Militares cubanos esclavizan a jóvenes campesinas. Según lo que escuchó la bloguera.

por Liber Yamil Barrueta Martínez

No soy muy de leer Generación Y, pero hoy por una casualidad entré al blog de Yoani, por cierto que ya no es el mismo o ha sido mudado de sitio. De todos modos, en el lugar que lo encontré me detuve a leer un escrito de la conocida bloguera cubana que llamó mi atención. En el inicio se refería a Ana, al aparecer abuela de quien escribió el artículo y a quien la situación imperante en la Cuba de antes del 59 y hasta mediado de los ochenta, la obligó a trabajar como criada. La autora enfatiza que Ana, no sabía escribir, pero nunca se quejó de su trabajo, algo que deja bien claro en el inicio del texto, pero lo interesante viene ahora.

Resulta que Yoani, o quien escribió el artículo, pensó en su abuela Ana por esta conversación que escuchó entre dos señoras vestidas con ropas caras. Aquí lo reproduzco y después sigo desarrollando mi idea.

tomado del blog de Yoani, actualmente llamado La Generación Y

– Por lo que me dices tienes suerte.

– Sí, no me puedo quejar, la verdad. Susy empezó con nosotros cuando tenía 17 años y acaba de cumplir los 21.

– A ver si ahora te pare y la tienes que botar.

– No, ella está muy clara en eso. Ya le he dicho que si se queda embarazada pierde su trabajo.

– Sí. Pero tú sabes que “la cabra tira pál monte”. Capaz que se te vaya detrás de algún hombre, del pueblito donde nació.

– ¡Qué va! A ese monte ella no va ni de vacaciones. Imagínate que no tienen ni luz eléctrica, el piso de la casa de los padres es de tierra y la letrina la comparten como cuatro familias. Ella ha visto como se le abren los cielos desde que está con nosotros. Porque además no le falta nada. Lo que tiene es que cumplirme, no le pido más.

– Así empiezan, pero después se van creyendo cosas y pidiendo más.

– Hasta ahora nos ha salido buena. Tiene pase los domingos en la tarde para que haga lo que quiera, pero debe regresar antes de las doce de la noche. La mayoría de las veces ni siquiera sale, porque no conoce a nadie en La Habana. Así es mejor, porque no me gusta la mala “juntamenta”.

–Sí, la calle está malísima. Además estas guajiritas mejor que no caminen por ahí, porque después aprenden mucho.

– Aprenden más de cuatro cosas. Por eso a esta le tengo hasta las llamadas telefónicas controladas. No vaya a ser que se entere de lo que no se tiene que enterar.

– ¿Y aquel novio que me dijiste que tenía?

–No, eso no siguió. Le aclaramos que no queríamos hombres de visita en nuestra casa. Y ella, la verdad, no tiene tiempo para estar enamorándose, mis hijos le absorben mucho tiempo. Que si el parque, que si la tarea de la escuela, que si quieren pintar antes de acostarse, que si hay que leerles un cuento, que si no quieren ver las películas solos. Pobrecita, cuando cae en la cama debe estar matá.

– Ñoooo… te puedes dar con un canto en el pecho. Yo no he tenido suerte, cada vez que contrato a una, no me dura ni un mes.

– Si quieres te presento a la hermana menor de Susy que parece muy seriecita.

– ¿Qué edad tiene?

– 15 años, así la puedes formar a tu gusto.

– Sí, dale mi teléfono y que me llame. Ah… y aclárale que si la contrato, yo se lo compro todo: ropas, zapatos. Pero si un día se va, de mi casa no sale ni con un alfiler. ¡Acláraselo, porque después cogen unos humos, que pá bajárselos es de madre!

Las dos mujeres siguen hablando y la botella de vino va más abajo de la mitad. Alcanzo a escuchar cuando una alardea sobre lo más de sesenta pares de zapatos que tiene su marido. Se ríen y yo siento en la boca del estómago un temblor que conozco, la ira acumulada que me provocan los abusadores. Salgo a la calle por un poco de aire y veo afuera el auto donde han venido las “señoronas”. Tiene una matrícula verde que resalta sobre el reluciente color gris metálico del auto. Es la nueva clase aristocrática, la realeza de verdeolivo, sin escrúpulos ni recatos. Escupo sobre el parabrisas, por Susy, por Ana, por mí.

Yoani, sé que muy probable no leas este sitio, como yo tampoco leo el tuyo, pero me  resulta muy contradictorio el modo en que analizas una situación que puede o no ser real. Estamos hablando de esclavitud y estamos hablando de una defensa tuya hacia el esclavizado. Por lo que considero que además de este escrito, bien pudieras presentar de algún modo la situación dentro de los diferentes órganos existentes en el país donde vives, Cuba.

No es nada contradictorio que sea en la propia Cuba donde intentes darle solución a esta desagradable situación donde, como para ponerle la tapa al pomo, señalas o dejas entrever, que son dos militares, "interesante", dos militares vestidas con ropas caras y bebiendo abiertamente en un lugar que no sabemos cual es, las que desarrollan este diálogo cruel.

La joven se nos presenta como una esclava y el país, inmerso en un esclavismo confuso y extremo, a la joven ni siquiera se le permite tener sexo y si abandona el hogar deberá devolver hasta la ropa que se le ha entregado.

Desagradable situación que ocurre a diario en los Estados Unidos con cientos de mexicanos que cruzan la frontera. Desagradable situación que ocurre en España con mujeres que son introducidas para ejercer este mismo tipo de servidumbre o peor, desagradable situación que debes haber conocido, visto o vivido en mucho de esos países por donde pudiste viajar invitada por amigos y conocidos. Lo que acabas de relatar es el diario de Brasil, es algo tan normal que nadie se interesaría por prestarle atención a tu escrito, y estuviste en Brasil, pero allí nadie le hubiese hecho mucho caso a esta anécdota.

Pero por qué cuando se trata de Cuba el interés crece? Por qué la gente se siente chocada?

Al igual que tú me opongo a la servidumbre cruel como la que acabas de relatar, pero te repito, a diferencia de Brasil, incluso a diferencia del propio Estados Unidos, muy probable, y tengo la esperanza de que así ocurra, muy probable que en Cuba, en ese país al que tanto le echamos todos con el hierro, muy probable que todavía existan quienes se interesen por solucionar casos tan lamentables como este que acabas de relatarnos.

No creo que con una escupida tuya sobre el parabrisas del auto lo soluciones, tampoco creo que escupiste sobre el parabrisas, probablemente sea una licencia poética o no sé que técnica literaria a la hora de escribir, porque tampoco me preocupo mucho por la literatura, yo soy un cubanito de a pie, de la calle.

Con una escupida no se soluciona el asunto, ni siquiera con un texto como este que has dado al mundo, y aplaudo tu voluntad y libertad al escribir.

Yoani, no se trata de izquierdas ni derechas, ni de dictaduras ni de defensores de ella, desde este rincón del mundo llamado Suecia, te pido que hagas una llamadita a los órganos gubernamentales correspondientes, si es que es real este hecho y que entonces escribas otro artículo si nadie atiende tu caso. También me comprometo contigo a realizar mis llamadas y elevar mis quejas, desde este rincón alejado de Cuba, si nadie te responde. Estoy seguro, sin temor a equivocación alguna, que recibiré alguna respuesta al respecto.

A veces, sólo a veces me confunden los ideales de disidentes y revolucionarios, es como si se confundieran los unos con los otros, porque resulta imposible para un revolucionario defender sus ideales escudado en el dinero de los ricos, como resulta imposible para un derechista oculto salir en defensa de los derechos del pueblo.

Esta claro, por eso algunos de los que nos leen, digo sólo algunos, no nos entienden, es imposible, porque el lado de la verdad no representa ninguna ideología.

Atentamente Liber Yamil Barrueta Martínez
la foto tomada de internet