Ya una vez escribí sobre el tema. Fue a propósito de cierta carta que me envió una periodista de puntería. Me acusaba de pendejo. De haber abandonado el barco. Me habló de que las causas se pelean desde dentro. No pude quedarme callado. Aunque la entendía.
Lo cierto es que no cesan. A veces pienso que lo hacen por cumplir una meta. Un objetivo. Luego me recuerdo que en algunos momentos, no hace muchos años, escribí correos falsos, a amigos falsos - básicamente todas eran cuentas de correo electrónicas mías - hablando y defendiendo el sistema, porque sabía que Raydel se dedicaba a revisar los correos. Así me lo quité de encima, aunque nunca fui un disidente de primera fila. Ni tampoco creo que lo haya sido. Siempre estuve en contra de lo que ahora dicen es incorrecto, pero como no había un pronunciamiento oficial, entonces yo era un conflictivo. Ahora que sí, que es correcto lo que antes no lo era, entonces es que se aplaude y se aprueba.
Lo he repetido una y mil veces: lucho contra lo que está mal. Venga de donde venga. En fin, otra vez me vuelven a colgar el cartelito que “estoy fuera” y yo, con tremenda dosis de aplomo y decencia, tengo que explicar que “estar fuera” no implica ESTAR FUERA.
La conversación fue interesante. No voy a publicar el nombre de quien “me atacó” bajo ciertos y falsos argumentos de ser otra rata copia y pega. En esto estoy claro. Para nada, soy un copión. Mi ex esposa, que vive, gracias a Dios, a 400 millas de donde estoy, sabe que puedo sentarme un día entero a escribir. Cuando “copio y pego” soy honesto: cito la fuente. No me apropio de nada de lo que no es mío, así que la ofensa me hizo menos daño que aquellas que les profirió el cura a Don Quijote en la casa del Duque. Tuve que recordar la anécdota de aquel que un día me dijo: ESO NO LO ESCRIBISTE TU, pero por suerte, ya aprendí a vivir con los que no me creen.
Si me molestó, y bastante, que hayan vuelto a usar, que sigan usando la misma cantaleta de siempre divisionista a la hora de juzgar el que vive fuera. A mi en lo particular me duele que el mismo lenguaje de tú estás allá y yo estoy aquí, el mismo teque trasnochado que no nos ha llevado por ningún buen camino durante tanto tiempo, se siga empleando.
Hay quien no logra olvidar. Otros lo intentan. Algunos lo desconocen. Otros lo conocen, pero no lo vivieron. Son tantos los ejemplos, pero recientemente escribí sobre eso también. Sobre unos huevos que volaron solos. Ese día me dio por hablar de las hipocresías y de las miserias humanas. Me dio por hablar de la mente humana, de sus intereses olvidadizos a conveniencia. Por acá me busqué unos cuantos enemigos. Por allá, algunos aún se aprestan a echarle la culpa a la gallina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario