viernes, 23 de agosto de 2013

Requiem por un amigo al cual solo me queda soñarlo.



por Roberto A Lamelo

Yo tenía pensado escribir sobre la STASSI, ese órgano de la seguridad alemana – algo así como el G-2 en Cuba- y sus influencias negativas en el desarrollo de la intelectualidad alemana. Así, pensando en ella, recosté mi cabeza en la almohada…imaginando el inicio, recreándome el final y… me quedé dormido. 

A mi sueño ni siquiera vino Erich Honecker, ni tampoco vino aquel sueño que una vez tuvimos, cuando niños, de que Alemania sería pronto el primer país enteramente comunista. 

Ese debate intelectual que si Bulgaria, que si la RDA, que si la URSS, se quedó en eso: en un debate… un debate en el que no se por qué nunca estuvo presente Polonia, tampoco Rumanía y mucho menos Yugoslavia. Curiosamente fue la RDA y el derrumbe de su muro  lo que derrumbó también nuestros sueños infantiles. Nuestras esperanzas adolescentes. Curiosamente yo quería escribir sobre la STASSI, el órgano que, para asegurar el sueño de unos pocos a nombre de unos miles, derrumbó el de unos tantos,…  pero mi mente cansada cruzó el Atlántico.

Mi sueño terminó  en un edificio del Vedado, alejado de  todo vestigio de política y represión. Que yo recuerde, excepto aquellas primeras frases de Quiñones sobre “la pila de maricones que hay en esta beca” no hubo en ella un combate tácito contra quienes preferían el mismo sexo para refocilar sus deseos lujuriosos. Más bien existió por parte de todos los becarios una cofradía de amistad tan grande, que yo no puedo concebir mis mejores momentos en ese edificio sin recordar a muchos de ellos. Curiosamente fueron Arzuaga, Carpio, Renay – heterosexuales estos tres 100% -  y otros, quienes se me aparecieron anoche, formando la misma jodedera de siempre, la misma gritería de siempre en el dominó, la misma fiesta hasta las mil y quinientas en el 19B. También vino a mi sueño Jesús. Su inmenso sentido de la amistad me hizo sobrevivir en aquellos durísimos años de la década del 90´

Quizás no hubiera escrito sobre mi sueño, y no porque Arzuaga, Renay y El Carpio no se merezcan unas líneas mias, de no ser por la presencia  casi constante en él de Virgilio, ese mulato bondadoso que tanta hambre nos mató y que hoy ya no está entre nosotros, los vivos.

Apareció el Virgi y no se iba, siempre con su sonrisa grande, con la amistad a toda prueba en sus manos. Apareció con la misma humildad, el mismo pantalón verdeolivo,… apareció para conversar un poco, saludarnos,..  Allí estaba, rodeado por nosotros,  todos le hablaban, le saludaban, le agradecían.  

Por la mañana, cuando desperté, a mi mente vino  ese tema de Silvio, “Monólogo”  mientras yo, triste por haberme despertado, agradecía no haber soñado nada de lo que me planteé soñar cuando apagué la luz de mi cuarto la noche anterior.

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