jueves, 14 de marzo de 2013

III Clásico Mundial de Béisbol: …el pétalo de esa flor (+ Vídeo)

por Darilys Reyes Sanchez.
Foto: López Hevia

Hace cerca de un mes, leía esta sentencia en una polémica referida a la entonces posible actuación del equipo Cuba en el III Clásico Mundial de Béisbol: “Lo que sí tengo claro es que tendría un regalo inmerecido si avanza más allá de la segunda ronda y sufriría un golpe demasiado duro si queda eliminada en la fase inicial (…) Ello, considerando (…) claro está, la calidad actual de la pelota cubana”.

“Ni tan muy, ni muy tan” llevaba por título el comentario, firmado por el colega Rafael Arzuaga, del periódico Tribuna de La Habana. A varios desagradó el artículo, y la referida cita en particular, y nunca entendí tales reacciones: sentencias como esa te golpean el rostro por obvias. Pero nos aferramos a soñar en grande, lo comprendí después, para luego justificarnos cuando la realidad valida dichas líneas.

Fue esta la quinta derrota, en los últimos seis encuentros, de la selección nacional frente a un conjunto de Holanda. Tamaña ironía: por meses se buscó la manera de cerrar el frente a la invasión japonesa, a su juego pequeño, a la velocidad en el corrido de las bases; mientras, a espaldas de tanto esfuerzo, reverdecían a su antojo los tulipanes. Y sobrevivió la novena criolla al filo de las katanas, tal como esperaban, mas cayó tocada por el pétalo de una flor… la misma y anaranjada flor.

Demasiadas brechas mostró el accionar cubano en el desafío crucial: errores a la defensa, pifias mentales, imprecisiones sobre las almohadillas, intermitencias en el pitcheo, lagunas a la ofensiva… Sobrarán motivos y culpables, siempre sucede así; sin embargo, amén de las individualidades, a mi entender resultó la presión la llaga más dolorosa para los muchachos de casa.

No se puede ganar cuando el disfrute del juego pasa a terceros o cuartos planos y el sobresalto reemplaza al buen ánimo, cuando el desempeño solo busca apaciguar las reprimendas desde el banco, cuando la autoestima del atleta es un refuerzo dejado en los estadios de provincia… Y fue este un buen equipo, más funcional que sus antecesores, sin dudas, pero llevaba demasiada carga sobre sus espaldas, con muy poco para sostenerla.

El problema no es otra derrota, sino que durante años nos creímos los mejores sin competir con los mejores. Ya hoy no enfrentamos a rivales universitarios y, aunque exprimamos al coraje y la historia, va muy por delante nuestro el nivel del béisbol en la actualidad.

Y no lo alcanzaremos con un mes de gira por Asia, ni con topes de confrontación, ni caprichosas enseñanzas de última hora… Menos con series nacionales subiendo y bajando el box como sus estadísticas, con implementos cuya calidad obliga a las lágrimas, maniobras en calendarios y estructuras en función del ahorro… A ese ritmo solo tropezaremos con más “holandas” y “japones”, o cualquier otro lazarillo de ocasión. Hay mucho más detrás del fatídico error de Yuliesky Gourriel y eso, en el fondo, lo sabemos todos.

Por suerte, nos quedamos sin superhéroes: el team lució mejor; mas solo pudo igualar actuaciones precedentes. Y no me regocija el resultado, muy al contrario; pero mentiría(mos) al negar que no constaba entre los pronósticos.

Merecidísimas las felicitaciones para los tres representantes de Cienfuegos: un Norberto González seguro, consistente y certero en esperada simbiosis de experiencia y disciplina; un José Dariel Abreu que puso detrás de las cercas niponas su descomunal fuerza para convencer, además de a la afición de Isla, a cuanto scout lo admiró desde las gradas del Fukuoka y el Tokio Dome; y un Erisbel Arruebarruena más maduro, lo mismo en su habitual espectacularidad en la grama que en el cajón de bateo.

Y sí ganamos, no medallas de honor y dignidad como siempre resuena en trilladas frases, sino en conciencia sobre las fortalezas y deficiencias del pasatiempo nacional. Solo espero, rezo, que no tardemos otros cuatro años para corregirlas.

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