Rosso Lombardo es un tipo de matiz, una tonalidad que predomina en la arquitectura del Norte de Italia, en la llamada zona de Lombardía. Color, que motivó al escritor cienfueguero Atilio Caballero a titular uno de sus cuadernos, luego de su experiencia como dramaturgo hace 20 años en esta región. El texto obtuvo en 2012 el Premio Nacional Alejo Carpentier, en la categoría de cuento.
“Es el título de uno de los relatos del cuaderno, el eje de todos los cuentos, que tienen en este caso un denominador común: el tema del viaje. El desplazamiento geográfico y la reflexión sobre los conceptos de identidad son los tópicos que abordo”.
Caballero, vivió dos años en Milán y recorrió casi toda el área europea, cuando ejerció allí como asesor del grupo Teatro de “La balsa”, proyecto italiano, conformado por actores de Latinoamérica.
El cuaderno “Arena de las plazas”, se alzó en 1997 con el Premio Calendario de poesía. El texto también aborda el tema del viaje.
“La mayoría de los relatos contenidos en “Rosso Lombardo”, son historias que me acontecieron en Italia. Pasaron veinte años y estos pasajes comenzaron a crear conexiones con las experiencias que me sucedieron en diferentes lugares del mundo. Nietzsche expresó: Las circunstancias no hacen al hombre, ellas lo revelan.
“Cuando visite Génova, me sentía como en Cienfuegos, una ciudad que tanto amo, sin embargo, allí me cuestioné, ¿podría vivir aquí perfectamente? La gente, el olor a mar, todo me hacía sentirme a gusto. Tenía que tanto tiempo para abordar en mis textos aquel viaje a Europa, de escribirlo antes hubiera sido testimonio, hoy salió como una obra de narrativa.
“No he valorado cuánto puede haber incidido en el libro que yo viva en la zona del Castillo, un lugar tan particular, donde la principal vía de salida es en barco. Creo que mi estancia aquí me permitió fue el tiempo y el sosiego para redactar. Lo que abordo en “Rosso Lombardo”, tiene una significación más universal.
“De los diez relatos, dos están escritos en primera persona, y son incluso un viaje más hacia el interior del ser humano. Trascurren en Cuba, en circunstancias muy particulares de la cotidianidad del país, pero también pueden extenderse a cualquier escenario del mundo. Tienen que ver con la movilidad, las peripecias”.
El también poeta y dramaturgo, director del grupo Teatro la Fortaleza, de Cienfuegos, ha publicado ya más de diez textos. Entres sus principales reconocimientos destacan el Segundo Premio en narrativa, en el Concurso Internacional “Antonio Machado”, de España, el premio UNEAC de novela (“El azar y la cuerda”, 1997) y el premio Alejo Carpentier 2003, con “Luz de gas”.
Sin embargo, el obtenido en esta edición tiene un valor especial, según refirió:
“Amén del prestigio que tiene este premio, lo que más me motivó fue el excelente jurado, compuesto por tres narradores cubanos, muy distintos entre sí pero a los cuales respeto mucho: Ernesto Pérez Chang, Premio Carpentier y presidente esta última edición del certamen, Mirtha Yáñez y Carlos Enrique Lage, un joven escritor pero con una obra muy interesante. Que todos coincidieran en escoger mi obra, resulta realmente un agasajo increíble”.
Desde hace dos años las dedicatorias de sus libros, espectáculos o guiones se reducen a una persona, a quien también dedicara el más reciente lauro.
“A mi hijo, a Fabricio. A él dedico el texto y el premio”.
Escrito por Marleidy Muñoz Fleites Perla visión
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