y social, con expresiones y consecuencias diferentes para las mujeres y los hombres sin límite de edad. Es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad y está determinada por factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales.
Especialmente por las concepciones que sobre sexualidad tenemos y que matizan nuestra construcción personal y formas expresarla. Pero tradicionalmente los programas de salud sexual han limitado su enfoque de tipo asistencialista a la atención de las preocupaciones y problemas relacionados con la función sexual y particularmente su función reproductiva, subordinando el tema de la promoción de los derechos sexuales.
Actualmente resulta imprescindible abordar el tema desde un enfoque más integral de la salud sexual incluyendo la defensa de estos derechos de los individuos como fundamentales e inalienables, para que este tenga control de su cuerpo y tome decisiones libres y responsables sobre su sexualidad y reproducción, sin verse sujeto a coerción, discriminación o violencia. Los derechos sexuales deben verse como parte esencial e inseparable de la salud y la educación, pues sin ellos resulta imposible el autocuidado y la demanda de servicios para conservar y promover la salud sexual, por ello reconocerlos y divulgarlos produce transformaciones de tipo individual y social, que tienen impacto en la calidad de vida, la salud, la felicidad, la realización personal y representan un reto a las viejas normas sociales familiares o económicas.
En este aspecto de la vida trascienden la necesidad de información y/o servicios y se convierten en elementos políticos y éticos. Varios son los obstáculos para la defensa de los derechos sexuales y el logro de mayores niveles de salud sexual y reproductiva, entre otros: el peso de la cultural machista – patriarcal y la influencia de los fundamentalismos de todo tipo basados concepciones erróneas y en falsos moralismos, las fallas y los vacíos en la jurisprudencia para su garantía y las normas de atención sanitarias que no se corresponden a los nuevos paradigmas y que afectan el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.
En ese sentido, destacamos el papel vital del respecto a los derechos sexuales y reproductivos (desde los niveles gubernamentales y legislativos o a todos los niveles de la sociedad), buscando su reconocimiento como derechos humanos y su promoción entre los profesionales y la población en general, y la necesidad de profundizar y atemperar a los nuevos tiempos el proceso de educación de la sexualidad que promueva las potencialidades humanas en esta esfera, de forma tal que permitan alcanzar un armónico desarrollo personal y social como dimensión de la personalidad.
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