viernes, 10 de mayo de 2013

La vieja del Café.


Por Roberto Ariel Lamelo Piñón
La Vieja llegó a la cafetería pasada las doce de la noche. Su cara, arrugada por los años, reflejaba una preocupación inusitada para quien justamente “vivía en la gloria”
Un café, – me dijo - bien fuerte… si puedes, creo que tengo la presión baja.

Me dediqué a observar su vestimenta, sus maneras, incluso pude percibir su respirar agitado y angustioso. El brillo de sus ojos parecía opacado por algo que no podía definir. No lloraba, no, pero sin dudas parecía querer hacerlo y quizás eso era, la indecisión entre complacer el dolor de su alma y fingir que era cansancio, solo cansancio lo que corrompía su cuerpo.

A ratos se recogía el pelo, miraba las volutas de humo que emanaban de su cigarro barato. Recorría con la vista todos los detalles de una fosforera verde que su mano sostenía con ligereza. Jugaba a provocar una chispa. Una, dos, tres…  y miraba hacía la cafetera, justo el lugar donde me encontraba, en franca necesidad de la colada.

Se siente bien mi vieja?, le pregunté mientras le servía el bendito café y ella sin conocerme decidió desahogar la pena en mí. Un desconocido mesero.

“Mi familia, mi gente allá… mijo… No es fácil! Uno aquí, trabajando… a siete pesos de mierda y los de allá… no saben, no tienen la más puta idea. Mi hijo, mi hijo allá es un delincuente de mierda, … no trabaja, no estudia,… <voy pa la yuma> dice, y yo… yo en realidad no sé que hacer. Aquí o se reforma o se estralla… Hoy Silvia me escribió, … una amiga, me pidió 50 dólares para irse para Varadero una semana. <Mándame cincuenta amiga, un extra tú sabes… pa lo que se presente> y yo … me duele traicionar su amistad, nos conocemos desde niñas pero dime mijo, de donde saco yo cincuenta… cincuenta no, veinte… dime a mi edad, tú crees que a mi me quedan cincuenta dólares para regalar?”

Luego me habló de su ahijada, quien también le había escrito pidiéndole le recargara el móvil. <Abu son solo 20 pesitos>, así le había dicho y ella sufría un dolor inmenso por no saber decir no, cuando tenía que hacerlo. Le molestaba que los demás juzgaran su carro del 2007 como una gran conquista y ella, había intentado explicarles, sin éxito alguno, la necesidad de aquellas cuatro benditas ruedas.

‘Mi hijo vive con mi hermana… la cuida, más bien lo cuida ella a él…. ambos quieren venir. Yo prefiero que se queden allá. Es más fácil. Si vinieran no soportarían lo que yo soporté, lo que aún soporto… este dolor de no poder despegar nunca, de querer hacerlo, … la duda, el desamparo, la mentira… haber llegado tarde, con dolor en los huesos a este país que es una moledora de carne.

La gente habla de La Yuma… yo si sé donde está La Yuma, allí a 90 millas.”
Recogió sus cosas, me dió un abrazo, y el olor de su perfume de $5.99 la acompañó desde el calor sudado de mi cuerpo hasta la puerta de cristal verdiazul de mi timbiriche. El letrero de FOR SALE se movió a derecha e izquierda, recordándome lo mal que también a mí, me iban las cosas.

La vieja se sentó en su carro, abrió la ventanilla y dejó caer con dulzura su brazo sobre la puerta.
Entre sus dedos índice y el del medio sostenía otro cigarro 305 encendido.

4 comentarios:

  1. Liber: Me gustó Robe. Gracias por seguir colaborando con este proyecto, a pesar de saber el poco tiempo con el que cuentas. Sirvan tus crónicas a muchos y a las buenas reflexiones.

    ResponderEliminar
  2. Este cuento refleja fielmente, un sector de la sociedad de Miami....es triste, pero es real. Muy bueno, Roberto Ariel. Gracias!!!
    Grisel Santiesteban.

    ResponderEliminar
  3. ariel; pero que deje de fumar, y asi se ahorra dinero, dile cuando la vuelvas a ver
    The average price for a pack of cigarettes in the state of Florida, including Miami, is $4.25
    4.25 x 20 al mes= 85 dollares

    ResponderEliminar
  4. Esta bueno el comentario dejar de fumar,tambien seguro toma mucho cafe otra opcion para ahorrar ,jejeje , el relato esta bueno y muchas personas se sienten asi pero no por eso podemos generalizar

    ResponderEliminar