por Roberto Lamelo Piñón.
Mi Barrio, mi ex barrio, tiene ese encanto de lo cosmopolito, de lo único e irrepetible. No existe Madrid, no existe Roma. Mi barrio, mi ex barrio, no lo cambio por ninguno. Allí aprendí a jugar bolas, a jugar pelota, a cazar y torturar mis primeras lagartijas. Aprendí a esconderme de mi madre, a patear una pelota de fútbol y romperle par de persianas a un vecino. Aprendí a mirar furtivo a Diriela cuando iba y venía de la piscina. Disfruté de las broncas entre El Titi y El Tito. Me admiraba como El Chino podía correr descalzo por aquel pedraplén y no cortarse ni torcerse un tobillo, y como esas muchas cosas más.
Mi Barrio, mi ex barrio, tiene ese encanto de lo cosmopolito, de lo único e irrepetible. No existe Madrid, no existe Roma. Mi barrio, mi ex barrio, no lo cambio por ninguno. Allí aprendí a jugar bolas, a jugar pelota, a cazar y torturar mis primeras lagartijas. Aprendí a esconderme de mi madre, a patear una pelota de fútbol y romperle par de persianas a un vecino. Aprendí a mirar furtivo a Diriela cuando iba y venía de la piscina. Disfruté de las broncas entre El Titi y El Tito. Me admiraba como El Chino podía correr descalzo por aquel pedraplén y no cortarse ni torcerse un tobillo, y como esas muchas cosas más.
Mi barrio, es mi barrio, es esa mezcla de vida que fue y que recuerdo con alegría. Por sus recovecos y escaleras aprendí a robar besos y más que eso. Aprendí como escabullirme de la lluvia y no enfangarme si llovía en el camino diario de mi casa a casa de mi abuela. Aprendí que no era tan difícil pasar por la cervecera de Manacas. Aprendí que Arizona no era más que un Supermercado y no ese lugar de vagos y viejos locos que se sentaban en sus alrededores.
La pista me recordó mis mejores y escasos momentos de aprendiz de futbolista. Me recordó a Emilio, a Raidel, al Teto, a Noelito, al Neno y al Pescao´. Me recordó a Alberto (E.P.D) al Negri, ladrón de bicicletas, a Adonis el ponchero, al Polaco. Me recordó a Adrián El Bemba, a Elio René, a Machito.
Me recordó pigmeo recibiendo chancletazos y cintazos por parte de mi madre. Me recordó una escuela en la que fuí pionero modelo a costa del sacrificio psicológico de una maestra encantadora, de nombre Yolanda, que nunca supo como fue que yo podía ser tan buen alumno si me pasaba la vida saboteándole las clases con mi indisciplina.
Me recordó la primera vez que vi un policía dispararle un tiro en la pierna a un prófugo. Me recordó cuando ibamos a tomar agua fría al INRA (el único lugar que por toda la zona tenía un bebedero de agua fría) y las chicas se agachaban y nosotros, promiscuos, le tocábamos las nalgas.
Mi barrio tiene esa sensación que si lo miro me parece algo innombrable, sucio, descuidado, pobre, lleno de defectos pero el cual sin dudas quisiera volver a visitar.
pd: agradezco eternamente a Andrés Díaz por las fotos que hurté de su biblioteca digital feisbukciana
No soy de tu barrio, pero para el caso!!! Vivía en Junco Sur, pero todos los días iba a tu barrio, estudié en Ciencias Médicas, trabajé en el Hospital y los coches y la 3 se cogen el el "18" y la botella también!!
ResponderEliminarMe gustan mucho tus artículos y los disfruto. Me parece que en algún momento nos vimos en Cienfuegos, parece que frecuentábamos los mismos lugares. Yo también quiero volver a visitar mi barrio, mi linda ciudad!!
Éxitos!!
Robertico....te faltó la foto de la bodega y su correspondiente cola. Saludos Manuel.
ResponderEliminarEs que todos estos barrios de edificios son mas o menos lo mismo.... jajajaaja sucios o mal pintados o lo que sea, a casi todos de vez en cuando nos pica el bichito de la nostalgia. Gracias, Dianelys, si no veo tu foto no puedo ayudarte c la memoria. Un saludo. Y si, yo frecuentaba todos los lugares de lo q carinosamente llamabamos "la farandula" jajaja
ResponderEliminarRoberto naci en los edificios viejos de la calle manacas, recuerdo cuando estaban construyendo los de la piscina olimpica como ibamos a jugar en los andamios,mi barrio
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