Matthew esperó hasta
tarde, anoche, para que Yasiel Puig le firmara una pelota.
Para complacerlo, le dimos la vuelta al estadio de los Marlins, buscando por donde saldrían los Dodgers
hasta que encontramos la puerta. Más bien era una reja… dentro, en el andén
esperaba la guagua. Encendida… más de media hora y nosotros esperando saliera
la gente, los jugadores de los Dodgers. El nuestro… Yasiel Puig.
- - Luis, se ve que aquí sí que no hay período especial. Mira
como gasta petróleo la guagua esa… le comenté en broma a Luisito.
Luego me cansé de
respirar el humo aquel…
Vimos salir a McGuire y
lo saludamos. Vimos salir a Mattingly y lo saludamos. Vimos a Crawford, a Kershaw e
incluso a unos coreanos que son del team de apoyo de Ryu. Pero Yasiel no estaba
ni por todo eso. Luego se montó el chofer, pitó para que nos moviéramos y
nosotros cansados y decepcionados nos fuimos. Matthew, a pesar de todo, seguía
mencionando el apellido de su ídolo: PUIG.
Luego estuvimos a punto
de encontrarnos, pero las casualidades lo prohibieron una primera vez… luego
una segunda. ¡Lo vimos! Matthew corrió, y junto con él corrió su padre.
Yo, ya lo he dicho,
no soy muy dado a venerar personalidades. No se si sea timidez o es que prefiero hacerlo
con mis letras. Quizás sea respeto. Al hombre y al atleta. Puig es mi ídolo
también, pero no corrí. Puig, el jardinero estelar de los Dodgers. Un ser
humano con un talento excepcional para jugar al beisbol.
Salía del estadio con su
familia. Yo llegué tarde, pero tuve tiempo para conversar con su padre, con su
madre, con su hermana y un amigo. Luis se sentía triste porque a pesar de la
premura, no pudieron lograr que Puig le firmara la pelota a Matthew. Matthew estaba
triste.
Rodeados por sus padres, Luis sacó de su mochila el texto que yo hace un mes había escrito sobre
Puig: 14=66 y comenzó a repartirlo. Yo, arropado en mi modestia, intenté
cubrirme con un cartel que había llevado al estadio por la ocasión del juego,
pero sentí, aparte de unas gracias sinceras de parte de la familia, un AH SI, YO
LO LEI y Luis – Dios te parta flaco e m… - le dijo a la madre: “este muchacho
que está aquí fue el que lo escribió” Fue entonces que tuve que, muy a mi
pesar, dejar de ser un ente “aislado de la conversación”
El amigo de Puig me expresó sus disculpas. Yo
le dije que no había porqué disculparse, que lo sentíamos por el niño, pero él,
super atento me ofreció su teléfono,
- “Llámame mañana, coordinaremos
algo… y gracias por este escrito.”
Yo, no podrán creerlo,
le mostré el cartón con la frase: “CIENFUEGOS A LOS YUMAS LES QUITO EL CARTELITO, PRIMERO
PUIG, AHORA PITO”
El y los demás
sonrieron.Yo, aún hoy estoy muy orgulloso de mi cartel.
Pero Matthew seguía
triste sosteniendo en la mano su pelota sin firma, mientras yo, junto al padre de Puig
me dejaba retratar por Luis. De modo encantador, la hermana del ídolo de Matthew se ofreció para
firmar la pelota por él
- - Yo te la firmo papi, y mañana vienes y le enseñas mi
firma y como yo le voy a contar lo que pasó, él te la va a firmar. Verás que
sí.
Entonces fue que Matthew
sonrió un poco, como si por un arte “genealógico” se hubiese cumplido su deseo.
Ellos, la familia, insistían en que regresáramos hoy martes al estadio de los
Marlins, pero uno tiene obligaciones que cumplir. Trabajar.
Yo insistí en hacerle
llegar el cartelito. Debo confesar que el cartel fue todo un éxito en el
estadio. Al extremo que no lo dejaban “entrar” porque los guardias encargados de la seguridad en el estadio no entendieron lo que
decía. Parece que sí, que Amilkar tiene razón, estoy apretando la tuerca cuando
escribo. Puedo argumentar a mi favor, que el cartel, sólo lo podía entender un
cubano. Y que supiera quien es Puig y quien es Pito Abreu.
Su amigo me dijo “dáme
el cartel, que yo voy a enseñárselo”
- - Después lo botas, le dije, pero enséñaselo.
Al menos eso.
El insistió en que lo
llamara hoy martes para coordinar algo. En lo particular no sé cómo reaccionaría yo, si me
llamaran y me dijeran, ven a tal lugar para que conozcas a “fulano” Ya lo dije
aquí al principio, no soy muy dado a la publicidad, pero no la rehúyo tampoco.
No quiero ser como ese que tanto criticaba Alvarez Guedes en sus cuentos, pero al regreso me
dije: “Si te llaman, planta bandera, y pregunta si puede ser en un Starbucks (me
encanta el Mocha de Chocolate). Y que Matthew vaya, para que Puig le firme la
pelota.
Y que vaya Luis, su padre, claro… en fín, si me llaman, no voy a ser
comem…. Claro que iré.
Que ya lo dijo el
profeta: “Si Mahoma no va a la montaña….” y Matthew, seguro, tendrá al fin su pelota
firmada por el sixty six de los Dodgers. Aquel que en Cienfuegos era el 14 y que ahora es el 66.
Ya lo dije hace cosa de un mes: 14 es igual a 66.
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