viernes, 31 de mayo de 2013

LA DISYUNTIVA DE IDAY. LO DEJÓ Y LE DIERON DURO. PERO...

Tiene que ser muy duro para un manager enfrentarse a la situación que, anoche, debió encarar Iday Abreu. Un dilema espinoso que apareció a la altura del séptimo capítulo, y que al final desembocó en el segundo triunfo de la tropa naranja sobre los Elefantes cienfuegueros.
¿Quitar o no quitar? Esa fue la cuestión que abrumó al mentor de los sureños, mucho más apremiado por las circunstancias que el Hamlet shakesperiano. En fracciones de segundo –la toma de decisiones beisboleras es cosa de vértigo-, Iday tenía que determinar si dejaba o no a Noelvis Entenza en el montículo.
Y lo dejó. Para desgracia suya, lo dejó. Y Dairon Varona, un camagüeyano respondón, sacudió un largo tubey que definió el partido, sembrando el arrebato en un Sandino calenturiento, “manicómico” y ahíto de optimismo.
Pero vamos al origen de la historia. Entenza, que ha lanzado par de juegos memorables contra Villa Clara, arribó al inning de marras sin haber permitido ningún hit. En la entrada anterior había dado señales infaustas al bolear a un bateador precario como Andy Sarduy, y ahora arrancaba nuevamente con base por bolas, esta vez a Ariel Borrero.
Habían sido cuatro envíos francamente malos. Y como el agotamiento suele hacerse anunciar por los boletos, el mentor de los verdes fue hasta el box. En su cabeza, lo imagino, bullía the question.
¿Quitarlo o no quitarlo? ¿Sustituir a un pitcher que está dando cero hit cero-carrera a la altura de la séptima entrada? ¿Traer a un serpentinero fresco o apostarle la suerte a ese muchacho que tiraba el mejor juego de su vida?
Iday optó por esto último. Que era, podríamos decir, la solución más elegante. Entonces Edilse Silva se anotó un dudoso indiscutible por el cuadro. Parecía error, pero el anotador le dio categoría de hit. El alto mando de los Elefantes reclamó enseguida, y el choque se detuvo unos minutos. Después… bueno, al final llegó el final, según Sabina.
Esto es, el doblete de Varona, que puso la pizarra dos por cero. Y como enfrente estaba Freddy Asiel –un Freddy Asiel inmenso que ha devenido némesis de Entenza- el destino del choque estaba echado.
Fue un nuevo face-to-face entre los líderes de ambas rotaciones, propiciado por las lluvias pedantes de estos días. Los locales salieron al ruedo con una alineación (cuando menos) atípica, en la que Lázaro Ramírez era proa, con Manduley de escolta y Danel Castro como tercer madero. A seguidas, el incombustible Borrero, y Yeniet Pérez sorprendía por delante de Edilse y Varona. La novena cerraba con Pestano y Sarduy, que devolvió seguridad a la custodia del segundo saco.
(En un aparte, el manager Ramón Moré me dijo que Sarduy, de corte netamente defensivo, se mantendrá en el line up titular pese a los problemas atacantes de la escuadra. Así, afirmó, Danel Castro estará más enfocado en lo que mejor hace en la pelota, que es batear).
Si Cienfuegos perdió el choque en la parte baja del capítulo siete, también es cierto que lo pudo ganar en esa entrada. Comenzaba el tercio conclusivo y José Dariel Abreu –el único que le ha podido conectar con soltura a Freddy Asiel- abrió con hit, William Luis lo imitó, y llegado ese punto, tirios y troyanos se dispusieron a esperar el sacrificio con Pavel Quesada. Pero he aquí que el antesalista no tocó, y tanto él como Lednier Ricardo perecieron en sendos palomones.
Con la posibilidad casi abortada, Ibáñez vino de emergente por el mozalbete Moncada, y aunque mantuvo el tipo a puro foul contra un pitcher en estado de gracia –a la sazón, en las tribunas se libraban batallas campales por la banda de primera-, su rolata a la intermedia decretó el fin de la gran esperanza cienfueguera.
Poco más sucedió a partir de ahí. Jonder Martínez, otra vez, dio las dos estocadas postrimeras, y el Sandino (que no es de esos estadios antiestéticos que abundan) hizo una fiesta larga. Atronadora.
Positivo: El recital de Freddy Asiel, asumiendo su rol de primer hombre del staff. Negativo: La conferencia de prensa, tan respetada extrafronteras, sigue siendo un episodio menospreciado y deslucido. Preocupante: La improductividad de la ofensiva de Cienfuegos. Incomprensible: En el séptimo, el toque con Pavel Quesada estaba “cantado”, pero no se produjo.
(Escrito por Michel Contreras, Cubadebate)