Confieso que no conocía a Senel Paz a principios de diciembre de 1992. Quizás en algún momento algún amigo “intelectualoide” de F y 3ra me había hablado de su famoso cuento “El Lobo, el Bosque y el Hombre Nuevo” no recuerdo, pero el día de la premier de Fresa y Chocolate en el Cine Chaplin, era tal el tumulto que del mismo modo que llegué a 23 y 10 en el Vedado, regresé prometiéndome leerme el libro que seguramente sería mucho más interesante que la película y convencido, utópicamente claro está, que Senel era un gran escritor
En los días siguientes al estreno de Fresa y Chocolate, nuestro profesor de Historia del Cine, Raúl Rodríguez, nos aseguraba con absoluto descaro y certeza que la película batiría todos los records de la cinematografía cubana, … incluso, aseveró, ya tiene uno: el de más zapatos y bolsos recogidos tras la estampida en la taquilla del Chaplin. Cuarenta y tantos zapatos, veinte y no se cuantas carteras, formaban parte de la “instalación” montada - seguramente de modo temporal - por la administración de la sala cinematográfica.
Recuerdo ahora a modo de homenaje los grandes estrenos en el “Luisa” allá en mi lejana y querida Cienfuegos. Hubo una película italiana que no pude ver en su momento, que provocó, un revuelo enorme allá en la ciudad que más le gustaba al Benny Moré. Debió acontecer en los finales del 1970 y principios de los 80... El titulo de la misma era LA DISUBBIDIENZA. El argumento no era nada del otro mundo. Había sido catalogada como una comedia erótica y en su versión original contaba con algunas escenas de sexo básicamente sugeridas, unas nalgas, unos apretujones, siempre acompañados con una dulce melodía escrita y dirigida por Ennio Morricone. Pude disfrutarla años después en una versión a la cual solo le dejaron unos brevísimos 5 segundos en que a la actriz Stefania Sandrelli le masajeaban un seno , luego este quedaba al descubierto por otros 2 segundos, tras desaparecer -junto con el masajista - cuando el protagonista del film, Luca, de 17 años dio la voz de alarma: AL LADRO, AL LADRO… !!
Salíamos los adolescentes del comedor de la beca con la comida en la garganta para poder alcanzar una luneta en el cine y disfrutar aquella versión tijereteada. Cuanta matazón por ver una simple teta!! La pusieron y la pusieron tanto que ya hasta daba fobia la teta de Stefania. Realmente uno veía más que eso en el campo o en el aula o en los albergues, pero era la época en que los censores de los productos audiovisuales no dejaban pasar una. Incluso a veces la dejaban pasar y el proyeccionista del Cine se encargaba de “cortarla” Creo que es en esta misma película, no estoy seguro, en la cual al final, cuando la sorprenden infraganti en una infidelidad le dicen a Stephania PUTA ERES, Y PUTA SEGUIRAS SIENDO” una versión mediterránea del caribeño “PALO QUE NACE TORCIDO…”
Años 1980... Era la época de Juego de Muerte y otros tantos filmes de Bruce Lee que provocaban afluencias gigantescas a las salas de Cine, pues los videos (Betamax) no habían llegado ni siquiera a la Habana. Hubo un viernes histórico en el “Luisa”, el día que proyectaron Tiburón Sangriento - el primer tiburón, el de Spielberg . Los gritos de los asistentes se escuchaban a 2 cuadras de distancia y hubo no pocos comemierdas, que después de haber estado horas matándose y empujándose por entrar al Luisa a ver el filme, salieron del cine asustados.
En esos tiempos, en los cuales solían respetarse bastante las colas, la del Cine Luisa se respetaba poco. La policía, solía ser bastante ecuánime y aguantona… y solía lidiar mano con mano contra los revoltosos y rompedores de cola en el cine y hasta que no llegaron las tonfas y los spray de pimienta, pelearon en similitud de condiciones con la plebe pero con la desventaja que NO LOS PODIAN TOCAR. Así fue que a alguien se le ocurrió acudir a los que sin dudas deben considerarse precursores de las Brigadas de Respuesta Rápida en Cienfuegos: LOS PONCIANO.
“Los Ponciano” como - cariñosamente? - les llamaban, eran unos hermanos que vivían creo que en la zona de San Lázaro, a los cuales acudían los policías cienfuegueros cuando querían organizar algo que para ser organizado requería de dar golpes sin tener que embarrarse las manos, ni meterse en complicaciones con los Derechos Humanos. Altos, fornidos, de pocas entendederas como Pedro el hermano de Meñique, practicantes de lucha libre y por sobre todas las cosas, lanzadores de seres humanos a distancia. La gente solía respetarlos a tal extremo que temían más a que ellos vinieran a organizar la cola, a que viniese la misma Brigada Especial de la PNR.
Las entradas al cine solían venderse en la taquilla que da al Paseo del Prado, pero a veces para despistar y reorganizar aquella muchedumbre, abrían una especie de taquilla bunker que estaba situada al costado, en la calle Santa Clara. Un hueco de apenas una cuarta de ancho por otra de alto, con una ventanilla enrejada tan fuerte que podía competir y darle envidia a la reja de cualquier consulado en el mundo entero. Conseguir un ticket ahí… los que apostaban por ello te decían aguanta aquí: se quitaban reloj y cartera y se zambullían en aquel maremagno de piernas, brazos, camisas de cuadros y pantalones de mezclilla. Recuerdo una vez uno que al parecer venía del campo, le dio el maletín a su esposa y cuando salió - vivo y dichoso - abrió el maletín, saco una muda de ropa nueva, se secó el sudor con la camisa vieja, refrescó un rato y con las papeletas en la mano se fue para dentro del cine con su amada.
En el año 1985 vendría a ser histórico de verdad en el Cine Luisa. Ese año hubo una película que batió todos los records de taquilla hasta ese momento vistos. Llegó a nuestra sureña ciudad, precedida por la fama de ser la película que había ganado el Premio de la Popularidad en el Festival de Cine de esa temporada y porque en ella trabajaba Rubens de Falco, el famoso Leoncio de la Telenovela “La Esclava Isaura“: la película venezolana LA HORA TEXACO.
La gente, cariñosamente la apodó A CUALQUIER HORA TE LA SACO, pues había en la película constantes escenas de provocación y deseos contenidos, por parte de las dos protagonistas féminas… una joven periodista y una ama de casa, medio tiempo ella pero que estaba que era un cañón. La película en sí solo tenía par de escenas de sexo… !TODO UN RECORD en aquella época! y si en una escena no se veía casi, en la otra se veía menos, pero había movimiento - que era lo que nadie había visto hasta entonces - y la gente con eso era feliz, al extremo de dedicarle un día al cine para ver aquellas escenas 3 y 4 veces.
Un día a la proyeccionista se le ocurrió, al parecer, quitar un rollo antes de tiempo, y suprimió “accidentalmente” la escena mas HOT de la película, que era la parte en que la temba le hace el amor al jovencito, en el capó de un Jeep Willy o una camioneta Ford (este detalle no lo puedo precisar bien.) Se formó tal desorden en el Cine que hubo que interrumpir la proyección y darle para atrás al rollo so pena, fuera incendiada la sala de manera absolutamente justa por los enardecidos mancebos.
Famosa fue también una película de artes marciales, en la cual los efectos de corte y sangrado eran tan ruidosamente chapuceros y exagerados que provocaban risa. Había una escena en particular que salía un chorro de sangre con tanta potencia y a tanta altura, después de una gran demora en salir, que la gente en el cine previsoramente gritaba LA PILA LA PILA - por eso de la pila del agua - y cuando salía el chorro entonces se aplaudía. Era la época de la escasez de combustible para cocinar en la capital y a Santiago Álvarez se le ocurrió “poner” en su Noticiero Latinoamericano - que proyectaban entre película y película - aquella escena del negro con la lata de 5 galones vacía en la mano, zapateando el kerosene por toda la Habana y cuando terminaba la melodía de “MAMI QUE SERA LO QUE QUIERE EL NEGRO” él atribulado buscador de combustible decía: “LUZBRILLANTEEEEEEEEEEEE” Genial era Santiago.
Pero a cualquiera de esos momentos de proyecciones cinematográficas se pudo asistir antes o después. Una película, siempre que no sea muy editada, puede verse en cualquier momento, pero asistir a un cine el día de una bronca entre dos mujeres eso sí que no tiene precio. Mucho más si hay morbo, tarros, unos buenos halones de pelo, unas floridas palabrotas y un “bajichupa”
Ese día fui con Félix “El Kochka” al Luisa. Recuerdo que almorcé en su casa, cruzamos Prado y entramos en la tanda de la 1.30pm. Momentos antes de comenzar la película, ya con las luces apagadas, sonó un gaznatón, precedido por esa palabra de cuatro letras con A interminable: PUTAAAAAAAAA y se encendieron las luces de la sala. Pim PAM, hala hala, pim PAM … y de pronto en un hala hala de esos el elástico del “bajichupa” de una de las dos contendientes no aguantó más tirones y cedió completamente. La muchacha pretendió - OH, cuanto de inocente tiene el ser humano - proteger sus senos de las lujuriosas miradas masculinas y protegerse de los golpes que le propinaba su adversaria y le era imposible. Apenas intentaba defenderse o ripostar la agresión, sus senos - bellísimos y juveniles por cierto - quedaban a la intemperie. Hubo un momento que logró aguantarse el tope con los sobacos - peleando a lo manicorto - y los senos quedaron vedados a nuestra vista. De pronto un grito que se fue convirtiendo en coro… EL BAJICHUPA, EL BAJICHUPA, EL BAJICHUPA… los hombres de la sala exigían a la misma que había roto la prenda de vestir de su rival, que se dejara de tanto esfuerzo inútil por intentar halarle el pelo y se concentrara en bajarle la pieza de ropa…
Recuerdo que a la salida del Cine, le dije al mudo: Mudo, viste la bronca? Y El Mudo abrió los ojos, ejemplificó con sus manos el par de “cocos” de la muchacha y me dijo: UMMMM AHHHH UMMMM AHHHHH
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